El titular de la Diócesis de Villa María, Samuel Jofré Giraudo, dijo que los linchamientos de presuntos ladrones registrados en los últimos días en algunos puntos del país “son una barbarie”.
Abordado por EL DIARIO, consideró que estos ataques “son fruto de una irracionalidad y de sentimientos exacerbados de modo totalmente loco”. Y acto seguido indicó: “Degrada más a los que lo realizan que el que lo sufre”.
“Es un estado de ánimo puntual pero que refleja un malestar colectivo que resulta fundamental revertir”, manifestó el obispo, quien evaluó que “todos somos de alguna manera responsable”.
“Uno de los objetivos principales del ejercicio del poder público es pacificar el pueblo y para ello también es necesario la fuerza que ponga límites a la delincuencia y así serene los ánimos de las víctimas”, advirtió. “Es conocido que la venganza privada hace muchísimo daño, por eso el ejercicio de la fuerza pública y del poder punitivo del Estado es un paso de civilización importantísimo”, aclaró.
Jofré manifestó que “estos fenómenos son la prueba de un retroceso en la civilización”.
El pastor detalló que “la paz no comienza con el derecho penal sino con la fraternidad en casa”. “La descomposición de la familia convulsiona la vida de los pueblos, desampara a los más pobres. Tenemos que recomenzar los argentinos, los linchamientos deben ser un llamado a empezar de nuevo”, declaró y dijo que esto debe darse desde casa, “con la constitución de matrimonios sólidos que se dediquen a servir a sus hijos”.
“Los casos de violencia familiar son muestra de que nuestro pueblo sufre una descomposición moral muy delicada”, apuntó.
“Los creyentes sabemos que la mayor fuerza de la pacificación de corazones es la oración por eso promuevo e invito a que recemos, a rezar más, juntos. Lo necesitamos cada uno de nosotros, nuestras familias y la Patria. Si rezamos, Dios no nos va a hacer faltar su luz y fuerza para corregir lo que tengamos que corregir y sobreponernos a los momentos dolorosos e injusticias”, señaló el purpurado.
Consultado sobre su mirada para combatir la delincuencia, hizo un largo análisis. “La defensa propia es un derecho, ante el cual no hay obligación de renunciar. Una persona puede defenderse incluso violentamente, pero esto es muy distinto del acto de venganza como linchar, matar o agredir al culpable”, recalcó.
“Hay un momento que es el punitivo, ejercido por el Poder Judicial. Evidentemente no está funcionando bien, pero tenemos que ser conscientes que ese poder punitivo es el último recurso de una comunidad. Hay otros antes, pero no se puede ser ingenuo de creer que siempre los otros medios serán suficiente. La experiencia indica que el poder punitivo es necesario”, consideró. No obstante, aclaró que “la promoción moral del pueblo, la educación, es la principal” vía para evitar la delincuencia. “Y luego hay muchas situaciones de injusticia, larvadas en la comunidad, como la inflación. Es una agresión, una injusticia, porque desconcierta y hace muchísimo daño a la comunidad. La descomposición familiar, es otra. Hijos sin padres unidos, injusticias en el trabajo, como empleados en negro, o desleales para sus jefes, prácticas comerciales desleales, convulsionan los ánimos y generan una especie de subproducto que es la delincuencia”, aseveró.
También hizo alusión a la droga y al alcohol, a las que vinculó con la agresión. “El libertinaje sexual parece divertido pero es otro factor más, lo estamos viendo con delitos pasionales, violencia de género y doméstica. Desatadas las pasiones, luego no se pueden controlar”, opinó.
Jofré resaltó que la delincuencia “no se soluciona de manera simplista, sólo con el poder punitivo del Estado, sino que se trata de educación, orden social, familiar y moral y sí, en última instancia, el ejercicio de lo punitivo”.