Escribe
Martín Gill*
En la sesión de hoy, los diputados nacionales tendremos la posibilidad de participar de un hecho particularmente trascendente como es la ratificación del acuerdo definitivo entre YPF y Repsol. De esta manera, se estará cerrando el proceso que dio lugar a la renacionalización de la empresa estratégica para el presente y el futuro de la patria.
Sin dudas que la historia de YPF está cruzada por la historia de nuestra patria, con sus aciertos y con sus errores, pero lo que es indudable es que YPF es la empresa más significativa para la historia de los argentinos, para nuestro presente, pero fundamentalmente para nuestro futuro.
Nació como una compañía destinada a proveer a las Fuerzas Armadas y atravesó tantas vicisitudes que la hicieron llegar a tener el particular mérito de ser una petrolera que perdía plata.
Sin dudas, la historia de YPF es el fiel reflejo de nuestra historia política.
Su privatización en los 90 fue la expresión más cruda de los mandatos neoliberales que imperaban en el mundo y de los que nuestro país era su más insigne representante. Y no sólo por la decisión de hacerlo, sino por el modo en que se efectuó, un proceso que profundizó el desguace de una política energética nacional y condenó a miles de trabajadores a la desocupación y a pueblos enteros al olvido.
La administración de la empresa en manos privadas se caracterizó por un conjunto de variables que dieron lugar a la desinversión, caída en la producción, reducción de puestos de trabajo, a punto tal de poner en jaque a la sustentabilidad energética de la Argentina.
La producción de petróleo y gas natural en la etapa Repsol-YPF (1997-2011) tuvo una caída en petróleo del 44% y, en el caso de la producción de gas, el descenso acumulado desde 2004 fue de un 55%.
Las reservas de petróleo y gas natural en esa etapa también fueron en descenso. La baja inversión en la exploración determinó una caída en el horizonte de reservas. En el caso del petróleo, fue del 50% y, en el gas, pasó de 17 años en 1997 a sólo 7 en 2011, un descenso del 57%.
La participación de la empresa Repsol-YPF en la producción de petróleo y gas natural en Argentina pasó, en el caso del petróleo, de representar el 42% del total nacional en el año 1997 al 34% en 2011 y, en el caso del gas, de una participación del 35% en el año 1997 se cayó a un 25% en 2011.
Sin embargo, los dividendos pagados por Repsol-YPF, al revés de los otros indicadores, prácticamente se triplicaron desde 2003. Mientras en el período 1997/2003 se pagaron dividendos por 483,49 millones de dólares, en el período 2003/2011 ascendieron a 1.419,41 millones de dólares.
Por otro lado, la caída en la producción deterioró el saldo comercial energético, llegando a comprometer la soberanía del país en ese rubro. Así, este saldo que en 2003 era de 4.864 millones de dólares de superávit pasó a conformar un déficit de 3.560 millones de dólares en 2011. Es éste el contexto en el que la Argentina decide intervenir y luego expropiar el 51% de las acciones de YPF, lo hace en defensa de los intereses nacionales y dando lugar a la Ley 26.741 de Soberanía Hidrocarburífera.
En estos dos años de administración con mayoría del Estado nacional, YPF incrementó sustancialmente sus niveles de inversión, lo cual permitió revertir el declino que presentaba la producción de petróleo y gas. Mientras en 2011 la empresa íntegramente de capitales privados invertía 3.390 millones de dólares, en 2013 la empresa mayoritariamente de capital nacional alcanzó una inversión de 6.295 millones de dólares. Así, entre 2011 y 2013 la producción de YPF en petróleo creció un 6%; mientras que en gas se logró revertir la baja en producción, representando en 2013 un crecimiento del 2,3% respecto a 2012.
La perforación de pozos gasíferos nuevos de YPF pasó de un solo pozo en 2011 a 26 en 2013, con un incremento del 421%. Los ingresos por ventas de YPF (en millones de dólares) pasaron de 12.865 en 2011 a 15.511 en 2013. Por otra parte, en el último año se registró el récord de inversiones en la última década de la empresa, con un incremento en todo el período del 137%.
Desde la recuperación de YPF se logró revertir el proceso de vaciamiento del capital de la empresa. Así, los dividendos pagados cayeron un 94,1%.
En cuanto al valor de pago de la expropiación, es importante hacer la siguiente consideración: al momento de producirse, en junio de 2012, Repsol reclama una indemnización por 10.500 millones de dólares. En diciembre de 2012 Repsol radica una solicitud de arbitraje contra la argentina en el CIADI por ese monto. En la misma fecha, Repsol valoriza el 51% de YPF SA en 7.053 millones. En febrero de 2014 y fruto del acuerdo suscripto con Argentina, Repsol revalúa el 51% de YPF en 5.000 millones de dólares, pasando a pérdida 1.757 millones y aceptando la oferta de pago por la expropiación efectuada por la República Argentina.
