Hay mucho agradecimiento en este hogar, también cierta tranquilidad después de semanas de dolor y preocupación. Y también una necesidad de despertar conciencia en los demás, para que a otros no les suceda lo que ellos hoy viven en carne propia.
Hablamos de la familia Ardovino - Ferreyra, quienes residen en una casa de calles Modesto Moreno y Deán Funes de Villa Nueva.
El sábado 15 de febrero Nicolás Ardovino (hoy de 19 años, pero en ese momento aún de 18) sufrió un accidente en el puente Juan Bautista Alberdi, cuando viajaba en moto como acompañante de su amigo Lucio de Marco.
Ninguno de los dos recuerda qué ocurrió y cómo se dio el hecho de tránsito. Sólo saben que salieron del boliche Welcome, en Villa María, que se subieron a la motocicleta y ya luego se despertaron en el Hospital Regional Pasteur.
Nicolás, el mayor de tres hermanos e hijo de Valeria, estuvo seis días en terapia intensiva y luego otros seis días internado en sala común. Luego pudo regresar a su casa y retornó a los quince días para someterse a una cirugía con la que le reconstruyeron la mandíbula, ya que tuvo fractura doble por el impacto sufrido en la cabeza (en la misma tuvo pequeños coágulos).
“Mi hijo perdió varios dientes. Estuvo en terapia por el compromiso en las vías respiratorias, no tuvo que usar respirador artificial, pero era un paciente que había que observarlo permanentemente. Nunca perdió el conocimiento”, detalló la madre.
“Ahora le espera una larga recuperación. Se alimenta con licuado, con líquidos y tendrá que hacer rehabilitación. Calculamos que tal vez en seis meses pueda estar recuperado”, especificó.
A Valeria se le llenan los ojos de lágrimas cuando sigue contando: “Los médicos me dijeron que no se puede volver a golpear. Y ha perdido la sensibilidad en la pera. Lo bueno es que es joven”.
“El no tiene moto y no se acuerda lo que les pasó. Con él tuvimos muchas veces discordias por el casco. No quería usarlo”, confesó. “Ellos se creen inmunes, piensan que nada les va a pasar. Hoy agradezco a Dios de tener a mi hijo vivo”. Conmovida, prosiguió: “Por el golpe, se podría haber desnucado, me lo han dicho los profesionales. Lo veo y realmente no es fácil todo este proceso. El sufrimiento que fue entrar todos los días a la terapia, haciéndome la fuerte, era terrible”.
“Hubiese dejado todo para que le quiten ese dolor inmenso que tenía”, dijo la mamá e hizo hincapié en la importancia del protector en la cabeza: “Es una manera de cuidarse, por favor, que todos sepan lo que puede pasar”.
Walter, su compañero y quien crió a Nicolás, coincidió y pidió que se use el casco.
Mientras, el chico hace reposo y sigue al pie de las letras las indicaciones.