La leptospirosis es una enfermedad infectocontagiosa transmitida por una bacteria llamada leptospira.
El padecimiento es identificado como una infección aguda, transmitida de los animales al hombre por lo que es considerada una zoonosis bacteriana. Esta es una de las enfermedades zoonóticas más difundidas a nivel mundial, que afecta a todos los países del mundo y que ha adquirido en el último tiempo un carácter endémico y reemergente. La bacteria posee más de 220 serovariedades infectantes, las más comunes son la leptospira interrogans e icterohemorrágica, éstas pueden diseminarse por el agua y son capaces de sobrevivir hasta 180 días en suelos húmedos y fangosos o con agua estancada.
Las abundantes precipitaciones provocan anegamientos que propician la aparición de brotes de leptospirosis. Esta infección afecta fundamentalmente a más de 160 especies de animales salvajes y domésticos constituyendo un reservorio y fuente de infección al hombre. Los roedores -en especial las ratas negra, parda y ratón doméstico- por su amplia distribución en zonas urbanas y por su carácter de excretoras de leptospiras de por vida, juegan un papel epidemiológico relevante como reservorios permanentes, manteniendo la enfermedad en forma casi constante y convirtiéndose en los grandes diseminadores de la enfermedad. Los animales domésticos como los perros, el porcino, equino y bovino son los hospedadores principales. Los brotes de leptospirosis, tanto en el hombre como en los animales, son causados, generalmente, por exposición a aguas, alimentos, o suelos contaminados con orina de animales infectados.
El hombre es un hospedador accidental y la enfermedad representa un peligro para muchas personas que trabajan al aire libre o con animales, como granjeros, recolectores de basura, veterinarios, pescadores, criadores de animales, empleados de mataderos, tamberos, trabajadores rurales de zonas de humedales (arroceras y caña de azúcar) y trabajadores de alcantarillados, entre otros. También representa un peligro para los que acampan al aire libre o practican deportes en áreas contaminadas como ríos, lagunas, bañistas o aquellos que participan en competencias deportivas de sobrevivencia y una tendencia actual que son las fiestas de barro en los cumpleaños. La incidencia de leptospirosis urbana reconoce como dos grandes reservorios a los roedores y a los caninos. Si bien las zonas de riesgo en las grandes ciudades la constituyen las zonas marginales, en los últimos tiempos se observa un incremento de casos en zonas urbanas, lo cual indica la viabilidad de los microorganismos a nuevos ambientes.
Los caninos, debido a su estrecha relación con las personas y con diversos roedores domiciliarios, resultan potenciales diseminadores y fuente de infección para el hombre. La supervivencia del agente y la reemergencia de la enfermedad están ligadas, entonces a numerosos factores intervinientes, como las condiciones del medio ambiente, el clima, la constitución del suelo y la exposición del hombre al contacto directo o indirecto con los reservorios naturales. Como consecuencia de las inundaciones registradas en el país en los últimos meses, ha aumentado el número de casos diagnosticados en zonas suburbanas.
Crecimiento poblacional descontrolado
Estas zonas en particular han creado un entorno favorable para la difusión de estas enfermedades, por el crecimiento demográfico sin saneamiento, criaderos clandestinos de animales, construcción de viviendas precarias en terrenos inundables, población que convive con importante presencia de basurales, que trabajan en la clasificación de residuos, adquiriendo el carácter de endémico en estos grupos poblacionales más vulnerables y expuestos a un mayor contacto con roedores. Por otro lado, la enfermedad también se presentan en zonas rurales como en la cuenca lechera donde se identifica una alta tasa de infección de bovinos, con presencia de todas las condiciones que la predisponen, existencia de roedores, presencia de raciones que atraen a los mismos, aguas estancadas, aguadas para el ganado, hacinamiento animal a la hora del ordeñe, contacto con la orina, etcétera. Esto ha generado al productor grandes pérdidas económicas, muertes neonatales, nacimiento de terneros débiles o muertos y disminución de la producción láctea. En tanto en cerdos, los lechones pueden liberar las leptospiras por orina por períodos prolongados, siendo por lo tanto, un elemento importante también en la diseminación de la enfermedad.
Aumentan los casos
En la actualidad esta enfermedad está tomando relevancia en Argentina, debido al aumento de casos confirmados de contagio y de víctimas fatales en humanos, lo que motiva la preocupación no sólo de la sociedad, sino de las autoridades sanitarias por las consecuencias que esto conlleva. Este año hubo un caso de muerte en Santa Fe y varios confirmados con internación. En 2007 en Córdoba, se reportó un caso confirmado en la ciudad de San Francisco, y este año en Saturnino María Laspiur y El Fortín consecuencia de los anegamientos por las inundaciones en la zona urbana, en esta última se trata de una persona que estuvo colaborando durante la reciente inundación del pueblo y se encuentra bajo atención médica y su cuadro controlado.
La forma de entrada al organismo de esta bacteria es a través de la piel intacta, por la mucosa conjuntival, nasal y bucal y por abrasiones o lesiones de la piel. La ingesta de agua contaminada también puede facilitar el acceso del germen a través de las mucosas digestivas. Una vez en el organismo el germen pasa a la sangre. A lo largo de los días siguientes se multiplica y se distribuye por todo el organismo. Los síntomas son muy variados y van desde un estado febril similares a una gripe con cefalea, fiebre, dolor muscular, abdominal, decaimiento general, hasta presentaciones más graves conocidas con el nombre de síndrome de Weil, con daño hepático, renal y respiratorio y en ocasiones la muerte.
