Tuvieron que pasar cinco años para que ese fuerte viento que sopla desde la otra orilla del Río de la Plata estirara su cálido aliento de rock, reggae y candombe hasta Villa María.
Luego de actuar en escenarios más reducidos como el Teatro Verdi y Supper Club, NTVG aterrizaba por primera vez al Anfiteatro Municipal ya como un grupo más que consolidado en la constelación nacional.
No Te Va Gustar, a contrario de lo que indica su nombre, ha encantado a un público cada vez más masivo y de extendida amplitud etárea (de niños hasta treintañeros) que, desde mediados de los años 2000, buscó cobijo en su rock amigable y sus letras maduras y reflexivas.
Debido a su reciente determinación de no participar en grandes festivales (llámese Cosquín Rock) a fin de apreciar las audiencias de un número mayor de puntos del país, la visita concretada ayer comprendía mayores expectativas en boleterías.
De hecho, un gran cúmulo de entradas se adquirieron desde Córdoba capital y alrededores. El interés por el grupo también se evidenció en la gran fila que se formara antes de las 18, horario de apertura al Anfi. Mientras el público ingresaba, las bandas teloneras hicieron su aporte. Las Rositas de Córdoba abonaron el escenario con piezas tangueras y Doctor Krápula de Colombia regó su cancionero de ska, al cual se sumara el propio líder de NTVG, el argentino Emiliano Brancciari, en un tema a modo de "precalentamiento".
A las 21.45 en punto, con todos los espectadores de pie y alguna que otra bandera uruguaya flameando en la platea, subió la banda que venía a respaldar su último disco "El calor del pleno invierno". El repertorio, con buen criterio, apostó por balancear las canciones nuevas con aquellas piezas que apenas sonaban sus primeros acordes recibían alaridos, aplausos y ovaciones.
La velada comenzó con la nueva “Destierro” y "Pensar" para luego arreciar con uno de sus hits inoxidables "Al vacío". Minutos después prosiguió con la tierna "Nada para ver" para abonar una condensación de sentimientos encontrados post rupturas e introspecciones de mediana edad encerrada en el título que da nombre al último álbum. El pasaje posterior repartió obras de sus primeros discos hasta los más próximos -no tan coreados por el público-, hasta que llegara el momento de retrotraer las raíces charrúas con el candombe "Clara". Acto seguido llegarían "El camino" y, a modo de tributo al Día de la Mujer, “Verte reír”. El tramo final, como se esperaba, reunió ya clásicos de NTVG como "Tan lejos" y "Ya no hay dolor" junto a la última pieza híperescuchada "A las nueve".
Brancciari, fiel a su estilo, no gastó demasiada saliva en interactuar con la audiencia, salvo agradecer la presencia de los espectadores y de las bandas invitadas, mandar saludos a amigos que no pudieron asistir y, en un tímido intento, canturrear un clásico cordobés ("Por lo que yo te quiero amor... si empezamos a cantar cuarteto no nos vamos más", agregó). Previo a los reclamados bises, la banda ofreció un combo que orilló el éxtasis con "Cero a la izquierda" y "No era cierto". Minutos después de las 23.30 y con el Coloso de cemento completamente lleno, la banda "Chau" y “Fuera de control”, donde desplegara todo su arsenal de vientos y bronces en escena.
Juan Ramón Seia
