Escribe
Fabio Morisetti
Rivadavia ya está entre los cuatro mejores de la Liga. En un final no apto para cardíacos, derrotó en la serie de penales a Asociación Española por 4 a 1 y consiguió un pasaporte que costó sangre, sudor y lágrimas.
La pauta de la paridad entre los dos equipos la da que en 180 minutos de juego no sólo no pudieron sacarse ventajas, sino que tampoco pudieron convertir.
Y en esta ocasión, el trámite resultó ser deslucido, carente de ideas, pero con dos posturas bien definidas: Rivadavia, con más errores que aciertos, siempre pensó en el arco de enfrente. Española, como contrapartida, se dedicó a esperar y ver si podía meter algún contragolpe aprovechando la velocidad de Morello.
Claro que los nervios le jugaron una mala pasada al local, pero las ganas no fueron acompañadas de acciones concretas, por lo que los intentos chocaron indefectiblemente contra la firme defensa ”gallega”.
Prueba de ello es que la visita tuvo dos chances clarísimas para abrir el marcador aprovechando la contra. A los 19’, Valle de palomita la mandó por encima del travesaño, y a los 32’ Martino atropelló en el área chica, pero se encontró con una enorme tapada de Berardo, cuando parecía inevitable la caída del arco local.
En la otra punta de la cancha, la emoción apenas se tradujo en un error de Marín que no alcanzó a capitalizar el “Pollo” Garis por centímetros.
Fue todo lo que entregó un primer tiempo muy luchado, demasiado pensado y con poca efectividad a la hora de atacar.
El segundo tiempo tuvo como común denominador a un dominio territorial por parte de Rivadavia, quien no pudo plasmar en peligro todo el tiempo que tuvo el balón en sus pies.
No obstante, el ingreso de Cerutti, rapidito y peligroso por el sector derecho, le abrió una nueva alternativa al “verde” a la hora de pensar en Arcas. Es más, a los 30 segundos de ingresado remató cruzado y desviado frente a la salida del uno “gallego”, quedando cerca de abrir el marcador.
A los 17’, Berardo se quedó con un cabezazo de Marín en lo que fue la única aproximación de Española en el período.
Rivadavia encontró en su flanco derecho un lugar por donde intentó llegar a la valla rival. Con Franco Santoni parado como volante y Cerutti picando, empezó a inclinar la cancha, pero siguió siendo mínimo su poder de artillería.
Sobre los 24’ Cerutti no llegó a puntear, y cuando parecía que se moría el partido, a cuatro minutos del final, fue Samuel Garis quien con un cabezazo estuvo a un tris de la gloria.
Como nada de eso se concretó, hubo que recurrir a la lotería de los penales, donde Rivadavia acertó más que un rival por demás errático. Los dos primeros penales errados fueron una montaña demasiado difícil de escalar para Española, quien terminó cayendo con todos los honores.
Por el otro lado, Marcelo Berardo sacó chapa de su enorme jerarquía para atajar un tiro y reventar el arco con el suyo. Así, sin sobrarle nada, el “Verde” cabralense pasó a la próxima fase.
La figura
Marcelo Berardo
El arquero no tuvo demasiado trabajo, pero una tapada espectacular en la primera etapa, más un penal atajado y otro convertido hicieron que no sólo fuera lo más destacado, sino que fue la base fundamental de la clasificación verde.
El árbitro
Mauro Daniele
Discreto arbitraje del colegiado. Si bien no tuvo incidencia directa en el resultado, no acertó demasiado con sus fallos, dejando pegar en exceso en algunas oportunidades y sin castigar con la severidad necesaria.