La mayoría de pacientes con leptospirosis presenta una forma leve de la infección. Sin embargo, alrededor del 10% sufre cuadros graves. El período de incubación suele ser de unos 10 días, pero oscila entre 2 y 20 días y todos pueden enfermar sin distinción de edad. El diagnóstico en muchas ocasiones es difícil y a menudo confundida con otras afecciones de inicio febril, como el dengue y la influenza, de ahí la importancia del diagnóstico clínico primero, epidemiológico en segundo lugar y la posterior confirmación por técnicas de laboratorio en muestras de sangre, orina y suero del enfermo. Una vez diagnosticada la enfermedad tanto en humanos como en animales es de notificación obligatoria a una autoridad sanitaria competente, por los médicos y veterinarios respectivamente.
Cómo se trata
El tratamiento se debe hacer precozmente con antibióticos, no debe automedicarse ya que puede traer complicaciones. En los cuadros graves es fundamental administrar antibióticos adecuados lo más pronto posible entre los que figuran la penicilina, doxiciclina y amoxicilina, entre otros. En estos casos también es fundamental el tratamiento de soporte de las distintas manifestaciones y complicaciones que pueden ocurrir, como la diálisis en casos de insuficiencia renal avanzada, transfusiones en casos de anemia severa, etcétera.
Las medidas de prevención son un factor clave en esta enfermedad y entre ellas se destacan evitar la exposición a la orina y los tejidos de los animales infectados y evitar el contacto con aguas que puedan estar contaminadas. Otras medidas adecuadas son la vacunación de los animales y en diversas regiones del mundo se ha utilizado también la vacunación en personas, no así en Argentina.
La higiene doméstica
Para el control de los roedores, establecer medidas de saneamiento ambiental básico como la desratización con rodenticidas, eliminación de aguas estancadas y la disminución del contacto con roedores a través de la higiene doméstica tales como el buen manejo de la basura en recipientes con tapas ajustadas para que no sea alimento de roedores, el almacenamiento hermético de agua y alimento para consumo humano, higiene de manos ante posible contaminación, la limpieza de superficies con desinfectantes, el desmalezamiento alrededor de las viviendas y aireado de los galpones, mantenimiento de patios y jardines limpios, tapando los orificios del hogar por donde puedan ingresar los roedores, eliminar escombros para que no se transformen en refugio de los mismos. Por último la protección adecuada de las personas que están más expuestas, evitando sumergirse en aguas o caminar descalzos en el pasto, o aguas contaminadas y cuando se trabaja en zonas de riesgo usar botas y guantes.
En cuanto a la zona rural existen vacunas comerciales específicas que permiten controlar la enfermedad en los rodeos bovinos y es importante concientizar tanto al personal de campo como a cualquier persona expuesta a fetos abortados, descargas uterinas y orina de posibles animales portadores de la enfermedad, para que tomen los recaudos necesarios y eviten su manipulación.
En el marco de una situación de brote de leptospirosis lo más importante es trabajar en conjunto con el equipo de salud, la comunidad y la municipalidad local para incentivar la consulta oportuna, realizar los análisis correspondientes y tratamiento precoz de los casos. Todas las personas que experimenten síntomas similares a un resfrío o gripe fuerte, incluyendo fiebre, fatiga y dolor muscular, decaimiento, deben concurrir al médico para realizarse los análisis correspondientes para establecer el correcto diagnóstico.
Transmiten otras enfermedades
Una detección a tiempo puede dar rápidamente intervención a las autoridades sanitarias para evitar que se propague la enfermedad. Además, es de suma importancia resolver la situación de los roedores, ya que los mismos no sólo difunden leptospirosis, sino que son trasmisores de hantavirus, fiebre hemorrágica argentina, peste bubónica, triquinosis, rabia, parásitos como las tenias, cólera, salmonelosis, tuberculosis, etcétera. Por tanto es necesario crear un espacio basados en la motivación e involucramiento con la problemática y la participación de la comunidad resulta esencial para definir una estrategia conjunta para abordar este problema.
Asimismo, es fundamental generar información desde las áreas municipales, de salud, así como espacios de comunicación directa como diarios, comisiones vecinales, escuelas y hospitales, entre otros, no sólo frente a situaciones críticas como las inundaciones, sino en forma permanente de vigilancia y prevención de enfermedades brindando las herramientas necesarias para desarrollar conciencia como tener una vivienda saludable, mejorar las condiciones higiénico-sanitarias de la misma, los riesgos de este tipo de enfermedades transmisibles, capacitar sobre la forma de producción de animales como el ganado lechero o cerdos, el manejo de la basura domiciliaria, la actividad de los hurgadores o cartoneros, la reducción de basurales, controlar pastizales, mantener la higiene en espacios baldíos, procurar disminuir la población animal en viviendas precarias, denunciar focos de roedores y casos sospechosos en el hombre, entre otros.
La vigilancia epidemiológica de esta enfermedad debe estar orientada a mantener un conocimiento actualizado de su comportamiento e identificación de las áreas de riesgo. De acuerdo a los criterios de OMS sobre los riesgos relativos de enfermedades transmisibles en un desastre, la leptospirosis integra el grupo de dichas enfermedades con potencial epidémico posterior a inundaciones, en relación al anegamiento de la napa freática sin posibilidad de drenaje o absorción, que al contaminarse con leptospiras infecta agua, alimentos y suelos.
Sin duda, el principal factor de riesgo es el desconocimiento de la existencia de enfermedades zoonóticas y sus medidas de prevención por parte de la población, por lo que resultando imperiosa la necesidad de implementar medidas de educación para la salud, especialmente en la concientización de los riesgos que puede tener para la misma; sobre todo en nuestra región después de la reciente inundación que ha padecido la ciudad y de esta manera proteger la salud de toda los ciudadanos.
Dra. Gabriela Demilta
Medica Veterinaria
MP: 3619