|
|
|
|
|
|
|
Verónica dejó un rato el horno pizzero para hablar con EL DIARIO sobre la actividad a la que lleva dedicada más de la mitad de su vida y donde dice quiere seguir haciéndolo |
|
|
|
|
|
No se saca la cofia ni el delantal para atender al cronista de este diario que se acerca hasta donde siente el calor del horno pizzero para entablar una conversación con ella. Verónica Alarcón tiene apenas 34 años, pero el 18 de octubre cumplirá 18 en la cocina de la clásica Pizzería Antón.
“Empecé con mi mamá”, dice mientras camina unos metros para abrazar a la señora que está preparando los lomitos. Es Juana Almada, precisamente su madre, la que le enseñó a seguir sus pasos y Vero lo hace firme y llena de orgullo: “Empecé acá y pienso terminar acá”, afirma, contradiciendo los cambios de empresas que se dan a cotidiano y meridiano justamente en el rubro de la gastronomía.
Porque está a la vista que el personal, tanto de la cocina como quienes atienden las mesas van y vienen, pero llama la atención cómo Verónica se aferra a lo que hace y dónde lo hace. Esta pizzería lleva tres generaciones y calculan un millón de unidades a lo largo de su existencia. Verónica hace la cuenta junto a uno de los clientes más habituales y llega a 64 mil, a razón de 300 jornadas trabajadas. Confiesa que llegó a despachar 200 pizzas en una noche, pero lo que más le molesta es “que me manden”.
Madre de Lautaro (14) y Bianca (3), no duda en contar que los días de descanso hace pizza en su casa, lo que Ariel (su esposo) aprueba con una mirada de resignación y honor.
“Esto es como mi casa, si hasta el menor de mis hijos se crió acá dentro. Paso muy buenos momentos en este trabajo y hasta me da la sensación a veces de que no sé hacer otra cosa”, dice. “Por ahí aparece ese sentimiento de que no podés ir a una fiesta, que no tenés una noche el fin de semana, como de encierro, pero... yo soy feliz en la cocina”, agregó.
Respecto al lugar que están ocupando los hombres en este espacio culinario, Verónica sostiene que “está bien”, y que trabajan “de igual a igual” sin otorgarle virtudes ni a unos ni a otros.
La mujer pone en claro sus objetivos a la hora de la elaboración: “Siempre querés elaborar una pizza paso a paso y que el cliente se sienta satisfecho”. Se declara además “muy celosa de la limpieza” y defiende el lugar de trabajo parándose en el paso hacia la cocina y luego volver a lo suyo.
Hoy los trabajadores gastronómicos celebran su día, ¡marche una pizza!
Otras notas de la seccion Locales
Olaviaga y Bedano en el racimo de opciones
Los comicios marcados por la presencia de Zannini y Cavagnero en las boletas
"Ya no es factible sostener la imagen de familia dominante"
Entusiasmo y aprendizaje: lo que dejó la Feria de Ciencias
"Cada vez más niños se involucran en la ciencia"
|