Dice que no sabe cómo transcurrieron los días de la última década. Que pensó que iba a morir, que no iba a poder soportar el dolor de haber perdido a su hija Ivanna. "En aquel entonces tenía 50 años y ahora tengo 60, no puedo creer cómo llegué", dijo, del otro lado del teléfono, Alicia Romero, desde su Dalmacio Vélez.
Ayer se cumplieron 10 años desde el día que Nicolás Rodríguez mató a escopetazos a Ivanna. La Justicia de Villa María lo condenó a 15 años de prisión el 5 de abril de 2006, en un fallo polémico, ya que familiares y amigos de la víctima esperaban una pena más severa. Fue por "homicidio agravado por el uso de arma de fuego".
En ese entonces no se hablaba de la violencia de género, de la violencia machista. No había grupos de personas como hay en la actualidad, que luchan en la temática. No se hablaba de femicidio. Nicolás la mató por celos.
Alicia reflexiona sobre esto. "No he visto avances en las condenas. No me cierran. Cada vez que veo un juicio similar, los jueces no me dejan conformes. La Justicia argentina no tiene el sentido que tendría que tener", afirma.
"Aquel día (del fallo) me quedé con mucha bronca", añade. Los femicidios que se registran en el país "es la triste historia que tenés que ver como madre y a las que me enfrento seguido". "Me siento frente a la tele a seguir los casos y la violencia cada vez es peor. Así está Argentina".
Confiesa que siente la ausencia de su hija "como el primer día" y que el trance "es muy difícil". "Cada día que pasa es más difícil, una no sabe cómo está viva, cumplí 60 y no sé cómo viví", declara, pero al rato encuentra la respuesta: "Lo logré gracias a la familia y a los amigos", en referencia a su otra hija, Laura (41), a los tres hijos de ella (sus nietos) y a la hija de Ivanna, que en octubre cumplirá 20 años.
La otra columna que la mantuvo de pie fue "un grupo de chicos que nació tras lo que me pasó, un conjunto maravilloso de jóvenes dispuestos a ayudar a los demás, a ser solidarios". Se denomina "Jóvenes para la Comunidad" y fue la casa de Romero la sede de los primeros encuentros.
"Primero les enseñé radio, después fueron creciendo. Es lo que me ayudó a estar de pie", remarca.
Además, Alicia trabaja en la limpieza del hospital local y de la Policía, ayudando también en los casos de violencia machista que llegan a la fuerza.
"Ojalá se detenga este drama. Les mando un abrazo muy grande a todas las madres del dolor", cierra conmovida.