Luis Ferro cumplió 48 años en la cama 3 de la sala 15 del Hospital Pasteur el 26 de abril. Hacía 20 días que debía haber dejado ese lugar.
Luis llora. No tiene adónde ir. El Accidente Cerebro Vascular (ACV) que sufrió hace más de tres meses lo hizo chocar con una realidad que hoy sufre tapado con una sábana blanca y suero en el brazo izquierdo.
Mañana se cumplen 100 días desde que llegó al Hospital. Hace más de un mes que tiene el alta médica. No tiene adónde ni a quién acudir para poder dejar ese lugar.
Las palabras que suelta salen a medias por el escaso movimiento de su boca y hay que completarlas antes de escucharlas.
“Tengo paralizada la pierna y el lado derecho, me dio un ACV”. “Yo no tenía problemas, me agarró de repente hace como tres meses”. “El mes pasado me dieron el alta”. “No tengo adónde ir”. Todas sus frases son cortas y denotan un tormentoso esfuerzo de su parte para terminarlas. Pero lo hace porque son evidentes sus intenciones de hablar, pero mucho más lo es la impotencia que exhibe aferrado, contra su voluntad, a ese colchón.
Luis era maletero de la Terminal. “Vivía en una pensión que pagaba con lo que ganaba de maletero. Ahora no puedo pagarla, no puedo trabajar así”, se lamenta y deja caer la primera lágrima. No puede mover el brazo para secársela. Sus penas y tristezas se resumen en esa simple escena.
Le han hecho las averiguaciones pertinentes para lograr ubicarlo en el Hogar de Ancianos municipal, “pero dicen que no hay lugar”, se entristece. “La gente del Hospital, la gente que estaba acá -mira hacia la cama vacía que tiene a su izquierda- y un compañero de la Terminal”, cuenta que son quienes intentaron buscarle una solución a su situación, pero más allá de la respuesta negativa desde el geriátrico, nadie sabe concretamente en qué quedó el proceso.
Está solo. “Tengo un hijo”, asegura, y calla por unos 20 segundos. “Pero está en San Luis o Mendoza y tiene problemas, no me puede ayudar”.
Luis agradece a todos los que lo atendieron y siguen haciéndolo en el Pasteur. “No me puedo quejar de nada porque me trataron muy bien”, remarca, y extiende esas mismas palabras para quienes le realizan la rehabilitación diaria, mañana y tarde, que le está permitiendo volver a recuperar la motricidad en la porción derecha de su cuerpo.
Su cama está a metros de una ventana y Luis no le saca la vista. En el pasillo hay mucha gente y bastante ruido. Lleva sus ojos húmedos hacia la puerta. “Me gustaría poder irme porque estoy bien y acá uno podría agarrase algo”, pide y calla definitivamente.
“Está un poco solo”
Nora Guendulain es médica clínica en el Hospital Pasteur y explica que Luis Ferro “tuvo un ACV isquémico”, pero profundiza en la situación con la que se encontraron luego de su recuperación, hace más de un mes: “Nos dimos con que no tiene ningún tipo de familiar en la ciudad, aparentemente un hijo en Buenos Aires que vive con su exesposa y un familiar en San Luis que hace mucho no ve”.
En cuanto a la intención de ubicarlo en el Hogar de Ancianos de la Municipalidad de Villa María, la especialista recordó que “nosotros hicimos todos los certificados necesarios para que se le de un lugar, pero no sabemos en qué quedó eso”.
Sobre el estado actual de Luis, aseguró que “en este momento no puede caminar bien, pero ya se para, come solo, se maneja en la silla de ruedas y avanzó mucho”. “El se quiere ir, capaz que por eso le agarra un poco de depresión, porque está un poco solo”.
Damián Stupenengo