El fútbol de la Liga Villamariense, con sus virtudes y defectos, está cargado de miles de historias mínimas. Y algunas de ellas se vuelven grandes cuando se repasan con profundidad, como aquellas que hablan de la resistencia del paso del tiempo.
En el actual campeonato Apertura, Unión Central tiene una historia viviente muy importante que se enorgullece de rescatar cada domingo.
Cuando los minutos son pesados en el segundo tiempo, el pedido de cambio del entrenador Jorge Negrette despierta aplausos y elogios de los aficionados por el jugador que casi siempre sale, pero simplemente porque así lo exige el calendario.
En ese mismo instante, Martín Delfino, el “Patito”, de 40 años, se gana los aplausos merecidamente. Porque los hinchas reconocen en él “todo lo que pone físicamente”, más allá de sus cualidades técnicas y de su conocida inteligencia para jugar a la pelota.
Como un pibe que recién empieza, Delfino contagia, levanta a sus compañeros del letargo, se tira al suelo, protesta y todavía se pone nervioso si la cosa viene mal para su querido Unión.
“Venimos de atrás y todos los partidos que tenemos son a meter, a jugar y a poner todo porque nos faltan puntos fundamentales para poder clasificar”, le explica a EL DIARIO, aunque no necesita tantos argumentos.
Las frases llegan después de un triunfo clave ante Unión Social de Alto Alegre, bajo el frío dominguero que surca La Leonera de Villa Nueva y luego de haber tragado tierra de un campo de juego desparejo, en un partido de escasa presencia detrás del alambrado.
A pesar de todo, es un partido oficial de liga, algo que Delfino sigue disfrutando en tiempos donde la mayoría de los cuarentones mata el vicio en competencias comerciales.
“Yo estoy bien, todavía aguantamos; creo que podemos jugar un poco más”, dice el centrocampista.
Todo a pulmón
Unión Central parece ser la casa futbolera donde Delfino colgará los botines.
Difícilmente allí le puedan cuestionar algo ni le impidan exhibir las cualidades hasta el último respiro competitivo que le quede. Pero además, el “Patito” sabe convivir con la realidad del club, que volvió a la Liga Villamariense de Fútbol (LVF) esta temporada.
“En Unión se hace todo a pulmón porque a uno le gusta ir a entrenar, estar con los chicos. Uno está bien y lo que se hace durante la semana es a voluntad propia, no hay plata de por medio, sólo la camiseta”, señala, para luego recalcar: “Acá en Unión me siento muy cómodo”.
Cuando casos como los de Delfino asoman como exclusivos y elogiables, la pregunta básica es ¿qué lo motiva? Y para ello, hay una respuesta: “Saber que todavía lo puedo hacer”.
“Creo que lo puedo hacer porque los chicos me dan la posibilidad de integrar este grupo, me hacen sentir uno más y eso me hace bien”, afirma.
Más allá de esto, Delfino sabe que no todo pasa por la voluntad y que el aspecto físico fue fundamental en su carrera.
“Lo más importante es que no cargué lesiones de carácter grave, nunca tuve una lesión complicada”, remarca. Y agrega: “Eso me da la posibilidad de no tener dolores, de llegar bien y tranquilo a los domingos, sin sufrir”.
“No tengo que tomar analgésicos ni nada raro para llegar tranquilo; llego al domingo porque me siento cómodo, no me hace falta nada extra para poder jugar”, destaca, por las dudas, con la simpleza de los grandes.
Un ganador
Si Delfino fuera uno más, quizás la cuestión de la edad pasaría desapercibida. Pero no.
En su historia hay momentos top con Alumni, vueltas olímpicas con River, Yrigoyen, Sportivo Playosa, el propio Unión Central y hasta con Central Argentino (un ascenso).
De enganche, de volante por afuera o interno, el “Patito” aportó casi siempre en equipos que fueron protagonistas y se llenó de medallas, tantas que ya ni recuerda.
“La verdad, no cuento los títulos que tuve; los viví en su momento y ni me acuerdo de todos”, admite, con cierta timidez, el hombre que también actuó en Colón y Alem.
Lo concreto que todavía sueña despierto, una cuestión casi innegociable para seguir latiendo en el fútbol doméstico.
“El hambre de gloria siempre está, si no, no podría seguir viniendo”, revela.
Y para dar una sentencia de su plenitud, finaliza: “Cada vez que entro a la cancha trato de poner todo, jugar al máximo; es la única forma, si no, sinceramente me quedaría en casa porque tengo hijos muy chiquitos y me podría quedar con ellos, pero a mí me gusta el fútbol”.
La frase: “Cada vez que entro a la cancha trato de poner todo, jugar al máximo; es la única forma, si no, sinceramente me quedaría en casa”, aclara el volante, todavía con hambre de gloria