"¿Alguien lo conoce? Lo siguen buscando...". Estos cachorros están en adopción". "Se necesita ayuda para criar y adoptar...".
Las frases parecen hechas. Se multiplican por cientos, como casi la cantidad de voluntades y solidaridades que se agrupan en asociaciones que protegen y colaboran repartiendo amor y compensando una cadena de desaprensivos "dueños" que toman como objetos a los animales.
Con ingresar al muro de la red social Facebook de una de las asociaciones el lector puede comprender y verificar la cantidad de casos de animales abandonados, tirados o extraviados. La tarea de recuperación, de sanar y alimentar, cobijar, se aprecia en actos cotidianos sencillos, pequeños y enormes a la vez. Celebrar esos gestos, por mencionarlos de alguna manera, puede asemejarse al festejo de este día, el Día del Animal.
Por cachorros, por viejos o por enfermos, por accidentados, por desamor... Nunca una mascota abandona a su amigo, su amo, con esas excusas. Nunca. Pero lo padecen. Y es allí donde las asociaciones aparecen poniendo su granito. Haciendo que el afecto sea recíproco. Incentivando voluntades para ayudar a criar y despertando amores. Motivando sensaciones y en especial, ayudando.
El estrés del animal en cautiverio
En nuestra ciudad, las asociaciones también han salido a protestar furibundamente contra el Centro de Adopción Municipal (CAM), debido a que no comparten las prácticas realizadas dentro de dicho establecimiento.
Iván Billalba, un defensor de los animales en cautiverio, había presentado días atrás una misiva a la fiscal general para reclamar sobre el estado de dichas mascotas.
En tal informe, había incluido conceptos de una especialista en conducta canina, Rosa Roldán Pérez. En su intervención precisaba lo siguiente, de acuerdo a los comportamientos de estrés que pueda tener un animal encerrado: “El estrés agudo es una respuesta necesaria y sana de afrontar un estímulo, en la que de manera puntual se activan una serie de mecanismos por parte del sistema nervioso y endocrino. Esto puede incluso en ocasiones salvar la vida del animal, por ejemplo, un animal que es perseguido por un depredador y necesita correr como nunca antes había corrido.
El incremento de ansiedad, cortisol, adrenalina y otras hormonas generadas durante una situación de estrés es esencialmente protectora y para mantener el equilibrio homeostático. Las situaciones de estrés agudo requieren del consumo de grandes cantidades de energía por parte del animal, y tras dichas situaciones debe haber un período de calma adecuado para que el animal se recupere”.
“El problema viene cuando el animal, sin llegar a recuperarse de la primera situación de estrés, se enfrenta a una segunda y sin haberse recuperado de esta segunda a una tercera, el estrés se convierte en crónico. El animal vive en un estado casi permanente de alerta y tiene una producción de cortisol y adrenalina superior a los valores normales, lo que produce efectos secundarios que repercuten en la salud del animal”.
“Cuando la secreción de cortisol es muy alta, el cuerpo se prepara para hacer frente al estrés. A medida que el estrés continúa, la serotonina, la noradrenalina (NA) y la dopamina se van agotando. Al agotarse la NA, se agota la función endorfina (que alivia el dolor). Si la NA se inhibe, el cuerpo bloquea el gasto de energía y se desconecta. Si la NA continúa descendiendo, el cuerpo se bloquea totalmente. El estrés afecta o altera la capacidad de concentración, crecen las emociones. Cuando hay estrés, el cerebro está en permanente alerta y percibe todo como una amenaza”.
“Los animales se vuelven más reactivos con todo lo que ocurre a su alrededor y se sobreexcitan en situaciones que antes no les alteraban”. “El coste energético para mantener este estado de emergencia es tan alto que es necesario utilizar recursos destinados a otras funciones orgánicas, como son el crecimiento y el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. El pelo esta deslucido, el animal adelgaza y se ve desmejorado. La capacidad de aprendizaje y la memoria están reducidas, en contrapunto a la respuesta al dolor y los períodos de vigilia, que son cada vez mayores”.