Ayer culminó el 11º Congreso de Educación del Centro del País en el Teatro Verdi.
Con una asistencia que superó las 700 personas (y que incluso llegara a desbordar la sala mayor de la ciudad en la primera jornada concretada el viernes), la propuesta organizada por el municipio local en conjunto las universidades y la Provincia, cerró con la disertación del reconocido docente mendocino y licenciado en Ciencias Políticas y Sociales Emilio Tenti Fanfani.
Bajo el título de “Alumnos y docentes en la jaula de hierro, liberarnos de la historia en las mentes y en las cosas de la escuela”, reflexionó acerca del verdadero sentido que debería tener la institución educativa en general.
Al principio planteó con tono entre jocoso y amable la idea de que los docentes “somos esquizofrénicos”, porque “muchas veces hacemos algo distinto de lo que estamos haciendo o trabajamos con cosas muy modernas pero con métodos antiguos”.
Brecha entre el título y los conocimientos
Acto seguido comenzó a analizar los “desajustes” que se observan en el ámbito escolar. El primero apuntaba a la brecha entre la escolarización, el desarrollo de la persona y el título habilitante. “Cada vez hay una distancia mayor entre el diploma (o cultura institucionalizada) con la cultura incorporada, es decir los conocimientos que me llevan a poder utilizar las herramientas a mi alcance. Porque, ¿para qué me sirve tener todo servido en Internet sino sé cómo usarlo o apreciarlo?”.
El segundo “desajuste” se derivó en la masificación de la enseñanza que llevó a romper con la correspondencia entre los diplomas otorgados y la cantidad de puestos de trabajo vacantes. “Es una fantasía decir que mientras más graduados de secundario haya más empleados habrá”, acotó.
A raíz de este panorama, brindó la siguiente reflexión, que aplaudida por la asistencia: “Esperamos que la escuela resuelva cada vez más cosas. Está sobredemandada. No sólo en cuestión de currícula sino de salud, ambiente, tránsito, embarazo adolescente, alimentación... Es imposible poder satisfacer tanta cantidad de necesidades”.
En contraposición, planteó tres finalidades esenciales que deberían ser “contribuciones” de la escuela: formar a individuos libres y autónomos, desarrollar sus capacidades productivas y creativas (no sólo pensando en la “fuerza de trabajo”) y en la participación en sociedades democráticas o formar en ciudadanía.
“La lectura y la escritura deben ser objetivos centrales”
Para ello, subrayó Tenti Fanfani, se deben enseñar competencias estratégicas que provienen de la expresión y el lenguaje. “Saber usar mayor vocabulario, saber expresarse y desarrollar la autoestima del alumno para que pueda manifestarse son cuestiones fundamentales en un mundo donde imperan los servicios en relaciones interpersonales, antes que el trabajo físico y mecánico de antaño”.
Por último hizo especial foco en las deficiencias que la escuela tiene con la enseñanza de áreas elementales como la Lengua y la Matemática. “Más allá de todas las críticas y salvedades, no puede ser que en catorce años de escolarización un chico no pueda tener la capacidad de lectura y de escritura. Y eso sucede porque no nos hemos puesto a ese objetivo como central en la educación”.
En el mismo sentido sentenció: “Nuestra sociedad se rige no sólo por el capital económico que uno tenga sino por el capital cultural o de conocimiento, que es único capital que no se puede repartir ni se puede heredar. E incluso que no se reclama. Proponer superar el nivel de conocimiento de la sociedad es una acción de impacto político”.