Hoy a las 20.30 la es­cri­to­ra lo­cal Ce­les­te Gior­da­no pre­sen­ta­rá su poe­ma­rio "Azul ce­rú­leo".

Se­rá la pri­me­ra pre­sen­ta­ción del se­llo El Men­sú Edi­cio­nes, que co­man­da Da­río Fal­co­ni, y ten­drá lu­gar en "Peor pa­ra el Sol", Mai­pú 145.

So­bre la obra li­te­ra­ria ha­bla­rán Da­niel Ro­drí­guez y el edi­tor Fal­co­ni. Lue­go ha­brá un re­ci­tal mu­si­cal a car­go de Die­go Cat­tá­neo y Al­va­ro Mon­te­do­ro.

Gior­da­no de­fi­ne sus pre­fe­ren­cias ar­tís­ti­cas con la fra­se "vo­to por el su­rrea­lis­mo, y por la poe­sía co­ti­dia­na". Sus es­cri­tos sur­gen "de esos mo­men­tos en los que al­go in­ter­no tie­ne que sa­lir y lo ex­ter­no se in­cor­po­ra". 

En­tre sus au­to­res fa­vo­ri­tos se cuen­tan Bioy Ca­sa­res, Ju­lio Cor­tá­zar, Car­los Cher­nov, Gui­ller­mo Mar­tí­nez, Pa­blo de San­tis y Paul Eluard.

Su pri­mer li­bro ha lle­va­do un pro­ce­so de co­rrec­ción y tra­ba­jo de un par de años. 

"Leo es­cri­tos en vie­jas pá­gi­nas -se ex­pre­só tiem­po atrás-las de­sem­pol­vo y vuel­vo a ena­mo­rar­me de la poe­sía. Las imá­ge­nes me re­mi­ten a mi­les de mo­men­tos, es­ce­nas de mun­dos pa­ra­le­los. Me en­can­ta ha­cer­me pre­gun­tas ab­sur­das que me eva­dan de lo que real­men­te ten­go que ha­cer. Ese es el go­ce del ar­te, el he­cho de que pa­se el tiem­po y me en­cuen­tre acá es­cri­bien­do es­tas lí­neas, mien­tras el cie­lo que se re­cor­ta por mi ven­ta­na se vuel­ve noc­tur­no. Y las le­tras me en­vuel­ven, las pa­la­bras, los ver­sos, las fra­ses. Re­to­mé mi vie­jo cua­der­no de ano­ta­cio­nes que ex­trai­go de los li­bros que leo, de al­gu­nas ya he ol­vi­da­do el sig­ni­fi­ca­do que le di en su mo­men­to, pe­ro que aún así me si­guen pa­re­cien­do ma­ra­vi­llo­sas, co­mo és­ta: "Exis­te to­da una li­te­ra­tu­ra que es el pro­duc­to del fun­cio­na­mien­to in­me­dia­to y ani­mal del es­pí­ri­tu. Tie­ne el as­pec­to de un vas­to cam­po en rui­nas; rei­na ahí el azar y una es­pe­cie de mul­ti­tud apa­ga­da; pue­de de­cir­se que ella es la ex­pre­sión más exac­ta y más di­rec­ta de ese mons­truo que to­do hom­bre lle­va en sí". Se lo es­cri­bió Jac­kes Ri­vie­re a An­to­nin Ar­taud en una de sus car­tas. Y esa fra­se re­su­me lo que la es­cri­tu­ra es en mí, en mi cuer­po. Bro­tan en mí las ga­nas de es­cri­bir al pun­to de al­go ne­ce­sa­rio de sa­car de mi in­te­rior, al­go que flu­ye des­de lo más pro­fun­do al pun­to de ago­tar­me y de­jar mi cuer­po y mi men­te fe­liz y can­sa­do. Es por eso que apues­to siem­pre a es­te ejer­ci­cio, leer ima­gi­nar, con­tar his­to­rias que mi men­te crea".