Desde la historia escrita con sus años, Jorge Luis Borges dijo una vez que "la muerte es una vida vivida".
Ayer y en las horas más próximas que antecedieron su partida, Marcelo Alamo tal vez fue consciente de ello y se fue del mundo sabiendo que su destino nunca podrá borrar lo que resultó su vida, ni para él ni para muchos.
Al igual que su hermano mellizo Jorge, Marcelo es, fue y será sinónimo de fútbol y de valiosa docencia de calle.
Las ganas de vestir siempre una camiseta, los grandes jugadores que trasladó a la fama, la gloria deportiva en el orden doméstico y provincial, su discusión constante en cada esquina, la pasión encendida en las charlas técnicas, los amigos, la soltería por autoconvencimiento, la permanencia en el bar del club Alem para percibir el entusiasmo pre domingo, la defensa acérrima de "sus" jugadores o la inoxidable necesidad de sentir ruido de pelota, pueden refrendar que Marcelo nació y vivió en ese mundo maravilloso del deporte popular.
Quienes le reprochaban actitudes "poco maduras", nunca entendieron que el mellizo hizo madurar a varios y que su carisma se moldeó, por añadidura, con la frescura de los pibes que lo rodeaban para escuchar sus arengas en los entrenamientos o sus puteadas en los partidos.
"Diego, mirá cómo está jugando Franco... Con esto podés seguir lesionado", supo gritarle a Diego Gobatto, a modo de broma y observando la tribuna, mientras su Alem goleaba en Plaza Ocampo, Miranda se inspiraba y el cambio de delanteros hacía efecto.
La carcajada posterior de Gobatto, con sus compañeros de afuera, le daban relieve al cariño que le profesaban todos sus dirigidos.

Los títulos

Con el correr de los años y de los jugadores, esa forma de conducir, con franqueza y complicidad, llevó a Marcelo hasta el éxito máximo con el "león" de Villa Nueva, tanto en la Liga Villamariense como en el certamen de la Federación Cordobesa (por única vez en la historia del club).
Esos títulos no hicieron más que agregarle estrellas a su currículum, donde se registraba su escena dominante en el baby con "La Bancaria" (acunando, entre otros, al mágico Marcelo Santoni), además de una época de cosechas en River.
También había quedado en la historia como el entrenador que, por primera vez en la vida de la Liga Villamariense de Fútbol, conseguía un título nacional con el seleccionado de juveniles, no sin antes trabajar para Newell's Old Boys de Rosario e Independiente de Avellaneda.
"Me sacaron de la selección por criticar al intendente en la cena de la Liga, pero a mí no me van a callar", comentó una vez, reafirmando su personalidad.

Forjador  de grandes

"Heinze no le ataba los botines a Cristian Agosto, era siempre su suplente en Newell's", supo contar Alamo, como argumentando por qué todos "sus" jugadores resultaron los mejores.
Le sobraron los motivos: Claudio Arzeno (campeón con el "rojo" y de gran trayectoria en España), Pablo Guiñazú (campeón de la Sudamericana con el Inter de Brasil), Mauro Rosales (campeón olímpico, hoy en River), Germán Rivera (debutó en la primera de Newell's) y el "Petu" Villagra (ex integrante de la selección juvenil de la AFA) fueron jugadores que llegaron a la cima con el envión que les dio Marcelo. Y tantos otros futbolistas seguramente llegarán, después que Alamo le mostró a Newell's una seña del futuro.
La mayoría de los que no pudieron cumplir su sueño, se quedó bajo sus alas y Alem lo disfrutó a pleno con sus conquistas.
"Con un grupo entreno a la mañana y otro a la noche, pero entrenar, entrenan todos", comentaba Marcelo cada vez que la consulta pasaba por cómo estaban los de rojo, negro y blanco, sus colores favoritos, los del "león", más allá que se jactaba hincha de San Lorenzo y que Newell's era su lugar preferido de Rosario.
En todos lados, no obstante, hizo amigos y -según revelaba- se rodeó de mujeres, aunque su amor verdadero fue doña Pura, la mamá que perdió hace dos años y que buscó reencontrar más que nunca en estas últimas horas, cuando la enfermedad le marcó ese destino de todo lo vivido.
Entonces, como si estuviese preparado para dar otra vuelta olímpica, ayer por la mañana se levantó de la cama, en la Clínica de Especialidades, con la camiseta puesta. "¿A dónde va?" Le preguntó la enfermera. "Voy a entrenar a los chicos de Newell's y de Alem", dijo Marcelo. Y a la tarde se fue...