Dicen que una crisis suele traer nuevas oportunidades y eso es lo que une a tres mujeres que residen en Villa María y Villa Nueva. Claro que esa “crisis” no siempre es un crack económico como el que padeció la Argentina en el año 2001, sino que puede también ser la falta de dinero en el bolsillo para hacer un regalo para el Día del Amigo.
“La gente se acerca más a la feria de la plaza”
Eso es lo que le ocurrió a Alicia Sarmiento, de 46 años, vecina de barrio Belgrano. “No tenía plata para comprar regalos, entonces decidí adquirir materiales y armar yo misma bijouterie para regalar”, contó. Así, nació María Renata, el emprendimiento que después de siete años se encuentra en cada feria que se realiza en la plaza Centenario de Villa María. Alicia, como muchos otros emprendedores, pertenece al área de economía social y solidaria de la Municipalidad de Villa María, donde pueden acceder a microcréditos y capacitaciones. Pulseras, collares, rosarios... el emprendimiento de Alicia ha sumado, a lo largo de estos años, nuevos productos, “hechos a la medida de lo que la gente quiere”.
Alicia encontró en sus trabajos manuales “un momento de ‘desenchufe’ de la rutina y de las obligaciones del hogar”. Esta madre de tres hijos aseguró que “desde hace un tiempo la gente se acerca más a la feria de la plaza, a comprarle a los artesanos. No ocurría lo mismo en años anteriores”. El emprendimiento que comenzó con un puñado de productos guardados en una caja de zapatos, hoy incluye materiales que Alicia compra en otras ciudades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba, para lo cual “Internet ayuda muchísimo. Ahora mismo conseguí unas medallas que están muy de moda y pude acceder a ellas a través de Mercado Libre”, contó.
“Me ayuda a no caer en la depresión”
Cruzando el río, en el corazón de barrio La Floresta, Nora Silva, de 47 años, es la artesana que con la ayuda de alcohol, anilinas y fuego es capaz de transformar un trozo de goma Eva en una flor que a simple vista parece natural. “Estoy pensando en agregarles perfume”, contó Nora. Ella sufrió hace tres meses un ACV y aseguró que los trabajos manuales la ayudaron “a no caer en la depresión”. Oriunda de Villa Nueva volvió hace poco a la ciudad, después de vivir unos cuantos años en la localidad de Las Perdices. Hace sólo tres meses se unió al grupo de economía social de Cáritas y luego de haber accedido a un microcrédito espera que su emprendimiento, a fuerza de voluntad y esfuerzo, comience a ser un negocio próspero que le permita afrontar algunos gastos del hogar. “Tengo muchos hobbies”, contó Nora, señalando un par de cuadros que cuelgan en las paredes de su departamento y los “arbolitos de la vida” que ubicó sobre el televisor.
Las flores llevan un proceso que requiere precisión y manejar técnicas de teñido y modelado. “Primero, diseño y recorto las partes de cada flor, para luego teñirlas con un preparado de anilina y alcohol. Después, es el momento de secado sobre cartón y, por último, el modelado, que se hace con moldes especiales sobre fuego”, relató. El armado es el momento final, donde cada vara de flores toma forma.
Nora no puede contener lágrimas al hablar de sus hijos, del varón “que habla cinco idiomas” o de su hija que es “excelente vendedora”. Ellos, y su pasión por el arte, hoy le permiten juntar fuerza para llevar adelante el emprendimiento.
“Investigo para sumar valor agregado a los productos”
Silvia Pereyra, de 63 años, es fieltrista desde hace dos años, aunque antes dedicó mucho tiempo al tejido en telar. Esta vecina de barrio San Martín trabaja el fieltro mediante dos técnicas: una de ellas, es “agujado”, mientras que la otra “se trata de mojar y amasar el vellón de oveja hasta formar una tela”. Con esta última técnica se pueden crear mantas, bolsos, chalecos y gorros. Silvia, además de trabajar el vellón, se dedica a preparar tintes naturales, como “el color verde que se obtiene de las hojas del eucalipto”. Ella es sanjuanina de nacimiento y en 2001 quedó sin trabajo, lo que la llevó a buscar una vía de supervivencia en lo que más le gusta hacer: el tejido, dando nacimiento así a “La Rueca, diseños artesanales”. Así, pasó de telar a fieltro y aseguró “estar muy contenta de pertenecer al grupo de emprendedores de Cáritas”. En la sede de la ciudad, Silvia como todos los demás, reciben capacitaciones gratuitas en marketing, costos, economía social, entre otras temáticas; además de la posibilidad de acceso a microcréditos. “Te permiten progresar”, aseguró la artesana. Por otra parte, también sostuvo que “en Internet se encuentran muchas ideas, porque para sumar valor agregado es necesario investigar” y comentó que “con una artesana de México estamos investigando cómo lograr un color negro naturalmente para teñir el fieltro”.
Silvia además dicta clases de técnicas en fieltro y este año fue invitada por la artística Luz de Luna para sumarse al equipo de artesanas que enseñan sus técnicas y saberes.