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18 de Marzo de 2014
Una historia de vida y esperanza
Buscaba a su padre desde hacía 38 años y en Facebook lo halló
La famosa red social fue la herramienta fundamental para que Marcelo Martínez encontrara a Hugo, su padre, que padece de ceguera, estaba internado en Buenos Aires y hoy vive junto a sus familiares en barrio La Calera
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Marcelo y Hugo son inseparables. Después de 38 años de espera hoy ambos se disfrutan como padre e hijo

Marcelo Martínez tiene una historia para contar, un relato donde el objetivo de un hijo por encontrar su padre tuvo un final más que feliz.
Casi cuarenta años tuvo que esperar Marcelo para encontrar a Hugo Enrique, su papá, un militante político que debido a su activismo tuvo que mantener una existencia errante por distintos lugares del país y del exterior.
Como herramienta fundamental para reencontrarse con su progenitor, el vecino de La Calera y hermano de Mónica Alicia y Hugo Arturo, eligió las enormes posibilidades de contacto que brinda Facebook.
Precisamente en el espacio virtual, desde hace cuatro años venía explorando todo tipo de pistas para dar con el paradero del hombre con el que pudo compartir los primeros años de su vida.
“Cuando los datos que tenía eran los correctos, hable con mi madre María Cristina (que se separó de Hugo a mediados de los 70) y luego de aclararle que la cuestión del pasado entre ellos era privada, le expliqué que lo único que quería era decirle a mi viejo que acá en Villa María tenía a su familia”, manifestó Marcelo que trabaja como mozo en una confitería del microcentro villamariense.
“Soñaba con decirle a mi padre, estos son tus hijos y tus nietos. Quería sentir ese orgullo de poder decir papá, ya que pasé muchos días del padre sin poder hacerlo”, expresó el reporteado por este matutino que también rescató la actitud paternal y voluntad de crianza que sostuvo la pareja de su madre.
Tanto hizo el vecino para encontrar sus raíces que finalmente la magia del destino quiso que los caminos con su papá se cruzarán justo cuando éste atravesaba una de las peores etapas de su vida.
Es que en Lomas de Zamora Hugo la pasaba muy mal, acosado (y según denuncia también golpeado) por algunos de sus otros hijos que le arrebataban cada vez que podían su jubilación.
En territorio bonaerense, Martínez padre tuvo once hijos con la mujer que desposó por aquellos lares. La violencia familiar fue tal que tuvo que quedar internado por bastante tiempo en un nosocomio del conurbano.
Allí, una asistente social se interesó en su historia y al igual que Marcelo probó suerte en Facebook. Después, la interconectividad hizo el resto.
“Junté los pocos pesos que pude y me fui con mi señora a Buenos Aires a buscar a mi viejo. Estaba en el Hospital Gandulfo desde hacía ocho meses. Nos encontramos y le pedí que se viniera con nosotros”, indicó Marcelo.
Hoy, Hugo vive en Villa María, atendido por su exesposa, su hijo y otros familiares.

Desventuras de un perseguido

“Yo he sido un militante demócrata, un hombre que luchó por la libertad de todos. Me persiguieron mucho y he visto a muchos morir, pero yo pude seguir y ahora estoy acá”, confiesa el septuagenario que dice que en su afán de no ser capturado por los oscuros mercenarios de la dictadura militar (sólo lograron encerrarlo una vez en la ciudad de La Plata, pero pudo huir), fue afincándose en distintas provincias argentinas hasta, por último, escapar hacia Uruguay, Brasil, Paraguay, Perú, Bolivia y Chile.
Durante la olvidable época en que la Junta Militar imponía condiciones, el perseguido político aseguró que también halló refugio en la selva, entre los aborígenes.
Con el retorno de la democracia, Hugo dio por finalizado su exilio y volvió a la Argentina donde mantuvo su nivel de militancia en entidades gremiales.
Luego los años y las extremas exigencias a su cuerpo le pasaron factura. Enfermo de diabetes, Hugo quedó ciego y a merced de sus herederos que en lugar de protegerlo, lo explotaban.
“Estoy muy contento porque éste era el sueño que tenía durante las largas noches donde me sentí perseguido. En cada lugar que estuve me acordaba de ellos, siempre lo hice y ese recuerdo me mantenía vivo. Lo único que quería era poder ver a mis hijos grandes”, manifestó para concluir, Hugo, con la certeza ya de que la soledad es sólo un mal recuerdo.


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