Se trata de un trastorno que puede tomar el control de la vida de una manera tal que impide que quien la padezca salga de casa, trabaje o, incluso, duerma.
Aproximadamente una de cada 14 personas en el mundo experimenta ansiedad en algún momento. Si bien esta afección puede ser leve, cuando se manifiesta de una forma extrema, evita que quien la sufre lleve una vida normal.
Scott Stossel, escritor y editor de la revista estadounidense The Atlantic, logró durante mucho tiempo mantener su ansiedad en secreto, pero al final fue tan aguda que casi se pierde su boda.
Como escritor, las giras para promocionar sus libros son una fuente tan estresante que decidió escribir uno sobre esta condición: The Age of Anxiety (La era de la ansiedad), que resultó en otra no menos estresante gira.
"Para mí, la ansiedad puede ser un sentimiento generalizado de preocupación", le explica al programa Health Check de la BBC. "Una preocupación sobre cada posible resultado negativo en el que anticipo lo peor".
Pero Stossel también tiene manifestaciones más serias que se expresan con ataques de pánico. "Es esta inhabilidad de pensar con claridad, empiezas a sudar y a hiperventilar, sientes que no puedes respirar y te aprieta el pecho, y tienes diversos malestares gástricos. Puede ser aterrador y muy incómodo".
Incertidumbre
Según los expertos, la ansiedad consiste en una variedad de miedos que tiene la gente, de los cuales, uno o dos son más prominentes.
"Si bien se trata de un proceso normal que todo el mundo tiene en algún momento y que es importante para mantenerte a salvo, la ansiedad crónica es mucho menos común", le dice a la BBC Nick Grey, psicólogo del Centro para la Ansiedad y Traumas del Hospital Maudsley en Londres, Reino Unido.
"Una definición razonable es la sensación de preocupación, el miedo que tiene la gente ante un resultado incierto", agrega.
Pero, ¿qué hace que unas personas sufran de ansiedad aguda y otras no?
Stossel siempre pensó que sus fobias eran fruto de las preocupaciones de su madre. Por eso, cuando fue padre, se ocupó bastante en no manifestar sus miedos delante de su hija.
Sin embargo, cuando su hija tenía 7 años, la misma edad en que se empezaron a manifestar sus fobias, ella las empezó a desarrollar de una forma muy similar.
"Para mí fue tanto descorazonador como fascinante ver que algo así estaba en los genes", confiesa.
Pero esto no quiere decir que los genes son el único responsable de la ansiedad. También están las circunstancias de la vida y un componente de suerte.
"Podemos desarrollar ansiedad crónica a partir de casi cualquier estímulo que esté asociado con algún tipo de experiencia traumática", señala Grey.
Muchas de las personas que sufren de ansiedad suelen esforzarse mucho en disimularla, por miedo a que otros lo vean como algo malo.
"Siempre tienen el terror de que descubran su personalidad ansiosa", explica Stossel.
Esto contribuye más a la ansiedad, "porque te esfuerzas tanto en mantener escondida esa vulnerabilidad que tienes poner mucha energía en ello y eso causa ansiedad adicional", agrega el autor.
Claire sufre de ansiedad social. Cree que su trabajo es el desencadenante.
"En mi oficina hay personalidades muy fuertes, esto no significa que sean malos. Sólo que me pone más presión porque siento que necesito ser como ellos", cuenta.
Esta mujer, quien no quiere ser identificada, explica que al principio notaba que ciertos eventos -como reuniones y ponencias- le dificultaban dormir por la noche. "Hasta que ya no podía dormir en toda la noche porque estaba demasiado preocupada".
"Me preocupaba hablar con ciertas personas en la oficina", y empezó a tener síntomas típicos de ansiedad.
Si bien la ansiedad no se puede curar, la buena noticia es que sí se puede tratar para que el paciente aprenda a manejarla.
Uno de los tratamientos que parecen funcionar mejor es la terapia de exposición, donde la persona se somete a situaciones que le generarían ansiedad.
Claire ha pasado por varios tratamientos y toma medicamentos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.
"Hice un curso de terapia de comportamiento cognitivo, lo que me ayudó a reentrenar mi cerebro en neutralizar los pensamientos negativos con los más racionales", señala.
Para mantener los niveles de adrenalina bajos, va al gimnasio tres veces por semana.
Aunque el tratamiento que le ha dado los mejores resultados es la terapia de exposición, en la que la persona se expone a situaciones incómodas para entrenar al cerebro a que no se congele cuando esté antes situaciones similares de la vida real.
Fuente: BBC, Londres.