¿Cómo definiría la situación actual, después de la devaluación de 18,6% del peso en enero y la posterior apreciación de 3%?
-Ese momento marcó un quiebre en el crecimiento que se venía manifestando hasta el año pasado. Fue el primer impacto de este tipo sobre la economía en los últimos diez u once años, lapso en el cual tampoco hubo un proceso inflacionario de esa magnitud. Me parece que cada uno de los hombres de negocio tomamos una actitud de acuerdo a las experiencias anteriores, de otras épocas. Cada uno buscó cómo preservarse. Y en ese escenario me pareció ver más sorprendidos a los más jóvenes, a los que iniciaron más recientemente sus actividades en el comercio, en la industria, en los diferentes rubros…
-¿Notó en ellos algunas actitudes parecidas a las que provocaba la hiperinfación de los ochenta?
-Puede ser. El 15 de enero, cuando se actualizó el precio del dólar y todo pareció entrar en un tobogán, hubo un temor, una suerte de “sensación térmica” que fue más allá de lo que realmente estaba pasando y de lo que finalmente pasó.
-¿Y es esa sensación la que llevó a una cierta parálisis?
-Es casi propio de quien tiene que preservarse. Se dice a sí mismo: “Paro hasta que aclare”. Entonces otea a ver qué viene… Y claro, en ese estado de cosas se frenan algunas inversiones, se compra lo indispensable. Así ocurre desde el sector más pequeño, hasta el automotor o el inmobiliario.
-Ahora ya pasaron más de tres meses…
-Y veo que tiende a normalizarse. Uno presupone que en la medida en que el Gobierno nacional no produzca otra devaluación de esa magnitud, hasta fines de año vamos a seguir con normalidad.
-¿Qué significa la normalidad a la que alude?
-Me refiero a que en Villa María las cosas están más o menos tranquilas. La realidad local o regional no se puede medir con parámetros provinciales o nacionales. Por ejemplo, hay un parámetro que te hace mover la aguja del desempleo en este momento, como es la situación en las ciudades donde se encuentran las fábricas de automotores: el Gran Córdoba, el Gran Buenos Aires, el Gran Rosario… Pero en Villa María, que es agrícola, quesera, comercial, ese parámetro no sirve. Villa María tiene una realidad diferente.
-¿Y si en una concesionaria bajan las ventas?
-En el comercio de automotores, por más que bajen un poco las ventas y por más que sea una empresa de afuera, no creo que vayan a producir despidos por encontrarnos en un año de transición, porque hoy cuesta mucho formar a un vendedor profesional en ese sector. En realidad, cuesta mucho formarlos en la mayoría de los sectores. Eso se ve. Nosotros tuvimos más de un centenar de asistentes en un seminario práctico aplicado al marketing que organizamos con la Universidad Nacional de Villa María. En cada curso se ve la necesidad cada vez mayor de los empresarios de capacitar a los empleados para mejorar los servicios que brindan, para tener una comunicación amigable y efectiva que posibilite mayores ventas, entre otras cosas. Entonces, cuando lo entrenaste, lo perfeccionaste, invertiste en su crecimiento, no lo vas a dejar ir. Tal vez sea diferente en algunos puestos como los repositores en supermercados, que son generalmente chicos del Plan Trabajar. Aunque si el Gobierno mantiene esos planes, no debería haber problemas. No creo por lo menos que en el comercio se vayan a producir despidos.
-¿Y en cuanto a cierres de establecimientos?
-Los hay durante todo el año, todos los años. Son situaciones que están dentro de la normalidad a la que aludía. Se abren negocios y se cierran. Cuando uno levanta la persiana tiene unos objetivos, si no los alcanza intenta cambiar algunas cosas y si continúa sin alcanzarlos, cierra. Lo que está claro es que no va a ser un año de crecimiento del empleo como en el pasado reciente. Se acerca un año político y antes de apostar tenemos que saber qué viene.
-La semana pasada le preguntamos a su par de AERCA, Marcelo Uribarren, acerca de los fines de semana largos como el reciente del 1 de Mayo, de cuatro días, y nos decía que la mayoría de los negocios tienen la necesidad de abrir sus puertas…
-Es complicado. Si tengo que hablar personalmente, digo que tengo necesidad de abrir. Pero si hablo desde el plano institucional, no puedo alentar un incumplimiento de lo que está establecido por ley. En todo caso, debo ir al Congreso a reclamar que cambien esa ley.
-Uribarren se mostró partidario de un diálogo entre todos los sectores involucrados, incluida la CGT, para buscar algún acuerdo marco que posibilite que no se perjudiquen los empresarios ni los trabajadores. ¿Usted estaría dispuesto a un encuentro de esas características?
-Claro que sí.