El policía Federico Bordino fue aquel que estando fuera de servicio vio a los delincuentes que vinieron a asesinar a quemarropa al dirigente gremial Alejandro “Caño” Roganti, el 14 de abril de 2008. Esa noche, sin medir las consecuencias, Bordino siguió con su moto la Fiorino en la que circulaban los hermanos Maximiliano y Sebastián Eve, hasta que logró tomar el número de patente.
Ese dato fue lo que permitió al fiscal dar con la identidad de los ahora condenados por ese intento de homicidio. “En ese tiempo mi hijo les servía, ahora lo meten en el calabozo. Qué se puede esperar de esta gente”, dijo Ivone Kiehl, madre de Bordino.
“Si se quedan sin trabajo saldrán a buscar otro. Pero no hay que callarse”, puntualizó. “Está claro que lo que no quieren es que se agremien para que reclamen lo que les corresponde”, agregó.
Pero otra preocupación estaba en la mente de Ivone. Su nuera, también policía (esposa de Fernando Bordino, otro hombre de la fuerza), fue detenida con su hija de tres meses, a la que amamanta. “Es inconcebible que separen a una madre de un bebé”, agregó.