Escribe Ricardo J. Haro (*)
Los primeros cultivares liberados desde el programa de mejoramiento genético de maní, allá por la década del 50, atendían la demanda de la industria aceitera. Estas plantas de maní eran de crecimiento erecto, tenían un ciclo de maduración de aproximadamente 120 días y granos de medianos a pequeños con contenido de aceite próximo al 50%. Más tarde, el mercado manisero redefinió sus objetivos y demandó “maní confitería”, que tenía granos de medianos a grandes destinados al consumo humano y a la exportación. Esta nueva definición no implicó caídas en la concentración de aceite en los granos y, en consecuencia, el tamaño del maní confitería y la particular composición del grano argentino comenzaron a hacer del maní de estas latitudes un producto altamente apetecible por los consumidores. Aquellos cambios comenzaron a visualizarse a mediados de los años 70 junto con la liberación de cultivares de porte de crecimiento rastrero, que no sólo presentaban mayores potencial de rendimiento y tamaño de grano respecto a sus antecesores, sino que también incrementaron la longitud del ciclo a un total entre 145-155 días. Transitados ya casi 70 años desde aquel primer cultivar lanzado al mercado por el INTA Manfredi, variedades de maní liberados entre 1948 y 2004 fueron sembrados en el INTA Manfredi con el objetivo de analizar respuestas involucradas en la determinación del rendimiento.
Cambios genéticos
Hasta mediados de los años 70, el rendimiento promedio de granos determinado por cultivares erectos era de 2.978 kilogramos por hectárea. Con la liberación del cultivar Virginia 5 INTA en 1975, primero de hábito de crecimiento rastrero, se produjo un salto significativo en el rendimiento que alcanzó los 4.615 kilogramos por hectárea y continuó el ascenso en su rendimiento hasta la actualidad, llegando a cosecharse 5.100 kilogramos por hectárea.
Cuando se analizó la evolución del rendimiento a través de las décadas, se observó que éste se dio principalmente por aumentos en el peso del grano y en menor medida por su cantidad. El rol protagónico del peso obedeció a la ávida demanda de la industria manisera por granos de calibre atractivo para la vista de los consumidores.
Preguntas con respuestas
¿Cómo fue el impacto de aquellas variables que participan en la generación peso del grano?, fue una de las preguntas que surgieron cuando se inició el análisis de cada uno de los componentes del rendimiento. La respuesta obtenida estuvo relacionada con la duración del período de crecimiento de los granos entre los cultivares de porte erecto y aquellos de porte rastrero, donde estos últimos alargaron esta etapa en aproximadamente un 57% respecto de los cultivares erectos. En relación a la velocidad del crecimiento de los granos, no existen diferencias contundentes entre hábitos de crecimiento, sugiriendo que este aspecto aún no habría sido explotado en profundidad y que debiera ser considerado durante la generación de próximos variedades. En síntesis, granos más grandes en plantas rastreras fueron consecuencia de alargar el período de crecimiento de los granos en combinación con un mayor tamaño potencial (0,45 gramos por grano en cultivares rastreros vs. 0,28 gramos en cultivares erectos).
Otra pregunta surgida fue ¿qué variables podrían destacarse al momento de analizar el número de granos?, un logro importante del cambio genético hacia cultivares rastreros fue disponer de plantas con arquitectura de ramas y hojas que favoreció el rápido cierre del entresurco y, por ende, la mayor captura de radiación, situación que condujo a incrementos en el número de granos. Además, la disposición lateral de las ramas de una planta hacia sus vecinas, manifestada exageradamente en cultivares rastreros, contribuyó fuertemente a una mayor eficiencia en la competencia del cultivo contra las malezas.
Esta acotada radiografía del comportamiento de cultivares de maní liberados en los últimos 60 años, permitió esclarecer el rol de algunos rasgos que habitualmente están involucrados en la generación del rendimiento y constituye un punto a partir del cual podrán ser redefinidas las respuestas fisiológicas consideradas durante el proceso de generación de próximos genotipos.
(*) Ecofisiología de Cultivos, INTA-EEA Manfredi