El día 15 de marzo de 2014 fue una tarde desesperante y horrible para mi familia, en especial para mi hijo Bautista de 6 años, el cual padece una enfermedad cardíaca controlada y tratada.
El sábado estaba bien, sólo con un poco de tos leve. A la tarde empezó a toser y toser, a ahogarse cada vez más y le costaba respirar. Asustados todos y él más, al ver que no respondía y se descomponía, corrimos contra el tiempo para llegar a la Clínica de la Familia, donde la doctora de guardia Claudia Gómez y el enfermero Hernán Pipino trabajaron con rapidez y determinación, sin aturdirse ni asustarse al ver llegar a un niño descompuesto totalmente con una insuficiencia respiratoria grave, y unos padres muertos de miedo por la situación.
Pusieron su vocación de servir al prójimo a flor de piel, sin abrumarse ni asustarse y con una contención hacia nosotros muy bien dirigida. Le estamos y estaremos toda la vida agradecidos, por actuar a tiempo y salvar a nuestro hijo. También agradecemos a la doctora Andrea Domínguez, por su desempeño como pediatra y a Fabián Ardovino, por su atención y contención hacia nosotros y a toda la Clínica por la atención satisfactoria que siempre han tenido hacia Bautista, el cual le da mil gracias a la doctora Gómez, a la pediatra Domínguez y, muy especialmente, a su amigo enfermero Hernán Pipino, al cual mi esposo y yo felicitamos y le damos mil gracias por la atención que le brindó a Bautista Boano. Sólo queda por decir gracias, mil gracias, y sigan así que ustedes tienen la vocación en el alma.
Familia Boano