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26 de Abril de 2014
Cartas - Opiniones - Debates
Los lectores también escriben
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Muros adentro, la ciudad oculta
 
Señor director:
¿Qué es la ciudad oculta y por qué le he puesto ese nombre? Así es por dentro la ciudad en la que hoy me encuentro. Mi historia se desarrolla en la cárcel, que en su interior es como una ciudad, si es que así se la podría llamar.
También diría que es igual, o muy similar, a un pueblo oculto. Se ve  mucha gente, hay una escuela, existen trabajos de taller, albañilería y costura de pelotas de fútbol, como también tenemos orquesta de música y otras actividades.
Caminar por el pueblo oculto es como si estuvieras en tu pueblo, pero con la diferencia de que estamos lejos de nuestras familias, amigos, hijos y tantas otras personas.
Estás en tu pabellón y si por ejemplo saliste para ir hacia la enfermería, una excusa habitual del preso para abandonar su celda por aunque sea unos 15 minutos, te cambia el ánimo. Ese hecho para nosotros es como ir al centro de tu pueblo, por ejemplo para hablar con gente, pero cuando regresas a tu pabellón es como volver a tu casa, alegre porque es como si salieras en libertad tan sólo 15 ó 30 minutos.
Cuando estás en la calle eso no parece importante, pero aquí dentro parece una eternidad. 
Aquí una pelea a veces equivale a un accidente en la calle. Cuando estamos en libertad vemos mucha gente y autos andar a toda velocidad. En el pueblo perdido se ven más seguido a policías corriendo, pasando con camillas en las que trasladan a gente muy accidentada. 
Acá adentro lo único que tenemos que tener es fuerza de voluntad para no bajar los brazos. Tenemos momentos alegres y otros de mucha tristeza, lejos de nuestra gente, que son quienes más nos quieren.
Como en la calle acá también vemos a los recolectores de residuos, pero aquí hacen esa tarea mediante un carro con el cual tres personas recogen la basura. 
También tenemos 12 horas por mes de una pura libertad, que sería el famoso patio de recreos. Cuando cada persona se entera que tiene patio se pone contenta, porque es como decirle a tu mujer o a tus padres “me voy a jugar al fútbol y vuelvo”. Es algo raro pero lindo a la vez.
Existen asistentes sociales, enfermeros, médicos, odontólogos, todo como en un pueblo, pero perdido. Acá adentro te acordás cuando tus abuelos te contaban que en la época de antes no existía nada, que todo se hacía a mano, y aquí en el pueblo perdido es tal cual, no vemos autos, motos ni bicicletas. Sólo carros y resistencias para cocinar, porque no hay gas. Eso no impide al preso de comer, tomar mates y otras cosas. 
Se conoce a gente muy buena y otra no tanto. Nos conocemos tanto que llegamos a formar una amistad  tan linda  y lo peor es cuando nos separan de estas personas, por las cuales llegamos a sentir tanto cariño y de un día para otro no nos vemos nunca más. Eso es tan triste como lindo a la vez, porque el otro recuperó su libertad. A uno desde afuera le parece que ya vivió todo, pero no es así. Lo último que debe conocer una persona es la cárcel, sería como entrar a un bosque sin salida.
Aquí nos respetamos antes todas las cosas, principalmente en las visitas, que son lo más lindo para un preso, lo más sagrado, pero cuando se acaba ese tiempo sentís como  un nudo de angustia en la garganta. Ellos se van a reencontrar con su libertad y nosotros nos quedamos acá adentro, pero con la fuerza de nuestra familia seguimos adelante. Ninguno de nosotros somos angelitos, por algo estamos aquí, por errores que se nos cruzan en el camino.
El arrepentimiento del preso siempre llega tarde, algunos por robo, otros por asesinato, como en mi caso. Mi error fue el “amor”, me condenaron a 12 años de prisión por meterme en cosas en las que no tenía que hacerlo, pero ya está y estoy aquí por amor.
Así se vive en este lugar, con mucha soledad, pero dicen que el tiempo cura todas las heridas, aunque en mi caso eso todavía no sucedió. Sigo enamorado de esa personita que me hizo inmensamente feliz. Tengo y tenemos mucha soledad, por eso a quien esté leyendo esta carta le digo que no se deje atrapar por la tentación, porque se termina pagando un precio muy caro que es la cárcel. Disfrutá tu libertad que  es lo más lindo que nos dio el Señor, nunca abandones a tus seres queridos porque eso te termina lastimando.
Así es el pueblo perdido, muros adentro.
R. C.
DNI: 30.970.793

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