El Cura Brochero fue un héroe de su tierra, un luchador incansable por los derechos de los pobres que cómo el malvivían olvidados allá y a lo lejos, en las soledades del Valle de Traslasierra. Por eso la gente lo homenajea permanentemente, y por eso se le hizo una obra que desde el año 1957 ayuda a mantener viva su leyenda: el Museo Brocheriano. El mismo supo ser sede de la Casa de Ejercicios Espirituales y está ubicado frente a la plaza central de Villa Cura Brochero, pegada a Mina Clavero (a unos 300 kilómetros al noroeste de Villa María).
Allí no sólo se aprende sobre el llamado “Cura Gaucho” y sus trabajos por la comunidad, si no también acerca de los modos de vida en el Siglo XIX y la historia de este encantador municipio nostálgico y chapado a la antigua, rodeado de cerros y ríos, ayer conocido cómo Villa del Tránsito.
Por dentro
En la antigua casona José Gabriel del Rosario Brochero impartió sus enseñanzas, siempre con la palabra de dios en la boca y las manos para ayudar a los más necesitados. Así las cosas, el recorrido por el lugar incluye los espacios comunes donde el religioso daba rienda suelta a su día a día. Por ejemplo, el visitante puede acceder al dormitorio del cura (que incluye elementos personales), al precioso patio de aires coloniales (aljibe incluido, otrora espacio de ejercicios para los fieles que se educaban en la casa) y el comedor (hoy funciona como sala de conferencias).
Otros puntos de interés de este Monumento Histórico Nacional los corporizan la cocina (con artefactos que son una reliquia) y el garaje. En este último descansa el viejo coche inglés modelo 1890 con el que Brochero salió a misionar en la zona de Villa de Soto (cerca de Cruz del Eje), por caso. También hay un sector especial en el que se muestran las costumbres de los habitantes de la zona en aquellos finales del Siglo XIX, y otro dedicado a los primeros paisanos: los comechingones. En total el museo cuenta con 16 salas de exposición.
En las mismas, destacan cantidad de fotografías y documentos, y los artefactos utilizados cotidianamente por el nacido en Santa Rosa de Río Primero. La sobadora de madera con la que amasaba el pan, la tribuna para los actos religiosos, la campana sostenida por un palo de quebracho con la que llamaba a misa y la máquina de escribir son algunos de ellos.
Finalmente, vale mencionar la tumba del cura, empotrada en la pared que colina con el Santuario Nuestra Señora del tránsito. Un templo levantado por el propio padre, y en que sus restos duermen el sueño eterno.
Beato desde 2012
El Cura Brochero falleció en la localidad que lleva su nombre, el 26 de enero de 1914 (tenía 73 años). Casi un siglo después, el 20 de diciembre de 2012, la Iglesia Católica lo proclamó beato, generando aún más mística alrededor de su figura.