María Elisa Inamorato era una joven trabajadora con sueños de progreso. Quería ser abogada, pero la necesidad de trabajar la hizo volver de Córdoba capital a su ciudad de origen: Oliva.
Allí trabajó como moza hasta que ingresó como secretaria en el Sindicato de Empleados Públicos (SEP), donde mostró su entusiasmo y eficiencia.
Un mes antes de morir asesinada de 18 puñaladas asestadas por su expareja había decidido terminar con él.
Fueron varias razones por las que decidió interrumpir su noviazgo con Javier Chiosso (23) . Quizá, la más fuerte, era la violencia que el joven de James Craik ejercía sobre ella, algo que sus familiares supieron fehacientemente después del crimen.
Hoy, el caso fue elevado a juicio y el imputado de homicidio simple es Chiosso, quien permanece detenido desde entonces.
El crimen ocurrió en la noche del 24 de noviembre de 2012, a 10 días de que el Congreso de la Nación aprobara la ley que incorpora el femicidio como agravante del homicidio.
María Elisa Inamorato luchó por su vida, pero finalmente falleció en la madrugada del 25 de noviembre, precisamente en la jornada que mundialmente se conmemora el Día contra la Violencia de Género.
La hermana de María Elisa, Yanina Buompadre, vivió la peor experiencia imaginable, dado que fue ella quien la encontró agonizante en la casa y la llevó en brazos hasta el hospital.
En diálogo con EL DIARIO, Yanina revisa cada página del expediente judicial con un solo deseo: que se haga justicia. “Otros familiares míos hablan de venganza, yo lo único que quiero es justicia, porque creo que así Elisa podrá descansar en paz”, dijo. Por eso lamenta que la carátula de “homicidio simple”, delito penado con menos años de cárcel que el “femicidio” o el “homicidio agravado” haga que en poco tiempo recupere la libertad. “Temo lo peor, porque no quiero que esté libre así como así, pero también porque temo la reacción de mi familia y no estamos en condiciones de soportar otra desgracia”.
El 24 de noviembre de 2012 pasa en su mente como una película de horror que revive cada día. Otra de sus hermanas, la menor, tenía una relación complicada con una pareja y ese día no había vuelto a la casa. Fue por eso que estuvieron con Elisa tratando de ubicarla sin resultados.
“Las dos vivíamos en Oliva y yo estuve en su departamento hasta las 20.30 aproximadamente. Sabía que esa noche iba a venir Javier en el último colectivo, porque le dijo que quería recuperar una campera y unas pinturas que se había dejado en casa de Elisa. Ella ya había terminado la relación, pero él se resistía a entenderlo”, dijo.
A las 23.30, recibió el último mensaje de Elisa, para preguntarle si la hermana menor había vuelto y para decidir si iban a denunciar el hecho o no a la Policía.
Media hora más tarde, la llama con la voz quebrada: “Flaca, vení. El Javier, el Javier”, le dijo.
Sin saber muy bien qué había ocurrido, salió con su pareja y un amigo para la casa de Elisa. Durante los pocos minutos que demoró en llegar, retumbaba en su mente la conversación telefónica que había tenido Elisa con Javier a la tarde, cuando acordaron que él iba a ir a buscar la campera. “Me acuerdo que ella le decía: ‘No llorés, no me conmovés más’. Elisa no lo amaba, pero lo quería como persona. Lo ayudaba para que consiguiera una prótesis que necesita para la pierna y con el problema de salud que tiene (cirrosis), porque deseaba que estuviera bien. Siempre tuvo buenos sentimientos mi hermana”, dijo.
Envuelta en esos pensamientos, cruzó el pasillo para ingresar al departamento ubicado al fondo de un terreno. Allí vio lo peor. “Era una masacre, sangre por todos lados y Elisa, con el teléfono encima de ella, agonizando”, recordó.
Comenzó a gritar y su pareja junto con el amigo vinieron a ayudarla. Dado el estado de shock en el que quedaron los tres ante semejante cuadro, no atinaban a marcar correctamente el número de emergencias, por lo que la cargaron en sus brazos y la llevaron ellos al Hospital Zonal de Oliva.
“Ella me agarraba fuerte la mano. La única paz que encuentro es pensar que no murió sola”, dice Yanina.
