Escribe: Rubén Rüedi
Desde que se inició la lenta pero decidida ocupación de la antigua Tierra de Canaán por parte de inmigrantes provenientes de distintas naciones del mundo pero convergentes en la ideología sionista, la resistencia de los nativos de Palestina no cesó hasta el día de hoy.
En la desigual lucha contra el Estado de Israel y su política de exclusión, apartheid y exterminio étnico, la mujer palestina tuvo y tiene un rol protagónico en la gesta de liberación nacional.
Esta lucha de resistencia se inició en 1920 contra dos fuerzas opresoras: los británicos, quienes obtuvieron de la Sociedad de las Naciones, predecesora de la ONU, el Mandato sobre Palestina luego de la Primera Guerra Mundial con el propósito de luego entregar el territorio al movimiento sionista y, justamente, la inmigración judía promovida por este movimiento.
Desde entonces las mujeres palestinas valerosamente militan en su causa nacional. En un comienzo lo hicieron desde el voluntariado social y, a través del tiempo, se fueron sumando activamente a los movimientos de legítima resistencia armada de la nación palestina.
Organizadas y unidas
Con el propósito de asistir a los heridos que luchaban contra el dominio inglés, en 1921 se forma la Unión de las Mujeres Arabes. Sus militantes suman a la acción humanitaria, la acción política. Ya en 1929 y mientras avanzaba notablemente la ocupación de tierras palestinas por parte de ciudadanos europeos de religión judía, se realiza el Primer Congreso de Mujeres Arabes Palestinas. Al mismo asistieron más de trescientas delegadas de todo el país, quienes elevaron sus protestas a la Sociedad de las Naciones por las terribles injusticias a que eran sometidos los habitantes árabes. Al final del Congreso, emitieron una declaración reafirmando el compromiso de “apoyar a sus hombres en esta causa nacional”.
En 1948 la ONU crea el Estado de Israel y determina la partición de Palestina. La primera acción de la entidad sionista instaurada como Gobierno fue continuar con el hostigamiento a los palestinos que desde remotísimas épocas vivían en sus tierras y el noventa por ciento de éstos son expulsados de sus hogares, mientras aldeas enteras son arrasadas por las organizaciones terroristas que fueron punta de lanza de la creación de Israel. Más de 500 aldeas fueron demolidas en aquel año y sus habitantes echados al exilio.
Parir es resistir
A pesar de tantas matanzas y tanta condena mundial, al menos de Estados y hombres de buena fe, Palestina sigue de pie sostenido por sus mujeres. Son ellas quienes cavaron trincheras y refugios; ellas son quienes curan las heridas de sus hombres y niños, quienes aseguran la comida en la mesa y, sobre todo, quienes mantienen viva la memoria y la identidad de su pueblo.
Fueron ellas quienes con sus hijos marcharon al frente de la primera Intifada -o levantamiento- de 1987 y más aún en la segunda Intifada que se desató en 2000.
Son ellas las que dan a luz en los puestos de control militar israelí, cuando no pueden llegar al hospital por las humillantes esperas a las que son sometidas en esos puntos inhumanos.
Ellas son, las mujeres palestinas que en tantos hijos se multiplican con urgencia para que jamás se cumpla el designio sionista: la desaparición del pueblo en cuyo seno, hace dos milenios, nació el Palestino crucificado en el Gólgota. Palestina vive y resiste, en las entrañas de cada mujer que nutre de hijos y memoria a su digno pueblo.
