El 15 de junio se conmemora en la República Argentina el Día del Bioquímico al recordar el nacimiento del doctor Juan Antonio Sánchez (foto), propulsor de la instauración de una profesión bioquímica con fuertes bases científicas y profesionales.
Suele sostenerse en el campo médico actual que al menos un 70% de los diagnósticos está basado en algún estudio de laboratorio. Y resulta ya impensable imaginar un equipo de atención de la salud sin la presencia del bioquímico.
Sin embargo, la representación social generalizada de la figura de este profesional no hace honor a sus amplísimas y relevantes incumbencias, que han ido creciendo y desarrollándose en los últimos cinco decenios para ocupar hoy un lugar central en los servicios de atención de la salud. Su actividad es fundamental en la prevención, el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de las enfermedades; pero también en la dirección técnica de laboratorios de análisis clínicos, bromatológicos, toxicológicos, de química forense y legal, de bancos de sangre, de análisis ambientales y de elaboración y control de reactivos de diagnóstico, productos y materiales biomédicos; así como en la investigación y el desarrollo y en otra notable serie de competencias para las que habilita el título.
En un país como la Argentina, en que lo habitual es conmemorar fechas de muerte de los mentores de ideas, gestas y proyectos, resulta vivificante que los bioquímicos hayan escogido para sí el día del nacimiento de Juan Antonio Sánchez, de quien se dijo que gustaba de festejar con exultación cada aniversario de su llegada al mundo. La fecha fue instituida en una asamblea de la Confederación Bioquímica Argentina en 1961.
Como se destaca en la página oficial de la Asociación Bioquímica Argentina, “lo que hoy conocemos como ‘bioquímica’ prácticamente no era ni siquiera nombrada en los inicios del Siglo 20, pues se considera que esta ciencia nació con el descubrimiento de la amilasa en 1893. De ahí la tremenda importancia que tuvo la creación del Doctorado de Bioquímica y Farmacia en 1919, por la visión del profesor Juan Sánchez.
Por ese año, Sánchez era titular de la cátedra de Química Analítica Aplicada a Medicamentos de la Escuela de Farmacia de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Elegido consejero por la Escuela de Farmacia, Sánchez, secundado por el joven médico Osvaldo Loudet, ideó y presentó el proyecto de creación del Doctorado en Bioquímica y Farmacia”.
Pero también los profesionales bioquímicos resaltan otro hito trascendental en su origen. “Un hecho que marca el nacimiento de la unión entre la Medicina y la Bioquímica en nuestro país es que el 21 de noviembre de 1919, el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas resolvió la creación del Instituto de Fisiología bajo la dirección del profesor de Fisiología Bernardo Alberto Houssay, con las cátedras de Fisiología y de Química y Física Biológica. Quienes cursasen el Doctorado en Bioquímica y Farmacia cursarían, asimismo, Física y Química Biológica en el Instituto de Fisiología que dirigía Houssay.
De la unión de un profesor visionario y un futuro Premio Nobel surgiría la marca de nacimiento de la ciencia y profesión bioquímicas en la Argentina”, expresó Amalia Beatriz Dellamea desde el Centro de Divulgación Científica de la Universidad de Buenos Aires.
La presente jornada, a su vez, también es propicia para expresar el reconocimiento a aquellos primeros profesionales y asociados al Círculo Regional de Bioquímicos de Villa María, como Salomón Gornitz, Miguel Zandrino, José Ancarani, Víctor Vezzani y su hija, María Angeles Vezzani, entre otros.
La esquina de 25 de Mayo y Entre Ríos fue escenario de esta historia de cinco décadas, donde aquella edificación antigua (foto) dio lugar a una moderna construcción donde hoy se encuentra la sede de los bioquímicos.
Para todos ellos, el saludo y el reconocimiento en su día.