El corazón partío
Hace casi siete años, un 4 de abril, moría injusta y cobardemente asesinado el maestro Carlos Fuentealba en Neuquén, en el contexto de una gran huelga que llevaban adelante los docentes de esa provincia.
El 28 de marzo de 2014 se cumplieron 16 días de paro de los docentes bonaerenses, en el marco de una lucha por aumento salarial sin precedentes, por lo menos en los últimos años. Así, al menos, lo registra mi memoria.
Voy a presentarme: soy docente. Orgullosamente docente y, por estos días, contradictoriamente docente. Soy docente de la escuela pública y defensora de la misma, creo fervientemente en su rol de emancipadora, de igualadora social y promovedora de la justicia. Por eso cada día encaro mi trabajo con mucho amor y compromiso.
También, creo que el hecho educativo requiere de docentes con una fuerte vocación y una férrea posición política y como me reconozco sobre todo una trabajadora de la educación, considero fundamental la lucha colectiva por nuestros derechos.
Por eso en estos tiempos me debato en una tremenda contradicción: no puedo dejar de admirar a nuestros compañeros bonaerenses que, pese a todo y contra todo, sostuvieron su posición y aguantaron tantos días de paro, hasta que sus justas razones fueron escuchadas, torciéndole la voluntad política a su gobernador-patrón y, por otro lado, no puedo dejar de pensar que la escuela pública debe defenderse "en la trinchera" del aula, brindando el mejor servicio y la mejor enseñanza.
Menuda contradicción en tiempos donde la compleja realidad nos plantea múltiples desafíos para resolver desde la escuela.
Vuelvo donde comencé: el próximo aniversario del asesinato de Fuentealba nos debe convocar a la docencia toda a la reflexión sobre los modos y los alcances de nuestras luchas, no porque la pelea sea inútil (como a veces nos quieren hacer creer), sino porque la responsabilidad social que en la actualidad tenemos los trabajadores de la educación pública se ha multiplicado por el mandato de la inclusión educativa. Todos los niños y jóvenes tienen que estar dentro de la escuela.
Quizás sea la hora de reinventar juntos la manera de hacer oír nuestras reivindicaciones laborales, de modo tal que en lugar de debilitar a la escuela, nuestra lucha se fortalezca.
Diana Martínez
DNI 22.563.303
¿Mala madre yo?
Me dirijo a ustedes, lectores de EL DIARIO con el simple motivo de limpiar mi imagen y la de mi hija (M.U.) que el día viernes 28 de marzo aproximadamente a las 8.40 nos acercamos hacia el establecimiento Penitenciario Nº 5 con el objetivo de evitar el traslado de mi hermano Mariano Jesús Pino (acusado injustamente de un delito en los primeros días del mes de marzo de este año). Esta acusación no es válida ya que el oficial Lozano, vestido de civil, lo detuvo por un supuesto robo de una casa, poniéndole un arma de fuego en su poder. Este joven (Pino) ha cometido delitos en años anteriores, por los cuales lo condenaron a tres años, que él ya cumplió, alcanzando la libertad en enero de este año.
Cuando nosotras llegamos al penal, mi hermana y mi cuñada preguntaron al policía que estaba en la entrada si ya habían trasladado a Pino. Estos nos dijeron que él no iba a ser trasladado, luego un policía nos dice que el detenido fue trasladado a las 6 AM.
Yo fui con el motivo de calmar a mi mamá debido a la situación que estábamos viviendo y ahí fue cuando hicieron un maltrato hacia mi hermana, a la que una vez ya esposada le tiran de mala manera del cabello, a mi cuñada la empujan contra el capó del auto, ésta estando embarazada le golpean la panza, por lo que mi hija de 12 años reacciona al ver que le pegaban a mi hermana (madrina), luego se acerca un policía agarrando a la menor del cuello de una manera no debida, dejándola sin aire (asfixiándola), yo siendo madre reaccioné como cualquier madre para defender a su hija, agrediendo al policía de manera física para que la suelte. Este afloja, pero no la suelta. Después se acerca otro policía agarrándome del cuello y dejándome sin aire hasta aflojarme las piernas y un policía (compañero) le dice "soltala bol... que la estás ahorcando".
Una vez ya detenidas nos llevan a la Comisaría Regional 8, ubicada en calle General Paz.
Ahí nos revisan a mi hermana y a mí. A lo que yo voy es que una policía (mujer) le dice a mi hija que se quite la ropa, obligándola, siendo ésta menor de edad, la cual mi enojo es porque a mí me dijeron que yo iba a entrar con ella para que la revisen, pero nunca pensé que la iban a desnudar y sin estar yo presente.
Ahora yo le pregunto a toda la sociedad y a todos los medios de comunicación, si una vez sabiendo lo que ocurrió en verdad van a seguir el concepto que han hablado de mí, de que ¿yo soy una mala madre por defender a mi hija? ¿Qué hubiesen hecho ustedes como madre o padre en mi lugar?
Saludo atte.
Paola C. Aguirre
DNI 27.269.340