Pasaron tantas cosas el sábado a la noche, adentro y afuera del Anfi que cuesta decidirse por dónde empezar. Noche llena de sorpresas. Para largar, vamos a decir que el Patrón se dejó ver por la platea, tal vez como esperando que le hicieran un homenaje, porque este año la cosa vino de nostalgia y nos venimos acordando de todos. Por ejemplo, de Otero Wilson, autor de la letra de Zamba para Villa María, quien autorizó que le cambiaran la letra a la canción, por una cuestión de calendario, en un claro ejemplo del arte subordinado a la agenda de los programadores. Eso me puso a pensar que habría que cambiarle también la letra a Dios a la una cada vez que se adelantan los relojes por disposición gubernamental.
Volviendo a la Zamba para Villa María, no sé cómo habrán hecho con la parte que dice “a orillas del río Tercero”, ahora que se llama Ctalamochita. Me permito sugerir que se rime de la siguiente manera:
Si me preguntan cuál es
la niña que a mí me excita
es cordobesa y nació
cerca del Ctalamochita.
En fin, es sólo una sugerencia, una licencia poética, disculpe usted, estimado Otero.
Mucha gente se asombró de ver aparecer a Wilson sobre el escenario, porque no muchos sabían que era el poeta que le cantó a la ciudad, pero déjenme decirles que no es el único logro artístico del entrerriano, de perfil más bien bajo. Estuvo nominado al Oscar como mejor actor de reparto por su actuación junto a Tom Hanks en la película El Náufrago; hizo de pelota de vóley, muy bien caracterizado.
La cuestión es que Wilson subió al escenario junto con Los Soñadores -que finalmente pudieron tocar- y a la Orquesa Estable del Festival (que si se va el Patrón es posible que pase a llamarse Orquesta Inestable, al menos hasta que arreglen con el que venga). Fue sin dudas un momento muy emotivo ese. En ese marco también subió a cantar Pico Silva (¿?) todo vestido de blanco. No se sabía si era el mozo, o el muñeco de una torta gigante que le iban a regalar al Patrón por los servicios prestados. A este gran elenco se sumaron las voces de Valeria Lynch y el Gringo Borsatto, que se animó a cantar. Habrá pensado que si el intendente Accastello cantó por radio, por qué él no iba a aprovechar el escenario del Anfi para darse el gustazo.
Pero quizá la mayor sorpresa del sábado por la noche haya sido la de Gian Franco Pagliaro, aunque no sobre el escenario, que hace ya años que no sorprende a nadie, sino en la conferencia de prensa. El cantautor pseudo itálico (para mí que es de San Andrés de Giles), se empeñó en aclarar que él no buscaba divertir, sino conmocionar, deprimir al público. De ser así, es un tipo exitoso, a su manera, porque lo logra con apenas entonar un par de sus canciones. Aunque si lo que busca es deprimir a la gente tendría que haberse dedicado a la política, por ejemplo, o a repartir cuentas a fin de mes. Por lo menos se ahorraría la orquesta.
Otro momento emotivo sobre el Hernán Figueroa Reyes fue cuando subieron Los 4 de Córdoba, que de rebote demostraron que hay inflación en el país porque eran como 8. Y después de cantar, según me dijeron, tenían una curda como para 14 y por eso no fueron a actuar a la peña de Los Haravecos, donde estaban anunciados. La gente quedó esperando, parece que bastante enculada. Y para colmo, otro que estaba anunciado y no subió, fue el Gato Peters. En este caso, ¿podría decirse que les metieron el perro? Sí, se trata de otra licencia poética, che.
La otra gran revelación en torno al Festival, vino de la mano de Rony Vargas, ayer a la mañana, cuando le hizo un reportaje al intendente Accastello. Por supuesto, fue inevitable hablar de la retirada del Patrón de la organización del Festival de Festivales. El intendente no escondió que lamentaba el hecho de que Musicalísimo Producciones abandonara el evento. Al despedirlo, Rony hizo la gran revelación. Saludó al intendente y le agradeció “¡Muchas gracias, Quaglia!”, dijo Vargas, sorprendiendo con la revelación a propios y extraños, aunque sin explicar si el intendente de Villa María es Quaglia, o si quien nosotros creíamos que se llamaba Accastello se llama en realidad Quaglia. En fin, un lío.
Otro que confunde bastante con su discurso es el Chaqueño Palavecino. Le canta a los montes del Chaco con un amor bárbaro y resulta que está denunciado por haber talado a mansalva para sembrar soja en aquella provincia.
Lo que sin dudas resultó un acierto fue la inclusión de Cacho Buenaventura y Jairo, que aunque ya era medio tarde, hicieron las delicias del público. Una gran idea, sin dudas. Y otra gran idea de la organización fue la de vender agua bendita en el quincho. Porque, a ocho pesos la botellita ¿era agua bendita, no?
Una duda que me quedó atragantada junto con el choripán (no pude tomar agua finalmente, por una cuestión presupuestaria) fue el uso de las pantallas dentro y a los costados del escenario.
Cuando actuó León Gieco, que tenía un vídeo para pasar, lo hicieron sólo por la pantalla del escenario, para el público que estaba al medio y a los costados teníamos que bancarnos las publicidades. No sé si son empresas que lo sponsorizan a Gieco o es que a los organizadores no les dio el bocho para pensarlo un poco, o les molesta que se pasen imágenes de la dictadura o simplemente discriminan porque sí, justo al artista que está haciendo un laburo tan integrador. Porque cuando actuó el Chaqueño, todas las pantallas eran para él. Una joda, che.
Y hablando de todo un poco, antes de ir cerrando el pico por unas horas, hay que decir que los que aprovechan cada día más la volada con el Festival de Festivales son los del Jockey Club, que este año, al ya tradicional patio de comidas, le sumaron turf. Este año, agregaron a las carreras de ayer el “Premio 42º Festival de Peñas”. Décima carrera, hora 16, 500 metros... ¡largaron! Y lo ganó Florindo de San José de la Esquina.
Lástima que no avisaron con más tiempo, porque a mí se me ocurren varios que estuvieron cantando y que podrían haber participado. Y con muchas chances. ¡Tenía la fija, tenía! Pero bueno, todo no se puede.
Y ya voy terminando que es hora de acicalarme para ir a presenciar la tercera noche festivalera. Aunque, la verdad, es que yo ya estoy palpitando el tunga tunga...
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