Faltaban pocos minutos para que empezara el partido de Argentina y en la sede local del Ministerio de Trabajo de la Provincia las exempleadas del City Hotel, que cerró sus puertas sin previo aviso el 5 de mayo, esperaban que esta vez apareciera su empleador. Era la tercera audiencia convocada y, tal como dispone la ley, Juan Carlos Ballabriga, el dueño de la malograda empresa, debía ser llevado a por la fuerza pública dado que no se había presentado en las dos anteriores.
Sin embargo, no fue. En la sede local del Ministerio no recibieron información de las causas: puede ser que la Policía no lo haya encontrado en su domicilio o que, directamente, no lo haya ido a buscar.
Por esa razón, el secretario general del gremio gastronómico (la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina, Uthgra) de Villa María, Fernando Gómez, solicitó convocarlo a una cuarta audiencia para ver si, esta vez, aparece para explicar a las trabajadoras cuándo y cómo les abonará los salarios de abril y el resto de las acreencias.
Mientras tanto, saben que se están haciendo arreglos en el edificio del City, propiedad de la familia Venosta, pero desconocen si lo alquilaron a un tercero, porque hasta la semana pasada Ballabriga no había devuelto las llaves del lugar que alquilaba.
Embargo:
Silvia Falcés (foto), abogada del gremio gastronómico, informó que están agotando las instancias administrativas antes de recurrir a la vía judicial.
Mientras tanto, trabaron embargo sobre los bienes inmuebles del propietario del City Hotel, aunque todavía no le informaron si tiene o no propiedades.
Saben que vive en una coqueta casa de un acomodado barrio de Córdoba capital, pero aún no tienen el informe para saber si está a nombre de Ballabriga.
Luchadora:
“Estamos en la dulce espera. Después de 11 años de trabajo y con un tratamiento de cáncer, estoy luchando para sobrevivir y este hombre no aparece. Solvento mis gastos haciendo ventas, aunque hay días que no tengo aliento para salir a vender. Todo eso gracias al señor Ballabriga”, dijo Ivana Paris, a quien le cambiaron el plan de su obra social (no es la de gastronómicos), complicando más su panorama.
La excepción:
“Tuve suerte, conseguí trabajo en otro hotel. Pero, de las nueve, sólo dos estamos empleadas ahora y yo soy la única que estoy haciendo lo mismo que antes. Fue muy difícil conseguir trabajo, pero tuve suerte. Armamos una red entre conocidos y así logré que me llamaran desde un hotel nuevo. Pero igual estamos acá para cobrar”, dijo Natalia Cattáneo, exempleada del City.
La búsqueda:
Gisela Paris es una de las exempleadas del City que está buscando trabajo por toda la ciudad. “Mi situación es muy crítica. Repartí currículums en todos lados, no sólo en hoteles. Tengo dos chicos, alquilo, tengo cuentas. No sé como seguir adelante. El (Ballabriga) sabía que casi todos somos sostén de hogar y no le importó nada. Nos da impotencia venir acá y que no aparezca porque se sigue burlando de nosotros”.