Ya es menos dinero
Ahora bien, si tenemos en cuenta algunos datos del desempeño de la empresa durante estos dos años de gestión estatal mayoritaria, podríamos llegar a otra estimación del costo real de la adquisición del 51% del paquete accionario de YPF. A saber: si al valor de la indemnización a Repsol por 5.000 millones de dólares le restamos el ahorro que el país produjo por la importación de GNL atento al incremento de la producción en el período 2012/2013, lo que representó 1.120 millones de dólares; si a ello le quitamos el monto por utilidades no distribuidas en el período 2012/2013 debido al cambio de política de la empresa, lo que ascendió a 2.070 millones; y si a ello le restamos la valorización de YPF por el aumento en el precio de la acción en la Bolsa de los EE.UU. desde la expropiación hasta la fecha del convenio de pago, lo que asciende a 1.691 millones, nos daría que el resultado real de la adquisición es de 119 millones de dólares.
Por otro lado la rentabilidad proyectada del 51% del paquete accionario de YPF durante el período de pago del acuerdo, en cualquier escenario resulta favorable. El flujo de caja proyectado para ese lapso supera en cualquier escenario las erogaciones por el capital (-5.000 millones de dólares) y el costo financiero del mismo (-5.000 millones aproximadamente). Así, la rentabilidad proyectada de YPF es en el caso de flujo proyectado de caja neto de repago de deuda financiera (sin inversiones adicionales) superior a los 12.504 millones, y en el caso del flujo proyectado de caja neto de repago de deuda financiera (requiriendo inversiones adicionales) superior a los 28.482 millones de dólares.
¿Cuál es la matriz energética de la Argentina? El mundo depende fuertemente de la energía orientada a los hidrocarburos. En nuestro caso dicha dependencia es del 85%, el resto lo conforman la energías renovables, hidroeléctricas y nuclear. En el resto del mundo, si bien esta dependencia es un poco menor, lo es por el fuerte componente que tiene en sus economías la energía producida en base al carbón, que si bien es más barata, resulta ser la generación de energía más sucia. Las energías alternativas van aún demoradas en su índice de participación total.
Hoy la opción más rápida para lograr remplazar el carbón y lograr mejor impacto ambiental es el gas. La Argentina no es un país petrolero, sino un país con petróleo. La diferencia está en el volumen y en el costo de esa explotación. Las acciones llevadas adelante en estos dos años nos muestran que hemos vuelto a generar una empresa de capitales nacionales que está desarrollando técnicas para ser competitivos.
Argentina cuenta con la base de recursos de petróleo y gas para revertir la importación. El potencial petrolífero nos ubica como cuarta reserva en no convencionales de petróleo y el potencial gasífero nos ubica segundo en reservas de recursos no convencionales de gas.
La administración de YPF con capital estatal mayoritario logró cumplir con los objetivos de lograr los mejores resultados de producción de los últimos 10 años, batiendo récords de producción históricos en las provincias de Santa Cruz y Chubut; luego de 15 años se recuperó el acceso a los mercados de capitales internacionales, se firmó el acuerdo de inversión privada más importante de los últimos años, se extendieron concesiones garantizando más actividad y empleo para las provincias, se volvió a explorar y aumentaron las reservas y se hizo realidad la producción no convencional en el país. Por otro lado se recuperó el rol social de la fundación de YPF que pasó de apadrinar parques y paseos y organizar recitales, a incorporar como objetivo central “educar para la energía”, desarrollando redes de universidades petroleras, abriendo tecnicaturas universitarias e ingenierías dedicadas a la materia, y recuperando el rol de vinculación con las comunidades que sufren el impacto de la producción de la actividad.
En 2011 había 25 equipos de perforación activos, hoy hay 68 (cada equipo implica 100 empleos directos y alrededor de 1.000 puestos de trabajo indirectos); la producción 2012 vs. 2013 logró un incremento del 6,3% en petróleo y del 10,2% en gas natural.
La vida de una petrolera depende fundamentalmente de sus reservas, en tal sentido nos encontramos en el punto más alto desde el año 2006. Así, por cada barril que se produce se están generando reservas por 1,58 barril.
El paso que hoy estamos dando resulta clave para la independencia energética de Argentina, para ello, el modelo elegido es el mejor, para este tipo de inversiones, pero a su vez es el modelo más difícil porque requiere alinear los intereses del sector privado con los intereses del sector público.
*Villamariense, diputado nacional FPV