Una vecina de Río Segundo fue condenada ayer en la ciudad de Córdoba a prisión perpetua por el asesinato de su esposo, exsuboficial de la Policía de la Provincia, cometido hace cinco años con el fin de cobrar un seguro de vida de 30 mil dólares y la pensión de la víctima.
La pena recayó sobre Mirta Susana Acuña, de 36 años de edad (29 de agosto de 1977), quien fue declarada culpable del “homicidio calificado por el vínculo y por alevosía” de quien fuera su marido, Juan Manuel Villalba, de 62, mientras que el remisero Walter Gustavo Torres, de 42 años, con quien mantenía un relación sentimental, fue condenado a cinco años y medio de prisión por “encubrimiento agravado”.
Según la sentencia, impuesta por la Cámara Segunda del Crimen de la capital provincial y conformada también con jurados populares, la viuda también deberá indemnizar con 897.000 pesos por “daño moral” a los hijos que Villalba tenía de una relación anterior.
El crimen fue cometido el 15 de mayo de 2009, en la vivienda que el matrimonio ocupaba en Río Segundo, apenas dos meses después del casamiento que Acuña había contraído con Villalba.
De acuerdo con la acusación, tras ser asesinado de un tiro con un revólver calibre 32, el cuerpo del expolicía fue trasladado hasta un camino rural, cerca de la ruta C-45, en inmediaciones de la localidad de Lozada.
El cadáver fue hallado una semana después a raíz de una denuncia formulada por la propia homicida, por la supuesta desaparición de Villalba y, si bien en un primer momento se conjeturó que podría haberse tratado de un “ajuste de cuentas”, luego se trabajó sobre la hipótesis de un homicidio con el fin de cobrar un seguro y una pensión.
Finalmente, durante las audiencias del debate oral y público desarrolladas en la Cámara del Crimen cordobesa, se comprobó que Acuña, desde antes de casarse con Villalba, mantenía una relación amorosa con Torres, quien también resultó condenado por encubrir el crimen.
Tras conocerse la sentencia, el abogado Carlos Nayi, que representó a los hijos de Villalba como querellantes particulares, aseguró que “la Justicia puso las cosas en su lugar” al haber condenado a Acuña con la máxima pena y a su amante por “encubrimiento agravado”.
“Este fallo es un mensaje claro para todas aquellas personas que anteponen cuestiones económicas a la necesidad de preservar una vida”, recalcó Nayi a la prensa.
En el mismo sentido, el abogado manifestó que “en este caso, lamentablemente, la avaricia y la ambición por obtener dinero primó sobre la necesidad de preservar una vida humana, pero la Justicia puso las cosas en su lugar”.

Detalles del caso

Villalba estaba separado y era padre de cuatro hijos. El 6 de marzo de 2009 se casó con Mirta Acuña, con quien hacía un tiempo que se veía, y ambos se fueron a vivir a una casa de Río Segundo, donde el expolicía se ganaba la vida haciendo adicionales.
La noche del 15 de mayo de 2009, Villalba se acostó a dormir en su cama matrimonial. Estaba exhausto, luego de la extensa jornada de trabajo que había tenido como guardia de seguridad. Nunca más despertaría.
Acuña se acercó por atrás, le apuntó desde corta distancia con un revólver calibre 32 y le disparó. El proyectil se incrustó en la nuca. Villalba agonizó un par de minutos y murió.
Los asesinos se tomaron el tiempo de vestirlo, le pusieron una funda de sábana en la cabeza para intentar que no manchara, lo arrastraron hasta el baúl de un Ford Ka y lo trasladaron hasta un monte cercano a Lozada, próximo a la ruta C-45.
Al día siguiente, un hombre llamó a la Policía: “Si quieren ubicar al hijo de puta de Villalba, está en las afueras de Lozada”.
Quiso la casualidad que, antes de que llegara el primer patrullero, unos carreros que buscaban cosas para reciclar hallaron el cadáver tirado cerca de una acequia, tapado con ramas y con basura.
Acuña quedó contra las cuerdas por varias pruebas: el hallazgo de sangre de la víctima en el Ford Ka y en la casa, sus contradicciones al denunciar sobre la desaparición de su marido y la versión de un arma que faltaba de la vivienda. Además, ella habría admitido su romance con el remisero y el hecho de haber cobrado el seguro.
Paralelamente, según la acusación, el expolicía se habría enterado del romance y habría querido poner fin al matrimonio.
A Torres lo complicaron su relación con la mujer, los mensajes por celular y un complejo análisis de llamadas efectuadas antes y después del crimen.
Respecto a la relación sentimental entre ambos, figura el testimonio de un policía de la Caminera que los habría sorprendido manteniendo relaciones sexuales en un auto, en cercanías de Río Segundo.

Por U$S 30 mil

Según los hijos y la exmujer de Villalba, la intención de Acuña era cobrar un seguro de vida por 30 mil dólares.
“Se comprobó que, semanas antes del crimen, ella le pidió y logró que él transfiera a su nombre la totalidad de un seguro de vida”, explicó el abogado Nayi. “Además, ella lo estaba desapoderando de todos sus bienes. Entonces, se confabuló con su amante y lo mataron”, añadió.