Escribe
Lic. Cesar Grinstein*
No son tiempos fáciles. De poder elegir, quizás cada uno de nosotros hubiéramos preferido vivir circunstancias más favorables. Pero no está dentro de nuestras posibilidades humanas elegir lo que sucede en nuestro entorno. En todo caso, podemos elegir cómo responder en cada circunstancia y que esa elección nos permita acciones significativas que nos lleven a obtener resultados que contribuyan al bienestar en el vivir y en el convivir.
Observamos diariamente acontecimientos que no nos son gratos, al referirnos sobre la sociedad hablamos de agresión, violencia, intolerancia y al referirnos sobre lo personal mencionamos habitualmente desgano, angustia, sufrimiento, dolor, enfermedad. ¿Será posible que la humanidad, habiendo conquistado todos los ambientes de la tierra -incluido el espacio extraterrestre- pueda estar llegando a una instancia donde la propia civilización se vea en peligro, sólo porque el ser humano no ha logrado conquistarse a sí mismo, comprender su naturaleza actuar desde ese entendimiento? ¿Qué nos ocurre como humanos, que pareciera que aquello que nos sucede y nos genera malestar lo percibimos como situaciones imposibles de modificar desde nuestro propio pensar y hacer?
La historia nos pone como protagonistas en un tiempo de crisis tanto social como ambiental. Ser adultos y jóvenes en este inicio de siglo nos compromete a repensar las acciones que vinimos realizando, los valores y creencias que vinimos generando y transmitiendo.
Podemos apreciar que estamos frente a nuevos escenarios que nos obligan a pensar y reflexionar sobre nuestros quehaceres, si es que queremos que nuestros niños y jóvenes puedan vivir un futuro en bienestar.
Ahora bien, no será descargando la “culpa” en los otros o en factores externos que hemos de dar respuesta adecuada al desafío histórico que enfrentamos.
Es mediante nuestro hacer responsable que hemos de articular acciones que nos conduzcan a momentos mejores.
La ética de la responsabilidad nos sugiere las siguientes preguntas ineludibles: ¿cómo he de responder, mediante mis acciones, a los desafíos a los que me enfrento en mi vida? ¿Cómo he de responder, mediante mis acciones, sumadas a otras respuestas, a los desafíos que la sociedad se enfrenta diariamente?
De las respuestas a estas preguntas depende la efectividad, la felicidad y la armonía que podamos alcanzar de manera individual o colectivamente. Por supuesto que esto no es algo fácil de alcanzar, pero aún en medio de las dificultades debemos encontrar respuestas. De nada servirá quejarse amargamente por aquello que merecemos o que pudo haber sido, pero no es. No lograremos por esta vía modificar lo que no nos gusta. Solamente entendiendo que en cada crisis existe una oportunidad de cambio y aprendizaje y actuando en consecuencia, es que podremos darle al mundo una forma más parecida a aquella que anhelamos.
Desafío, cambio y respuestas
Todo desafío implica una situación de cambio. Todo cambio representa una interrupción en el operar recurrente. Hablamos de cambio cuando sucede algo nuevo, algo que excede la rutina a la que estamos acostumbrados.
Inmediatamente surge ante nosotros una serie de intereses, un conjunto de espacios de reflexión que se ven afectados por el rompimiento de la rutina en la que veníamos operando. Desafío, crisis y cambio implican necesariamente una situación en la cual aquellas prácticas que considerábamos habituales y para las cuales tenemos desarrolladas competencias y habilidades se vuelven obsoletas o inoperantes.
¿Cómo comenzamos?
El punto de inicio, quizás, es colocarnos a cada uno de nosotros como observadores de nuestras propias acciones y cómo estas impactan en todo lo demás. Hacernos cargo de saber que cada persona posee una libertad incondicional nos pone en el centro del problema y es así, viéndonos como parte del problema, que podremos encontrar la manera de encontrar soluciones.
Reflexionar de manera individual y colaborar en círculos de reflexiones colectivas nos proveerá del espacio y las dinámicas necesarias, de donde los humanos generemos nuevos entendimientos. La interdisciplinariedad, los distintos puntos de vistas nos ayudarán a poder analizar la situación con mayor detalle de análisis y a, por consiguiente, encontrar las maneras de hacer un quehacer más efectivo.
La situación histórica nos está invitando a participar, la decisión es de cada uno, claro está que esta decisión conllevará una gran dosis de compromiso hacia ese futuro soñado.
¿Nos atrevemos asumir el compromiso?
*Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires (UBA)