José Quintana (19) nació en Brasil, eligió a Villa María para quedarse a vivir y ahora aprovechó el Mundial para retornar a su tierra natal, respirar el aire futbolero y trabajar allí de lo que le gusta.
“Nací en Fortaleza Ceara, la parte mas caribeña de Brasil, pero me fui cuando era muy chiquito a vivir a San Pablo”, le contó a EL DIARIO vía chat. En esa gran urbe residió hasta sus 13 años, momento en que viajó a Villa María a visitar familiares “y escapar un poco de la vida alterada y caótica” que llevaba en aquella metrópoli.
Ya había conocido a nuestra ciudad cuando era pequeño y al volver siendo un adolescente encontró otra libertad para poder descifrar estos lugares. Quedó encantado. “Me gustó el hecho de poder recorrerla caminando en 15 ó 20 minutos sin embotellamientos ni contaminación sonora, ni la inseguridad con la que vivíamos allá. En fin, me encontré con una ciudad virgen en otros aspectos y me enamoré de ella”, reveló, al punto que lleva un lustro eligiéndola.
Este mes decidió regresar a sus raíces, “para aprender y capacitarme en el área gastronómica, que es lo que amo hacer”, y de paso presenciar algún partido.
Conseguir trabajo momentáneo en Brasil no fue fácil. “Tenía visto varios posibles lugares para trabajar, como hoteles y restaurantes con puertas abiertas para las fechas del Mundial, pero uno nunca sabe con lo que se va a encontrar. Como hace mucho que no estoy en mi país no tenía algunos documentos que son esenciales para trabajar acá (tarjeta de trabajo), así que tuve que efectuar todos esos trámites”, precisó en su charla con este cronista.
“Laburé unos días en un hotel en la playa con la idea de que ése sería mi trabajo definitivo, pero al final no pude quedarme por esas mismas razones que conté. Luego me dieron una oportunidad en el mejor restaurante de comida portuguesa de la ciudad”, su Fortaleza natal.
Obtuvo su documentación y logró así empleo registrado. José es ayudante de cocina en Joao Do Bacalhao y trabaja todos los días de la semana sin descanso, de 8 a 10 horas diarias, ya que por determinación propia no quiso francos con la idea de “aprovechar al máximo la experiencia”.
En cuanto al evento futbolístico del que habla el mundo (que tiene un amplio rechazo en muchos de sus coterráneos, según confirmo el entrevistado), el joven señaló que presenció el encuentro entre Brasil y México, sin haberlo planeado.
“En un sorteo gané la entrada una hora antes de empezar el partido. Me avisó mi hermana. Tuve que pedir salir una hora antes de mi trabajo: mi jefe me miró con una sonrisa y me dijo que si no iba yo, iba él. Por esas casualidades de la vida pude, sin pensarlo, ver un partido de este Mundial”, confió.
Dijo que no es fanático de la pelota, pero que sabe apreciar lo que es un buen encuentro futbolístico. Y ante una pregunta de EL DIARIO, confesó: “Mi corazón es bien brasileño, amo mi país, pero tengo un gustito por Argentina, ya que tengo mi vida allá (en nuestra localidad)”. Espera una final entre los seleccionados de ambas naciones y se rió al decir que “sería un desmadre”.
“Estar acá en este momento es una experiencia única, la verdad es que nunca esperé vivenciar tan pronto algo parecido. Ya tengo mis metas cumplidas, ahora sólo queda trabajar y aprender cada día algo nuevo”, concluyó.
Diego Bengoa