La médica Mariana Damia, de la Guardia Central del Hospital Regional Pasteur, consideró que con educación y "un poco más de control en la venta de alcohol y el ingreso de menores en boliches" se podría empezar a revertir el flagelo de la ingesta de esa bebida en los jóvenes.
"Básicamente la mayoría se alcoholiza antes de llegar al boliche, entonces hay que evitar la venta. Cualquier chico va y compra cualquier cosa en cualquier lado", señaló la profesional de la salud al recibir a EL DIARIO en el nosocomio.
Confirmó que las guardias de los sábados a la noche -madrugada de domingo son absolutamente diferentes a las de los demás días, por la cantidad de personas que llegan con cuadros de intoxicación alcohólica.
Dijo que "hay un montón de casos" y que ha disminuido la edad de consumo. También precisó que "Bomberos traía antes a toda persona que encontraba tirada en la calle, pero ahora la política cambió y la traen si ocurrió un accidente o si está sola".
Reveló que hubo casos de niños de 12 años con intoxicación etílica, aunque aclaró que "no es frecuente, pero los hay y esto antes no ocurría".
Generalmente llegan a la Guardia con su grupo de amigos, que suelen pedir que no se les dé aviso a los padres, algo que los profesionales sí hacen. Existe una obligación de hacerlo cuando son menores. Y los progenitores "por lo general, vienen".
Cuando EL DIARIO le preguntó si las amistades de quien llegó en mal estado al centro de salud toman conciencia sobre la situación, la médica evaluó que "saben que toman de más, que se les fue de las manos, pero no cambian la conducta".
Violencia social
Damia lleva 11 años en la Guardia y varias veces tuvo que lidiar, con sus compañeros, con los problemas que se suscitan por los heridos de armas.
En este aspecto, dijo que es importante el hecho de contar con un Policía en el lugar -algo que lograron "hace seis años"- porque en muchas ocasiones temen ataques.
"Los familiares de los heridos, por lo general, tienen mucho nerviosismo. Hasta ahora, se han registrado hechos protagonizados por bandas, lo que genera una incomodidad fuera de la Guardia. La disputa llega a los pasillos, a la calle del Hospital. Si bien nunca pasó nada importante, genera temor", ilustró. "Hasta ahora no hubo intento de agresión en particular, pero sí roces por el estado de ansiedad".
Más allá de estos episodios, la entrevistada afirmó que "es común y constante el maltrato a los trabajadores de salud".
"Creo que es una cuestión cultural y de la idiosincrasia del lugar. Se da una falta de respeto total, llegan y quieren que se los atienda ya, cuando muchas veces está lleno. Golpean la puerta, insultan, creen que estamos acá sin hacer nada. Entonces van a la Dirección y (desde la conducción) bajan a ver si es verdad. Es algo común en todos los hospitales", manifestó. "La política es que la gente no se tiene que quejar, entonces nosotros estamos expuestos y no sé cuál es la solución", se lamentó.
"Ha ido creciendo la intolerancia porque ha crecido el volumen de gente. Viene todo el mundo a la Emergencia, con cosas urgentes, con cosas que no lo son, con mutual, sin mutual, con plata, sin plata y de toda la zona. Mucha gente con mutual viene acá porque tenés pediatra, cirujano, radiografía, etcétera", graficó.
En este contexto, hizo hincapié en la infraestructura del Pasteur: "Entras y salís por la misma puerta donde está la gente, cuando la circulación del personal debe ser diferente a la del público".