El ingeniero Horacio Anasagasti fue el inventor y el primer fabricante en serie de autos del país, contribuyó a la industria aeronáutica, ferroviaria y de maquinaria agrícola; además las piezas que no podía importar las fabricó, por lo que también se lo reconoce como el primer repuestero.
Anasagasti, de ascendencia vasca, se recibió y se especializó en distintas ramas de la ingeniería en Europa, fue discípulo de Otto Krause y, a los 23 años, regresó a la Argentina.
Sus conocimientos fueron volcados a las industrias ferroviarias, de maquinaria agrícola, aeronáutica y, especialmente, automotriz, a la vez que también fue uno de los fundadores del Automóvil Club Argentino.
Fue el inventor del primer auto nacional en serie y, como muchos lo denominan, al ser el primer repuestero automotor también se ganó el título de pionero del “made in Argentina”
Sus autos
Algunos de los principios de sus innovaciones mecánicas aún hoy siguen vigentes.
El popular “Vasco” Anasagasti murió el 4 de abril de 1932, convirtiéndose en el más grande pionero de la industria nacional, toda vez que su fábrica de autos generó adelantos técnicos que hoy son universales.
Según Fernando del Corro, “algunos de sus vehículos ganaron carreras en Europa, la primera de ellas en julio de 1912, hace un siglo, entre París y Madrid, a lo largo de 1.515 kilómetros, en un automóvil conducido por él”.
El mismo periodista y profesor de Historia apuntó que “su fábrica cerró en 1915 ante la indiferencia de los gobiernos de turno que, ligados al modelo agroexportador, se desinteresaron por el desarrollo de un proyecto productivo de alta tecnología con inserción en el mercado mundial, al punto que hasta el rey Alfonso XIII, de España, utilizó un auto Anasagasti”.
El auto fue lanzado al mercado en 1912 a un precio de entre 6.000 y 6.500 pesos de la época (equivalente a unos 2.500 dólares, en ese momento).
Contaba con carrocería doble phaeton sobre bastidor, tres puertas, motor delantero Ballot (importado desde Francia), de cuatro tiempos con árbol de levas y válvulas laterales. Tenía una cilindrada de 2.121 cm3, 4 cilindros, una potencia de 20 CV, tracción trasera, carburador, refrigeración a agua y era naftero.
“Muchas de la piezas fueron construidas en el país en la fábrica Anasagasti situada en la avenida del Libertador y Bulnes, en Buenos Aires”, reseñó la AFAC.
Como se dijo, el valor era, según las estimaciones, de 2.500 dólares ó 6.000 pesos en moneda nacional. Para hacerlo accesible lo comercializaban en cuotas de 200 pesos cuando, para tener un parámetro, un Ford en Estados Unidos costaba 800 dólares. Así, el precio y el inicio de la guerra que generó grandes problemas en la provisión de piezas de Europa llevó a que el plan fuera inviable.
“En un primer momento los obreros se opusieron a que se cerrara la planta y continuaron trabajando gratuitamente, pero en 1916 finalmente se bajó la persiana y la producción. Aunque los coches continuaron compitiendo hasta 1920”, indica la información histórica publicada por www.tiempomotor.com
Un artículo publicado por la Cámara de Empresarios Repuesto Automotor y Afines de Córdoba (CERAC) agregó que en 1911, “Anasagasti y su grupo de operarios se ocuparon de fabricar piezas para los automóviles en reparación y de mantener a esos vehículos, entre los que se encontraba el del entonces presidente de la Nación, José Figueroa Alcorta”.
Repuestos
Indica la misma publicación que Anasagasti fabricó, por entonces, los automóviles con esa marca, equipados con motor francés Ballot de 12 HP y 2.125 CL, “pero su propósito era construir progresivamente en su taller los distintos elementos mecánicos que equipaban a esos vehículos, salvo aquellos que significaban toda una especialidad y que ningún fabricante de automóviles del mundo se ocupaba de producir, tal es el caso de cojinetes a bolillas o rodillos, los carburadores, los magnetos y las bujías”.
“Tras fabricar unas treinta unidades, algunas de las cuales lograron triunfar en competencias deportivas realizadas no sólo en el país, sino también en Francia, España y Uruguay, Anasagasti se vio obligado a cerrar su fábrica en 1915 a causa no sólo del bloqueo marítimo, sino de que toda la industria europea estaba absorbida por el conflicto bélico. Así concluyó el primer intento de fabricar repuestos y automotores en el país”, señaló el informe publicado por www.cerac.org.ar
Rumbo al sur
De esta manera, como señaló la revista Tiempo Motor, “mientras se fue generando el arribo de otras terminales como Ford (primero en Herrera al 500, luego en Lavalle al 1700 y finalmente se estableció en La Boca), el ingeniero Anasagasti- pionero de la industria automotriz en el país, se retiró y vivió hasta sus últimos días en la granja Pichimahuida en cercanías al lago Nahuel Huapi.
Al respecto, Fernando del Corro describió que Anasagasti residió en cercanías de los lagos australes, donde impulsó la creación del Parque Nacional del Sur, deseo que se hizo realidad en 1922, desde cuando incluso integró su primera comisión administradora.
Esta reserva luego fue ampliada y transformada en lo que hoy se conoce como el Parque Nacional Nahuel Huapi.
Primer auto fabricado en serie
Al cumplirse, en 1910, el centenario de la Revolución de Mayo se presentó el Anasagasti que se observa a la izquierda, exhibición que se reiteró el 29 de julio de 2010 durante el homenaje realizado por el Automóvil Club Argentino.
Fue el primer auto fabricado en serie en Argentina a principios del siglo pasado y actualmente sólo existen dos sobre 50 unidades que se fabricaron: una, se halla en el Museo de la Fuerza Aérea en El Palomar; otra, es propiedad del Club de Automóviles Clásicos.
En 1913 recorrió 5.500 kilómetros, en Francia, en 12 días y está dotado de un motor Ballot (francés) de 12 HP (una décima parte de la potencia de los autos actuales).
Hoy funciona a la perfección alcanzando sin esfuerzo velocidades de entre 40 kilómetros y 50 kilómetros por hora. Tiene volante a la derecha y el acelerador se halla en el centro de la pedalera, entre el freno y el embrague.
Posee butacas de cuero, capitoné de la época y está dotado con paragolpes y estribos de bronce.
En aquellos años costaba entre 6.000 y 6.500 pesos, aunque se podía adquirir en 200 pesos en cuotas mensuales.
La crisis de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) provocó el quiebre de la fábrica Anasagasti ya que no se pudieron importar autopartes.
Fotografías: 1) Horacio Anasagasti, cuando no podía importar autopartes las fabricó en el país
3) Anasagasti, modelo 15CV Sport, en el Tour de France
Automobile (1913). Ese mismo año corrió en Boulogne-sur-Mer (donde murió San Martín): recorrió 624 kilómetros en poco más de ocho horas, aunque en un trompo perdió una rueda