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Jesús Chirino
En el verano de 1932/33, en Marcos Juárez, fue secuestrado el joven Abel Ayerza, estudiante de Medicina y miembro de la organización paramilitar uriburista. El caso tuvo gran repercusión social a partir de una desmedida cobertura por parte de la prensa. Lo despertado por éste y otros secuestros fueron canteras de las cuales los sectores más reaccionarios sacaron argumentos para justificar la represión e intentar imponer nociones como la institucionalización pre-delictual, “extranjero peligroso” e incluso proponer la reinstauración de la pena de muerte. Por su parte la Policía realizó espectaculares operativos, muchos de ellos no llevaron a nada. De la importante cantidad de detenidos, algunos estuvieron presos en Villa María y Villa Nueva.
@ Preso en Villa María
Recordemos que si bien la familia Ayerza pagó el rescate, a raíz de un error de comunicación entre los captores, el cautivo fue asesinado en la localidad de Corral de Bustos. Los responsables del secuestro fueron los integrantes de la banda encabezada por Juan Galiffi.
A Villa María llegaron algunas de las personas que fueron detenidas en la investigación del caso. Haciéndose eco de esa situación el viernes 19 de noviembre de 1932 apareció una nota en el diario local “Heraldo”. El largo título de la misma decía: “Carlos Rampello, el supuesto coautor del secuestro de Ayerza da la impresión de ser un inocente”.
Se trataba de un menor de edad detenido por la Policía que, según trascendió, fue maltratado por los integrantes de la fuerza de seguridad. El subtítulo de la referida nota periodística agrega: “Una entrevista con el terrible mafioso (sic)”. El encuentro con Rampello, según el relato del periodista, se realizó con la presencia del comisario General Julián Nóbrega y Ernesto J. Alínez, jefe político del departamento, en la oficina del primero.
Motivó la entrevista la demanda que un periodista de Buenos Aires hiciera al Heraldo. Deseaba corroborar la versión según la cual el muchacho sufría “…trastornos físicos y mentales como consecuencia de los malos tratos recibidos durante la detención en Marcos Juárez...”. Cumpliendo con el pedido del colega, según la crónica, el día jueves 18, periodista del Heraldo se trasladaron “…hasta la Jefatura de Policía...”. Llegaron allí para verificar la versión publicada por algunos medios de prensa, el cronista dice que solicitaron “…su confirmación o desmentido”.
Los recibió el jefe policial que, de manera inmediata, desvirtuó la versión. A poco tiempo de estar en el lugar se entrevistaron con el detenido en la oficina del comisario. El jefe político advirtió a los hombres del Heraldo que “Rampello no nos conoce a nosotros. Hablará pues con absoluta libertad. Puede interrogarlo”.
@ Confesión a los golpes
Resulta interesante leer la descripción que el cronista hizo del detenido, cuando el mismo ingresó a la oficina el periodista vio “…un muchachón de fuerte contextura física y de talla superior a la normal en relación a sus pocos años. El rostro curtido por el sol, las manos gruesas y todo su físico denuncian al hombre habituado a los trabajos rurales. Contrasta su apariencia ruda con la expresión aniñada de su rostro y la mirada mansa de sus ojos serenos que predisponen inmediatamente con simpatía…”. El cronista, impactado por la figura de Rampello, se preguntó si era posible que ese muchacho fuera quien se había declarado coautor del secuestro realizado el 23 de octubre de 1932 en Marcos Juárez.
El jefe político fue el primero en preguntar, “- Usted me conoce Rampello”, luego de la negativa del detenido, indicando al comisario, preguntó “conoce a este señor”, el imputado volvió a decir que no. Alínez continuó interrogando y Rampello manifestó que tenía dolores de cabeza y espalda, pero que en ese momento estaba mejor. El jefe le dijo “-y cómo no avisó que estaba enfermo? Hubiera dicho, se le habría proporcionado lo que necesitaba…”, ante eso el detenido dijo que había comunicado su estado y que lo visitó el doctor Aznare, médico policial, quien le proporcionó remedios. Cuando le preguntaron por las razones de esos dolores, el detenido señaló: “De Marcos Juárez”. A partir de allí, insinuando que en Villa María no lo trataron mal, comenzó a relatar que en Marcos Juárez la Policía le pegó “…para que dijera que sí a todo lo que ellos decían. Y cuando decía que no sabía lo que me preguntaban me pegaban”. Por la pormenorizada nota de la prensa local puede accederse a todo este tipo de detalles del diálogo con uno de los implicados en el caso Ayerza. En un momento el detenido describió que le pegaron “golpes de puños, con un tubo de goma relleno, largo así –treinta centímetros- …con la culata del revólver y con los puños, entre dos, teniéndome contra una reja y agarrándome del pelo, me daban golpes de puño en el pecho”.
Todo esto, según Rampello, sucedió “en el campo, fuera de Marcos Juárez, cuando me llevaban en el auto. Una vez me quisieron atar al automóvil con una cadena y arrastrarme…”. Como autores de los golpes señaló a los policías de Buenos Aires y uno de Marcos Juárez. Aquí debe señalarse que como las policías de Santa Fe y Córdoba no lograban resultados debieron intervenir desde Buenos Aires. La Policía santafesina sabía demasiado de la denominada mafia rosarina como para descubrir un caso en el que la misma estaba involucrada.
El procesado también contó que el joven Hueyo, quien había sido raptado junto a Ayerza y liberado casi de inmediato, le tiró balazo para matarlo. Este hecho fue publicado en los diarios santafesinos “Santa Fe” y “El Orden”.
@ Maltrato confirmado
El 25 de noviembre de 1932 el Gobierno de la provincia, mediante Decreto 29.436 serie “A”, encomendó al doctor Sebastián Soler que verificara algunas denuncias que había realizado la prensa. Entre las cosas que debió constatar Soler se encontraba el maltrato a Rampello. En el informe de la actuación de Soler señala que existió el maltrato denunciado. En el mismo escrito que las autoridades del Departamento Tercero Abajo habían tratado bien al preso. Como el decreto establecía que sólo podía investigar en este departamento, señaló que no podía determinar fehacientemente dónde fue golpeado Rampello. Cosas de los dobleces con los cuales se confeccionan algunas normas legales. Pasado los primeros diez días de diciembre Soler visitó a Rampello, en el informe que elevó al gobernador dijo que el menor aún tenía hematomas en su cabeza.
El cuerpo de Abel Ayerza fue encontrado el 21 de febrero de 1933. Cuando el caso llegó a la Justicia Vicente Di Grado, Romeo Capuano, José La Torre, Juan Vinti y Pablo Di Grado fueron condenados a cadena perpetua. En tanto Pedro Gianni recibió la pena de diez años, uno más que la condena a María Fabella y Salvador Rinaldi, luego fue deportado a Italia. Por su parte Graciela Marino fue condenada a siete años de cárcel. Rampello no estaba entre los condenados. Pero las cosas que sufrió este menor no fueron las únicas irregularidades en el caso Ayerza. En Villa Nueva estuvo detenido José La Torre, lo defendía el abogado Oscar S. Turchi, pero a eso lo contaremos la semana próxima en la tercera parte de esta nota.
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