De Yacanto a Vista Verde
El 18 de marzo pasado el presidente del bloque de concejales del Frente para la Victoria, profesor Rafael Sachetto, embistió contra su par en el Concejo, Darío Capitani.
Con Capitani sólo tengo en común el origen en nuestros mandatos (el Partido Villamariense) y conversamos y trabajamos en temas municipales. Puedo tener con él muchas coincidencias, y es muy probable que en ocasiones nos encontremos en las antípodas, pero un principio esencial (la amistad cívica) me impulsa a no guardar silencio.-
Con motivo de la desvergonzada prórroga de la concesión del estacionamiento medido, Capitani, interpretando la opinión de los vecinos, planteó sus divergencias. Con el único argumento del número, sus alegatos fueron silenciados. Se le “aplicó el reglamento”, en una interpretación que, como en el deporte, da para todos los gustos.-
Cuando Capitani, ventiló lo ocurrido, Sachetto usó su derecho a réplica. Pero utilizó una tesis deleznable y repugnante: acusó a Capitani de haber estado ausente cuando los vecinos víctimas de las inundaciones, lo necesitaban “…en los días críticos del desborde del río…” y alude a una supuesta imposibilidad del edil, de “…comprender los sentimientos de impotencia de quienes estábamos frente al avance del agua y a los rostros afectados de las familias angustiadas…”.
¿Qué le pasa, señor Sachetto?: usted ha desempeñado el alto cargo de secretario de Gobierno de la “Gestión Accastello” y hoy representa a su bloque parlamentario.
¿Cree que montándose en la desgracia ajena, va a tener más o menos razón? Acudir a las penosas circunstancias de una tragedia, como argumento que le permita sostener su capital político, es realmente una falta de respeto por esos vecinos cuyos rostros, usted dice que le angustiaron.
Quizás su “angustia” pasa por su recóndita convicción que durante años se dilapidaron montañas de dinero, en obras faraónicas pero no indispensables, priorizando lo espectacular por sobre lo prudente y necesario.
Construir un sistema de defensas y canalizaciones como previsión de crecidas “históricas”, como también poder mejorar la administración de los volúmenes hídricos de nuestra “lago artificial”, es probable que no haya sido tan atrayente como la construcción de un aeropuerto sin aviones o con aviones sin pasajeros.-
Es probable también que ese insulto público al gobernador, propinado por usted “…en un perfil personal de una red social…” no es más que la expresión de su propia impotencia para comprender que no podemos vivir trasladando a otros nuestras propias culpas y errores.
Pero no hay nada nuevo en el firmamento.
El año pasado, las iras del infierno se abatieron sobre amplias zonas de Calamuchita. Ardieron bosques, plantaciones, murieron cientos de especies vegetales y animales, incluso con el triste tributo de vidas humanas.-
Días después, con los fuegos apagados, Villa María fue conmocionada por la sorpresiva visita de la presidenta. Para regocijo de muchos, ponía los pies en el aeropuerto bautizado con el nombre de su esposo.
Luego, muy gentilmente, el intendente apareció para acompañarla en su viaje a la localidad de Yacanto, uno de los epicentros de la tragedia.
En rocambolesca procesión le siguieron funcionarios, políticos, candidatos.
Sacarse algunas fotos entre los espectrales restos de los árboles quemados, seguramente fue muy productivo en réditos electorales.
La alicaída performance del Frente para la Victoria en las PASO fue mejorada días después, y le permitió al elenco local presentarle a la presidenta los resultados del Departamento como ofrenda del único triunfo obtenido.-
Utilizar la desgracia ajena como elemento de rédito político puede resultar muy astuto. Pero moralmente incalificable.
José Naselli
vecino y tribuno por el Partido Villamariense