En el hospital hicieron las primeras curaciones y la derivaron inmediatamente a Villa María, donde le hicieron una intervención quirúrgica. Los esfuerzos médicos fueron en vano. A las 3.30 del 25 de noviembre dejó de existir.
La causa
“Ya está. O la mataba a ella o me mataba yo”, dice el expediente citando a testigos que dan cuenta de lo que dijo Chiosso antes de entregarse a la Policía.
“Para mí, eso demuestra claramente que vino a matarla, que fue premeditado. Porque pasó menos de media hora desde que llegó hasta que mi hermana me llamó agonizando y después dijo eso, que ya estaba”, señaló Yanina.
En esa escasa media hora que pasó desde que un remisero craikense lo dejó a la vuelta del departamento de Elisa hasta que la joven mujer llamara a su hermana alcanzó a golpearla en la cara y asestarle 18 puñaladas con tal violencia que la cuchilla de 22 centímetros quedó doblada.
La autopsia, tal como revela Yanina, detalla que su hermana tenía los pómulos morados, el labio partido y 18 heridas cortantes. “Varias en los brazos, pero las más graves en la zona del estómago y una más profunda, que parece que fue la que le causó la muerte, es la que le perforó un pulmón”.
“Con todo eso, yo pregunté por qué la carátula era homicidio simple y acá en Oliva me dijeron que con la investigación podía cambiar. Sin embargo, la elevaron a juicio así, con esa carátula. Hasta ahora no encontraron ni premeditación ni alevosía. Para mí, es claro que fue premeditado”, indicó.
Los signos silenciados
La relación de Elisa y Javier duró unos tres años. “Yo sabía que él tomaba, pero nunca lo vi descompuesto de borracho”, dijo Yanina. Sin embargo, ella advirtió algunos signos de violencia previos que fueron minimizados por su hermana. “En octubre fuimos a cenar a Luu Flaps por el Día de la Madre. El la celaba mucho y yo noté que le pegaba patadas debajo de la mesa”, recordó.
Pero peor aún fue cuando ingresaron al departamento de Elisa, cuando ella ya había muerto. “Vimos unas fotos que se tomó ella misma en julio de 2012, con moretones en la cara y en un pie. Ella no dijo nada, no lo denunció”, informó Yanina. Según las estadísticas que publican organismos defensores de los derechos de género, el 65% de los hechos de violencia no son denunciados.
Las fotos de esa época, como así también una conversación por Facebook donde Elisa cuenta algo de la violencia previa que sufrió, son parte del expediente. “¿Nada de eso es agravante?”, se preguntó Yanina.
Ahora, busca serenidad, concentrarse en sus hijos y esperar el resultado de la Justicia. “La verdad, me gustaría preguntarle por qué lo hizo. Por qué tanta maldad. Por qué, si tenía problemas, no buscó ayuda. Por qué tanto egoísmo, tanta maldad, con las que arruinó a dos familias; a la nuestra, porque ya nada es igual, y a la de él”. Y concluyó diciendo que para ellos la vida “no sigue, sino que los días pasan”.
La ley que no se aplicará
La Ley 26.791 incorpora el femicidio como agravante del homicidio que se comete contra “una mujer, cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”. Fue aprobada el 14 de noviembre de 2012 y promulgada el 11 de diciembre del mismo año, por lo que Chiosso no será juzgado por ese delito que establece para los condenados una pena de reclusión perpetua.
En cambio, para el homicidio simple establece una condena de 8 a 25 años.
Amar no es sinónimo de posesión
Una frase que se repite constantemente en los casos de violencia de género y en la expresión más grave de ésta, el femicidio, es que el agresor “amaba” a la víctima.
Es claro que el amor nunca, pero nunca, se traduce en forma de golpes físicos, agresiones psicológicas o maltrato económico. El amor construye, no destruye. Porque amar no es poseer.
Un caso de violencia que vimos en los últimos días en la ciudad tiene que ver con las pintadas que realizó la expareja de una mujer que vivía en la pensión ubicada en Santiago del Estero al 1.200.
“Tu amor o tu muerte”, dice uno de los textos acosadores que escribió el agresor. Dos palabras que nunca deberían ir juntas.
Patricia Gatti
Fotografías: 1) Yanina Buompadre, la hermana de la víctima, pide que se haga justicia para que su hermana descanse en paz
2) El 24 de noviembre de 2012, 18 puñaladas truncaron los sueños de María Elisa Inamorato. El caso será juzgado en Villa María