En el país, el 10% no sabe que puede morir como consecuencia de una “muerte súbita” La trágica muerte del diseñador Jorge Ibáñez volvió a poner el foco sobre el flagelo de la “muerte súbita”.
La reciente y trágica muerte del reconocido diseñador Jorge Ibáñez, de 44 años, conmovió al mundo de la moda, pero más allá de eso, el caso volvió a sacar a la luz el tema de la muerte súbita.
Es que, por episodios de esta naturaleza, cada 20 minutos una persona pierde la vida en nuestro país; aunque el desenlace fatal es evitable en cerca de la mitad de los casos con técnicas de resucitación cardiopulmonar y el uso de un desfibrilador, de acuerdo al último estudio realizado por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
Un 10 por ciento de los argentinos fallece a causa de muerte súbita y un 20 por ciento de la población sana desconoce que puede perder la vida por esta causa, por lo que los especialistas destacaron la importancia de alcanzar un buen diagnóstico para ayudar a prevenirla.
La muerte súbita puede afectar a personas de cualquier edad, sexo, estado físico y no necesariamente está asociada a enfermedades cardíacas previas.
Según los especialistas, la muerte súbita es la muerte resultante de una pérdida abrupta de la función cardíaca.
El tiempo y la forma de la muerte son inesperados y se produce en menos de una hora luego del inicio de los síntomas.
El funcionamiento del corazón se interrumpe bruscamente y sin aviso previo. Cuando esto ocurre, el corazón ya no es capaz de bombear sangre al cerebro y al resto del organismo, produciendo en la mayoría de los casos, el fallecimiento casi inmediato de la persona.
La mayoría de los paros cardíacos que llevan a la muerte súbita ocurren cuando los impulsos eléctricos en el corazón enfermo se aceleran (taquicardia ventricular) o se producen de forma caótica (fibrilación ventricular) o en ambos casos.
Este ritmo cardíaco irregular (arritmia) provoca que el corazón deje de latir repentinamente. Cuando la muerte súbita se produce en adultos jóvenes aparentemente sanos, otras anomalías cardíacas son las causas más probables.
La adrenalina que se libera durante la actividad física o deportiva intensa, con frecuencia actúa como un disparador.
En atletas jóvenes, por ejemplo, las principales causas de la muerte súbita son enfermedades cardiovasculares congénitas, no manifestadas clínicamente (miocardiopatía hipertrófica, miocardiopatía arritmogénica, anomalías genéticas de las arterias coronarias, hipertrofia ventricular) o factores externos que desencadenan problemas cardíacos como traumatismos de tórax (conmotis cordis).
La prevención es fundamental para evitar la muerte súbita, ya que al momento de producirse, y sin una ayuda de emergencia (a través de los choques eléctricos producidos por desfibrilador externo) la fibrilación ventricular causa la muerte en cuestión de minutos.
Es importante conocer los factores de riesgo y las condiciones preexistentes que si se tratan a tiempo pueden ayudar a prevenir y reducir considerablemente el riesgo de padecer muerte súbita.
Según Fernando Scazzuzo, cardiólogo, “existen en la actualidad diversas evaluaciones y estudios orientativos que permiten saber con anticipación si una persona presenta factores de riesgo”.
“En nuestro país, el 20 por ciento de la población no sabe que puede morir como consecuencia de la muerte súbita”, alertó Scazzuzo.
A partir de los resultados de diagnósticos y estudios realizados por profesionales capacitados, se puede realizar una estratificación de los niveles de riesgo.
“Esta estratificación es útil para identificar pacientes con elevado riesgo de sufrir estos eventos, y nos permite tomar decisiones sobre los tratamientos específicos a seguir para cada uno de ellos.” afirmó el cardiólogo.
Los factores de riesgo que hay que tomar en cuenta a la hora de detectar una tendencia a sufrir de muerte súbita son: antecedentes de muerte súbita en la familia, infartos previos, insuficiencias cardíacas, diabetes, colesterol alto, hipertensión, obesidad, tabaquismo.
Sumados a la realización de estudios orientativos (mediante electrocardiogramas, ecocardiogramas y holters) puede detectarse anticipadamente si una persona es propensa a sufrir de este tipo de ataque.
En los pacientes con riesgo, el tratamiento a seguir para la prevención de la muerte súbita, puede variar entre: el control de los factores que puedan desencadenar enfermedades cardiovasculares (dejar de fumar, hacer ejercicio, controlar el peso y realizar una dieta saludable, entre otros).
También con el suministro de medicamentos antiarrítmicos, implantes de aparatos desfibriladores (dispositivo que se implanta bajo la piel y automáticamente monitorea y analiza el ritmo cardíaco y puede estimular mediante choques eléctricos en casos de taquicardia o fibrilación ventricular, restableciendo el ritmo normal del corazón).
Asimismo, se pueden sumar a la prevención las intervenciones quirúrgicas (las ablaciones con catéter por radiofrecuencia, técnica que se utiliza para destruir pequeñas zonas del músculo cardíaco que originan las arritmias y que generalmente se usa ayudante de los desfibriladores).
En Argentina se implantan aparatos desfibriladores en 3 de cada 100 mil pacientes, un número muy bajo en comparación a otros países.