La testigo Susana Patricia Aldecoa sostuvo ayer ante el tribunal que los represores "se dieron el lujo de marcarnos para toda la vida", al declarar en el juicio que se lleva a cabo en los Tribunales Federales de Córdoba por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar.
Aldecoa declaró en relación a la desaparición de su padre adoptivo, Hugo Alberto Junco, que fue secuestrado de su domicilio en la localidad de Río Ceballos, distante unos 30 kilómetros al noroeste de la ciudad de Córdoba en la madrugada del 4 de agosto de 1976, y aún permanece en condición de desaparecido.
"Es increíble cómo puede cambiar la vida en una sola noche", señaló la testigo, y añadió: "Ellos -los represores- se dieron el lujo de marcarnos para toda la vida. Y nosotros no tenemos ni dónde ir a llorarlo. Hoy vamos al Parque de la Memoria de Río Ceballos, donde podemos tomarnos un mate o sentarnos bajo un árbol".
Otra de las testigos fue Teresa del Niño Jesús Benavídez, esposa de Hugo Junco, quien además de chapista era obrero y delegado gremial del Frigorífico Mediterráneo.
Benavídez precisó que tiempo después del secuestro de su esposo se entrevistó con Luis Carnero (un electricista vecino de Río Ceballos y secuestrado durante cuatro días), quien le dijo que había escuchado la voz de Hugo Alberto en La Perla.
La última testigo de la audiencia 139 fue Alejandrina del Carmen Meisner, exmilitante gremial en el SMATA, detenida en la madrugada del 24 de marzo de 1976 y previo pasar por el Departamento de Informaciones de la Policía provincial (D2), fue alojada en la cárcel del Buen Pastor.