Como toda presentación de Peteco Carabajal que se precie, ésta podrá planear sobre atmósferas de sublime concierto, alumbrar un flamante repertorio, profundizar en la mixtura de las raíces más ancestrales con los géneros modernos como el rock o el jazz, pero nunca, nunca podrá faltar su intrínseco clima peñero.
El solista invitado para la Velada de Gala en vísperas al 204º aniversario del 25 de Mayo comenzó anoche su recital en el Teatro Verdi socializando alrededor de siete piezas nuevas que compondrán el inminente álbum titulado “Hace cuarenta años”, en alusión a su dilatada trayectoria. Luego, regaló una de sus obras célebres, “Como pájaros en el aire (las manos de mi madre)”, previo a homenajear a Uña Ramos, el destacado quenista jujeño que falleciera horas antes de la función. Junto a Jorge Cumbo, su percusionista y ejecutante de instrumentos andinos, interpretaron “Huayno-t” (juego de palabras entre huayno y “why not”), una pieza instrumental compuesta por Cumbo.
Acto seguido, Peteco comenzó a encender el ambiente con un set de zamba, escondido y chacarera (“Perfume de carnaval”, “Escondido de la alabanza”, “Déjame que me vaya”), especial para las dos parejas de la agrupación Sueños de Tradición que subieron a escena como los bailarines que intentaron danzar entre las butacas.
Con charango en mano ejecutó su “Estrella azul” para luego despacharse con una exquisita ofrenda de bises: “El embrujo de mi tierra”, “Entra a mi hogar” y “Entre a mi pago sin golpear”. Previo a ello, Peteco, fiel a su linaje de folcloristas santiagueños, bajó a la platea con su violín y, sin ánimo de exagerar, deleitó a todo el público presente que había agotado las localidades un día antes.
Acompañando a Peteco, se encontraban compañeros y familiares del músico: Juancho Farías Gómez (bajo), Homero Carabajal y Ricardo Chazarreta Carabajal (guitarras), Martina Ulrich Carpena Carabajal (batería) y el mencionado Jorge Cumbo.
Juan Ramón Seia