Escribe:
Lic. Alfredo Koncurat
La fuerte fuga especulativa de capitales durante 2013 terminó ganando la pulseada, rebalsó el dique y el Banco Central ineludiblemente devaluó (subió también las tasas de interés y frenó el ritmo de la emisión); sin embargo las medidas pro-ortodoxas por arto demandadas por la oposición no surtieron los efectos deseados, la inflación incluso con nuevo y flamante índice no parece estar domada (los datos del propio INDEC la sitúan por encima del 30% anual) y mucho se teme que en este escenario la competitividad ganada se carcoma velozmente.
Recalculando
La computadora de abordo denunció de forma inmediata el yerro del camino, y de rápidos reflejos las pragmáticas medidas del ejecutivo no tardaron en llegar: un prudente “timonazo” con políticas monetarias y políticas fiscales más moderadas, ortodoxas para algunos, ajuste encubierto para otros.
Las acciones parecen haber dado sus frutos, da la sensación que lo bravo de la tormenta ha amainado al menos para los próximos meses, sin embargo se palpa una tensa calma en la que nada está dicho, la fuerza del mercado se abre camino y la suba de precios lenta pero inexorablemente continúa. Los aumentos programados de los combustibles, las paritarias y la quita de los subsidios lastiman en lo hondo de las futuras expectativas, y ya sabemos cómo influyen de forma desbastadora éstas en el devenir próximo de la economía, muchas veces hablamos del tema en esta columna.
En medio de alarmantes titulares de caos, es difícil predecir si el Gobierno volverá al esquema de un tipo de cambio “reptante” con pequeñas y continuas minidevaluaciones, la estrategia ya mostro ser ineficaz y todo indica que esa alternativa está vedada.
El otro camino es una nueva brusca devaluación, por lo que la presión por el tipo de cambio se está volviendo a sentir, lamentablemente para regodeo de especuladores acostumbrados a reproducir su riqueza periódicamente sin esfuerzo, sin producción.
Presentado así el escenario todo indica que continuará reinando la incertidumbre, incluso aunque desde el propio oficialismo prevean mejoras en los indicadores para la segunda mitad del año.
Lo que seguro podemos aseverar es que el buen ingreso de divisas por la cosecha de soja permitirá, por lo pronto, recuperar parte de los dólares fugados; oxígeno fresco que da aire y trasmite un nuevo impulso a la decaída economía argentina. ¿Será suficiente?