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Accastello lo hizo. Al ritmo de un gato, agitó el pañuelo, mostró sus dotes en el zapateo y exprimió hasta el último acorde de la tradición folclórica. Accastello lo hizo en pleno febrero festivalero. Cuando pocos lo esperaban, don Eduardo dividió la oposición y agitó el fantasma del octavo voto, ése que la ciudadanía le negó y hoy se balancea a poquitos metros de su cuerpo.
La designación del síndico de la Emtupse (la empresa de transporte urbano), que abrió las aguas entre la Democracia Cristiana y el Frente Cívico y Social no es una simple anécdota. Es una pulseada que ganó con el apoyo de su ex adversario, ahora gastronómico (según gusta decir) José “Bachicha” Sánchez.
Accastello hizo camino al andar. Sánchez ayudó.
Una unión que no sorprende demasiado, ya que los dos tienen un enemigo en común: Raúl Costa.
Y precisamente, los ediles de Costa sacaron a la palestra el mandato vencido de un síndico que había sido designado por el radicalismo hace cinco años y contaba, sin duda, con el visto bueno del Ejecutivo municipal.
Ricardo Pereyra metió el dedo en el diferencial de los colectivos y Accastello puso en marcha la movida para neutralizar el embate y le salió redonda. Mira cuán rápido ruedan.
La Emtupse es una empresa fuertemente cuestionada por los tribunos de Cuentas. Y en este transporte viajan juntos tanto el hombre de la Democracia Cristiana , José Naselli, como el del Frente Cívico y Social Francisco Maristany.
Pero en uno de los tantos e incomprensibles giros de la política asomó la paradoja. El Frente Cívico y Social respaldó la continuidad de quien, supuestamente por el decir de los tribunos, no había ejercido el control eficazmente.
Y el gato no terminó sin relaciones.
Se fue el presidente de la empresa, Juan Carlos Odriozzola (alguien debía pagar los vidrios rotos), y se quedó el síndico Jorge Grasso.
Una jugada típicamente accastellista que dejó pisando en terreno poco firme al propio bloque del Frente Cívico y desarticuló la estrategia de los costistas para consensuar la fiscalización y fortalecer el rol opositor con un fiscalizador incisivo y polémico como el abogado y ex legislador Manuel Sosa.
Costa es hoy el enemigo de los unos y de los otros.
En el medio de este berenjenal está la gente.
Precisamente, con un servicio elemental como el transporte urbano. Accastello demostró una vez más su habilidad para hacer “alianzas” que le permitan tener el control absoluto del poder. Y algunos que se dijeron opositores férreos le permiten transitar este camino. Esta vez fue Sánchez, antes fueron otros concejales que no dudaron en levantar la mano para habilitarle proyectos controvertidos.
La pregunta que surge frente a esta situación es ¿qué pasará con las normas que requieran ocho votos?
¿Serán tratadas con la seriedad que se merecen o tallarán los arreglos tan habituales en los últimos años?
¿Eduardo Accastello se acercará al juecismo para controlar el poder en su ciudad?
Preguntas que dan vuelta por la calle.
Interrogantes que se mezclan en las noches festivaleras, entre zambas, tangos, chacareras, baladas y por supuesto, gatos con relaciones.