Unas 750 personas pudieron participar del Sexto Circuito del Maní, realizado el jueves último en General Deheza. Una muestra estática, una dinámica, charlas de capacitación y recorrido por industrias de maní confitería fueron algunos de los hitos de la jornada.
En la oportunidad, los productores pudieron ver los avances de la industria que produce y exporta el maní confitería, como también la nueva tecnología para la siembra y cosecha. Precisamente, una de las novedades de la dinámica fue la realización de labores con maquinaria con piloto automático.
Estuvieron en el acto inaugural autoridades de los municipios maniseros, dos ministros de la Provincia (Julián López y Martín Llaryora, de Agricultura e Industria, respectivamente), autoridades del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), como Eduardo Martelloto, titular del Instituto en la provincia, y el presidente de la Cámara Argentina de Maní, entre otros.
Ricardo Pedelini, ingeniero del INTA General Cabrera, fue reconocido por el Centro de Ingenieros Agrónomos de esa localidad y la zona por su aporte a la evolución del cultivo. A la hora de fundamentar la distinción, dijeron algo que lo enorgullece: “Respeta el saber de los productores”.
Emocionado por el reconocimiento, señaló que siempre les recomienda a los ingenieros más jóvenes “que hay que escuchar más que hablar” a la gente que está en el campo.
En diálogo con EL DIARIO Rural, el profesional que viene trabajando en la zona con el maní desde hace más de 30 años, dijo que “el trabajo territorial que hoy es política del INTA es el que empezamos a hacer acá cuando nos pusimos a trabajar en el cultivo más importante de la zona”, explicó.
A su turno, Martín Llaryora destacó que en el cluster del maní “se ven plasmados claramente la unión del campo y la industria, rompiendo la histórica dicotomía. Creo que es un modelo para imitar, que excede a una economía regional por la importancia que tiene para la provincia, representando el 10% del total de exportaciones”, agregó.
“No se puede vender maní si no lo industrializás. Además, ese proceso se da en el interior del interior, generando un modelo de economía federal. Un modelo que es un paradigma en cómo se vincula con la innovación”, dijo a EL DIARIO Rural.
“Tenemos el compromiso de ser premium en un mercado en el que competimos con grandes economías como la de Estados Unidos y China. Esto se debe al esfuerzo de los cordobeses”, remarcó.
Anunció, tal como informamos ayer, que firmaron un convenio para estudiar el impacto económico de la cadena manisera y empezar a desarrollar un polo tecnológico del maní, sumando a las universidades, los productores y la industria.
Evolución
“Acá hay gente que sigue diciendo que ese maní colorado que se servía con la cerveza no está mas. Y tiene razón, porque el maní de esa época se destinaba principalmente a hacer aceite”, recordó Pedelini, al hacer referencia a la dinámica y evolución del cultivo. “Se cosechaba mezclado con tierra, con palos, roto, porque iba para el aceite”, precisó.
Pero en los años 80 comenzaron a sembrar los primeros lotes con una semilla traída de Estados Unidos, con el fin de destinarlo al maní confitería.
“Eso se vio como un negocio y se puso una planta seleccionadora. Creo que la primera fue de Sabell y ahí empezó a crecer el sector”, indicó.
Comenzaron a necesitar otro tipo de manejo y surgieron las arrancadoras invertidoras para sacar más limpio el grano. Después, mejoraron las cosechadoras. Llegó la hora de trabajar con el control de malezas y enfermedades para que el producto tuviera buena madurez, buen sabor”, indicó al hacer una síntesis de esos 30 años acompañando a la producción.
“Son todas cosas que el mercado mundial iba pidiendo y nosotros nos preparábamos para ir desarrollando la tecnología que nos permitió llegar a hoy, convertidos en el primer exportador mundial de un producto de excelencia”.
El futuro
El planteo de lo que viene pasa, a criterio de Pedelini, por un desarrollo en el corto plazo de la agricultura de precisión y de nuevas variedades para cada nicho ecológico.
También se necesita un trabajo intensivo para el control de malezas y enfermedades específicas, máxime en épocas de mucha lluvia, explicó.
“Falta gente”, dijo, al señalar toda la tarea que tienen por delante para acompañar el desarrollo de un cultivo. Como ejemplo, dijo que en la Agencia del INTA de General Cabrera son sólo dos personas. “Pero puede ver que hoy son unas 60 trabajando en el Circuito; se trata de jóvenes que están entusiasmados con el desarrollo de la cadena manisera”.
Delegación brasileña
Clodo Aldo Dos Santos, Abel Gómez y Claudio Seycaö estuvieron en el Sexto Circuito del Maní representando a la empresa brasileña Colombo, que hace ocho años está instalada en Villa Nueva.
La firma produce cosechadoras de porotos, maní y café.
Destacaron que para el uso de las cosechadoras maniseras en la Argentina debieron hacer adaptaciones. “Allá se usan tres hileras de dos surcos, mientras que acá es de dos hileras con cuatro surcos”, destacaron.
Brasil tiene un tercio de lo que tiene Argentina dedicado al maní, unas 120 mil hectáreas, y si bien tienen una base de suelo diferente y un manejo distinto, “los resultados son los mismos”, concluyeron.
También hubo representación de Estados Unidos, Bolivia y Uruguay.
El tratamiento de la semilla
Uno de los avances que pudo ser mostrado en el Sexto Circuito del Maní fue el tratamiento que realizan a la semilla en Expel, empresa que tiene una planta en el Parque Industrial de General Deheza (un espacio de 100 hectáreas, con 60 industrias funcionando y 600 empleados).
Daniel Auyero destacó que la empresa que ofrece servicios a las semilleras tiene dos plantas en Buenos Aires y la tercera en Deheza, anunciando que están por instalar una nueva en Alejandro Roca.
Tratan las semillas con la técnica denominada Film Coating, que consiste en la aplicación de polímeros (producto orgánico) que quedan en el producto a manera de película.
“Es un proceso ecológicamente limpio, no se usa agua ni hay efluentes”, precisó el profesional.
Destacó que influye positivamente en la economía del productor, dado que se ahorran entre 15 y 25 kilos de semilla por hectárea, por el mejor resultado que ofrece al tratarla en la planta.
Indicó, además, que tiene mayor tiempo de poder germinativo y, como una tercera ventaja, que los fungicidas que usan como terápicos se liberan gradualmente, perdurando su acción por más tiempo.
Asegura que muchas veces se cuestiona el tratamiento o el preparado de las semillas -como en el caso de Monsanto- “por razones políticas y falta de información”.