Diferentes personalidades del fútbol local, amigos de ruta y muchos de esos “hijos pródigos” que se criaron en la pasión del deporte popular, se unieron ayer a los familiares y allegados de Marcelo Alamo para despedir “al amigo” que falleció el pasado miércoles por la tarde, con 58 años, después de padecer una larga enfermedad.
El “loco”, como lo llamaron muchos de sus más fieles jugadores, fue velado con la camiseta de Alem al lado y tuvo la compañía más grande, como él supo sembrar en su vida.
Quienes no pudieron llegar a la casa central de Paviotti, enviaron ofrendas florales, como el delantero Mauro Rosales (se encuentra en Buenos Aires), una de las joyas que Marcelo llevó a Newell’s.
Martín Roganti, quien juega en el ascenso de Italia, más precisamente en Martina Franca, se preocupó en enviar las condolencias a través del siguiente mail que llegó a nuestra Redacción: “Quería hacer llegar de esta manera mi más sentido pésame a Jorge (Alamo) y su familia en este momento, y recordar a Marcelo, quien fue una gran persona... Gracias a los hermanos Alamo di mis primeros pasos en el fútbol, y fue Marcelo quien me llevó a Newell’s de Rosario, como a tantos otros chicos... Hoy me encuentro viviendo de este deporte y en gran parte se lo debo a él... Más allá de eso, que en este momento resulta secundario, dejo mis saludos a través de este mail, ya que por motivos de distancia no podré estar presente para el último adiós.”
En la casa fúnebre, en tanto, las frases de la gente del fútbol reflejaron la importancia que tuvo Marcelo Alamo para muchos.
Marcelo Santoni, uno de los más talentosos dirigidos por Alamo, le comentó a EL DIARIO: “Nací en el fútbol de su mano y creo que a todos nos dejó una enseñanza muy noble, por el respeto y la personalidad que siempre tuvo. Se va una gran parte de nuestra vida en el fútbol... Que Dios lo tenga en la gloria.”
Mauricio “el Chopo” Morales, uno de sus futbolistas preferidos, casi un hijo adoptivo en la faz deportiva, no pudo esbozar palabras, pero con determinación tomó una de las manijas del féretro hasta depositarlo en su última morada.
Franco Ortiz, campeón con Alamo en Alem, afirmó: “Marcelo me dejó bastante; fue un emblema del fútbol de la Liga y a mí me dio la posibilidad de conocer otro nivel cuando me llevó a Rosario... En lo humano también me dejó mucho”.
Diego Pedernera, otro defensor preferido de Alamo, con lágrimas en los ojos, aseguró: “Marcelo fue una gran persona, le enseñó mucho a mucha gente; con él tuve mis mejores momentos en el fútbol y estoy agradecido de haberlo conocido”.
No fueron estos los únicos jugadores que pasaron por Alem bajo el mando de Alamo y quisieron estar en su despedida. En realidad, estuvieron casi todos.
El delantero Diego Gobatto expresó: “Marcelo fue un tipo excepcional”.
“Conmigo estuvo bastante tiempo, desde las inferiores de River, pasando por varios procesos en Alem y hasta poco lo atendía (en kinesiología), por lo que también compartí sus últimos momentos”, agregó.
Además, destacó que “lo importante es que era un técnico y un compañero; manejaba los códigos del fútbol como nadie y, más allá que su vida pudo ser desordenada, nos aconsejaba para que fuésemos más que jugadores de fútbol, entonces muchos seguimos sus consejos y somos algo por él”.
“Le dejó mucho al fútbol... Se nos fue un amigo”, concluyó.
Otro atacante de su querido “León”, Franco Miranda, dio sus palabras: “Se fue una persona muy querida, el amigo más grande que teníamos en el equipo que dirigía; con él se fue una parte de nuestra vida”.
Gustavo Nebreda, ex presidente de Alem, y tantos otros dirigentes que tuvo el club villanovense, también quisieron despedir al amigo.
Francisco Bordini, quien fuese secretario de la Liga Villamariense y ahora es concejal de Villa Nueva, no dudó en decir que la muerte de Marcelo Alamo “es una gran pérdida para el fútbol local”.
“Marcelo defendía siempre a los chicos, los protegía de los vicios... Después la vida le dio la suerte de dirigir a Alem y él se convirtió en el técnico más exitoso de la institución, merecidamente”, agregó “Panchito”. Y cerró: “Fue un excelente amigo, un trabajador incansable del fútbol que, aún enfermo, siempre pensaba en cómo mejorar las divisiones inferiores, pensando en el futuro”.
Sin ocultar el dolor, otro de los que lamentó la pérdida fue Fernando Alba, un notable jugador que se formó técnico y siempre trabajó con los chicos.
“La verdad que no tengo palabras en este momento”, manifestó.
“Para mí Marcelo ha sido como un padre... Más que gran DT, él era un gran compañero”, añadió. Además recordó que “siempre” tuvo “un contacto permanente con él, quien fue el hombre que me marcó los pasos”.
El recuerdo de Marcelo será motivo recurrente en el futuro. Sus restos fueron inhumados ayer en el cementerio La Piedad, donde por dos veces se escucharon aplausos, los mismos que en los estadios premian las mejores actuaciones. Su historia será contada por muchos villamarienses. Su nombre, a partir de ahora, se transforma en leyenda de nuestro fútbol.