Cuando tenía 16 años tuve un accidente con una moto y por ese entonces un hombre que era mecánico de los bomberos me ayudó a repararla. Un día me invitó a ir al cuartel y desde ese entonces nunca más me fui”.
“Comencé siendo ayudante de mecánico, pero con el tiempo y luego de mucho aprender empecé a salir a los siniestros. Recuerdo que mi primera salida fue a un accidente que hubo en la ruta, entre Villa María y Tío Pujio”.
“Fue un momento muy duro para mí, yo era muy joven y tuve que alzar el cuerpo de un niñito que había fallecido. Eso me marcó para siempre” (con lágrimas en los ojos).
“A pesar de eso ésta es una hermosa profesión en la que te llena mucho poder ayudar a gente que te necesita. Sin dudas que si volviera a nacer, sería bombero nuevamente”.
“A los 55 años dejé de ser un bombero activo, pero al día de hoy sigo formando parte de la Comisión Directiva y de la vida del cuerpo. Uno nunca deja de ser bombero, cuando suena la sirena sigo yendo al cuartel para ver qué sucedió y para ayudar en lo que sea necesario”.
“Lo más importante que tiene el Cuartel de Bomberos Voluntarios de Villa María es la colaboración de la gente de la ciudad, que siempre nos ha brindado un apoyo incondicional en todo sentido, moral, económico y familiar”.
“Nunca hemos defraudado y nunca hemos dejado de cubrir ningún tipo de ayuda que la gente haya realizado”.
“La gente que hace bromas telefónicas a los bomberos no tiene la más mínima idea del riesgo en el que nos pone, porque cuando tenemos que dirigirnos al cuartel no tenemos otra meta más que lograrlo y hacemos lo que sea por lograr ese objetivo”.
“Los bomberos de hoy son increíbles, llegan volando al cuartel, dejan su bicicleta y a los dos segundos ya tienen el traje puesto (entre risas)”.