El doctor Raúl Alfonsín se caracterizó por su permanente exaltación de los valores democráticos. Sus discursos siempre estuvieron plagados de invitaciones expresas al pueblo argentino a resistir y dar combate a las ideas que, desde adentro o de afuera, atentaran contra ese sistema.
Vale la pena recordar un pasaje de uno de ellos: “Los hombres y mujeres de mi Patria me honraron confiándome este cargo con una esperanza: la de recuperar la Nación para la vida, la justicia y la libertad” decía, mientras que en su rezo laico, de hondo sentido republicano, recitaba el Preámbulo de nuestra Constitución Argentina. Ese rezo sonaba en los oídos de toda una generación de ciudadanos, castigados por una de las más crueles dictaduras militares sufrida por este pueblo, como un verdadero canto de “rotas cadenas”. Nuevamente nos constituíamos en un pueblo libre, podíamos de nuevo elegir a nuestros representantes y eso se respiraba en las calles, un sentimiento de no más opresión, aunque se sabía que los grupos antidemocráticos y reaccionarios tenían sus pertrechos intactos y operaban desde las sombras.
Alfonsín, hijo insigne de la Reforma Universitaria de 1918, instaló en su gestión de gobierno una clara orientación. Convencido que la dignidad del hombre depende de la educación, del trabajo, de la salud y de la justicia, dedicó no sólo ideas y propuestas, sino también presupuesto, para desarrollar programas y acciones en educación, que le valieron el reconocimiento de organismos internacionales tales como Unesco.
Algunos sectores reaccionarios y antidemocráticos comentaban con mofa sus expresiones. “Con la democracia no sólo se vota, con la democracia se come, con la democracia se educa y con la democracia se cura”. Sin embargo bien vale la pena recordar que una de las primeras consignas y propuestas de trabajo en educación, fue la de democratizar al sistema educativo y a sus instituciones.
La dictadura había dejado su impronta en las escuelas. Vínculos afectados por el autoritarismo, por la persecución. Universidades arrasadas, vaciadas de materia gris. El país estaba sumido en un oscurantismo y atraso intelectual sin precedentes.
En materia universitaria se decide el ingreso irrestricto de estudiantes, se incorpora a los no docentes como el cuarto claustro que gobernaría los destinos de esta institución. Se vuelve así a los principios de la Reforma Universitaria de 1918.
Se instala como concepto educativo fundamental “la igualdad de oportunidades” , para tratar de revertir una situación educativa heredada. Era necesario entonces atender a los sectores sociales más desfavorecidos para garantizar su permanencia en la escuela primaria y secundaria, mientras se desarrolla un proyecto de Educación de Jóvenes y Adultos cuya característica fundamental fue la de reconocer a la persona en su integralidad.
¿Qué significó esto en las prácticas educativas? Los adultos y jóvenes son reconocidos como sujetos del aprendizaje, sujetos del derecho, sujetos de la salud y sujetos del trabajo, por lo tanto no sólo se les enseñó a leer y escribir y los conocimientos matemáticos, sino que los Centros Educativos de Jóvenes y Adultos se pensaron como verdaderos centros de capacitación laboral y de formación ciudadana.
En las escuelas secundarias y en las Universidades, se organizan nuevamente los Centros de Estudiantes, a pesar de las resistencias. Se respira nuevamente en las instituciones de Nivel Medio y Superior el sentimiento democrático de estas elecciones. Esto tuvo el sentido de una clara enseñanza y aprendizaje de querer volver a instalar la convivencia democrática en las escuelas.
Mientras tanto, también los grados de las escuelas primarias vivían experiencias pedagógicas cuyo sentido era, fundamentalmente, un aprendizaje para la vida en democracia. La propuesta fue organizar el aula como una asamblea, así desde más pequeños practicaban estos principios de convivencia participativa y autónoma.
Los docentes de todos los niveles y modalidades del sistema educativo vuelven a ejercer la libertad de agremiarse y se reinstalan la vigencia plena del Estatuto del Docente.
Pero no se puede dejar de recordar al Congreso Pedagógico Nacional, convocado por Ley 2311/84 y realizado en 1986. Fue una verdadera convocatoria a la ciudadanía y a todos los sectores sociales a opinar y proponer en materia educativa.
Los Institutos de Formación Docente incorporan, en sus enseñanzas, teorías científicas de las ciencias humanas que ponen al alumno como centro de los procesos de aprendizaje.
Una propuesta educativa cuya misión fundamental fue aprender a vivir en democracia será, más allá de las diferencias, siempre recordada positivamente por los actores sociales que se precien de comprometidos socialmente. Por eso recordar al doctor Alfonsín desde su propuesta educativa se constituye en un humilde aporte para acrecentar su digna figura política.
Comité de Circuito de la UCR Villa María