La Escuela de Arquería de la ciudad nació hace seis meses con un buen número de alumnos que crece día a día. Los secretos de una actividad histórica.
Hace seis meses nacía la Escuela de Arquería de Villa María. Quizás a la sombra de los deportes populares y otros no tanto, pero seguramente que los 30 alumnos que asistieron a esa primera clase del 15 de ese mes sospechaban o conocían a medias del atractivo de un deporte con improntas históricas en la cacería y la guerra.
Carlos Róvere es integrante de la Asociación Civil Familia Piamontesa en la ciudad y contó que el anhelo que recién pudieron concretar era un proyecto que el presidente de la entidad, Lorenzo Gastaldi, perseguía desde hacía unos cuatro años.
Claro que no es fácil abrir una escuela sin gente capacitada para enseñar. Ahí es donde Diego Olivera y Germán Ciacia, dos viejos amigos que en su infancia practicaban la actividad a modo recreativo, empiezan a formar parte fundamental de la historia. “No podíamos conseguir instructores -recuerda Carlos- hasta que un amigo en común nos presentó a Diego”.
“Estuve tirando unos 10 años, de chico con amigos, y aprendimos solos, nos compramos un arco y tirábamos, pero por no haber lugares para hacerlo empecé a dejar”, repasa Olivera. “Después, con Germán, hicimos unos cursos de instructor y en este tiempo nos contactaron para abrir la escuela”, expresa con alegría. No hizo falta difundir sobre la apertura de la escuela, “el boca a boca alcanzó para que la primera clase estuviera llena, no quisimos difundirlo mucho más porque el espacio es chico”, reconoce. Las clases son lunes, miércoles y viernes de 20 a 21.30, pero “estamos por abrir martes y jueves porque ha venido mucha gente nueva y no queremos ir retrasando a los que están más avanzados”, explica Diego.
La escuela tiene actualmente unos 35 alumnos fijos de entre 11 y 70 años de edad que asisten a la sede ubicada en Alem 275, al lado del Centro de Transferencia, dentro del predio del ferrocarril. “Es un deporte muy inclusivo, no importa la edad ni la dificultad física que tengas, con nosotros viene Lucas Basualdo, un deportista que está en sillas de ruedas y puede desempeñar la actividad perfectamente”, comienza a enumerar los beneficios del deporte del arco y la flecha.
Un deporte distinto
Diego reconoce que “no es un deporte normal”. Con esa frase hace referencia a que el uso del físico no es tan determinante. “Se usan músculos de la espalda, no es algo que tenga mucho de aeróbico ni nada. Lo que sí requiere mucho es la parte mental, exige mucha concentración”, asegura y agrega: “Sirve como dispersión, no necesariamente la gente que quiere competir viene a la escuela. Yo tengo muchos problemas de laburo, voy tiro tres flechas y ya estoy bien de nuevo. Es una descarga, porque te tenés que concentrar solamente en eso, es increíble”.
En ese sentido, reconoce que hay cierta similitud con el golf, aunque jura que “es increíble ver la cara de la gente que tira una flecha por primera vez, queda sorprendida”.
“Es una actividad poco promocionada, pero más allá de que salieron un par de series de televisión y la gente conoció un poco más y se enganchó, esto es algo que tiene mucha connotación histórica; nuestros ancestros han usado el arco y la flecha para defenderse, para cazar, está en nuestra célula, y el cuerpo tiene memoria, por eso en unos tres meses una persona puede estar tirando medianamente bien”, expone.
Villa María será sede el 12 de octubre por primera vez de un torneo de arquería, enmarcado en la “Liga de Escuelas Flechas Doradas”, que crearon e integran escuelas de San Luis, Río Tercero, Río Cuarto, General Deheza y Villa María.
Damián Stupenengo