Integrantes del movimiento “Patitas Felices”, organización que trabaja en la problemática animal, se acercaron a nuestra Redacción para manifestar su preocupación por lo acontecido con algunos perros que vivían en el Campus de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM).
Previo a ello presentaron un escrito en la Municipalidad local. Sobre el mismo, una de las integrantes del movimiento, Verónica Ardiles, relató que “nuestra primera intención no fue enviar una nota a la Municipalidad, sino que queríamos ir al Centro de Adopción Municipal (CAM) para sacar unos perros que fueron retirados del Campus de la UNVM el pasado viernes 18”.
“Los mismos estudiantes del lugar, que son quienes los alimentaban, habían juntado firmas para realizar un petitorio solicitando que los canes no sean llevados del lugar porque no molestaban a nadie, pero aparentemente por insistencia de algún directivo de la UNVM el municipio tuvo que ir a buscar esos perros y sacarlos del lugar”, agregó.
Seguidamente, Ardiles contó que “pensamos en ir hasta el CAM para hablar con Valeria Suárez, pero para evitar inconvenientes con ella decidimos hacer las cosas como correspondían y fue por eso que presentamos una nota en mesa de entrada del Palacio Municipal, firmada por proteccionistas, y dio la casualidad que nos recibieron ese escrito y además lo pasaron como un expediente”.
“Nuestro pedido es la restitución de esos perros y de una perra llamada ‘Tigresa’, que fue llevada de la costanera, porque tenemos un lugar para ubicarlos, fuera del ejido urbano de Villa María”, precisó.
Además, comentó que “también solicitamos por el bendito registro de adopciones, que el Gobierno local dice que existe, que los proteccionistas no hemos podido ver hasta ahora. Sólo nos mostraron en una reunión, maltratándonos como siempre y a los gritos, una carpeta común con un par de hojas en las que sólo decía el sexo del perro, su color y que fue adoptado”.
“Eso no es un registro serio, porque no informa precisamente de qué perro se trata, ni tampoco en qué fecha y por quién fue adoptado”, remarcó.
Finalmente, Ardiles sostuvo que “la problemática real es que en el CAM no están los mismos perros que estaban en junio de 2012 en el viejo albergue canino y que nunca pasaron al nuevo espacio”.
“Nosotros tememos lo peor. Circuló un rumor, a partir de un llamado telefónico, de que esos perros desaparecidos aquí aparecían en Río Cuarto. Estamos temiendo que esos canes sean ‘conejillos de india’ y eso sería el colmo de la maldad a la que se puede llegar”, dijo con marcados rasgos de preocupación.