La triquinosis es una enfermedad parasitaria esencialmente de los cerdos y constituye una de las zoonosis más importantes al enfermar al hombre por el consumo de carne porcina cruda o insuficientemente cocida, contaminados con el parásito Trichinella spiralis.
El contagio:
Es directo del cerdo al hombre, no se transmite de persona a persona. La vía es oral al ingerir alimentos contaminados con triquinas. La principal fuente es el cerdo doméstico pero puede ser cualquier carnívoro doméstico o silvestre como jabalíes y pumas.
Una vez en el intestino dan origen a 10 mil larvas infestantes, éstas entran a la circulación sanguínea y se dirigen especialmente a las fibras musculares, enquistándose en el músculo, sobreviviendo así hasta 10 años y dos meses en carne putrefacta.
Los síntomas:
En el ser humano es muy variado, puede cursar en forma asintomática o presentar fiebre, dolor muscular intenso, dolor de cabeza, edema en párpados, diarrea y vómitos. En los casos más graves, puede producirse miocarditis (inflamación del músculo cardíaco) y compromiso respiratorio, llegando a la muerte por insuficiencia cardíaca. Se estima que la ingesta de cinco larvas por gramo de peso es fatal para las personas.
Los brotes de esta enfermedad se producen en su mayoría durante la época de las “carneadas a campo” o elaboración casera que no cuentan con la inspección sanitaria correspondiente.
La prevención:
Adquirir sólo productos como chacinados y embutidos crudos: jamón, panceta, longaniza, chorizos, etcétera, en comercios habilitados, que posean rótulo, salvo que se tenga la certeza de que hayan sido analizados previo a su elaboración.
El rótulo deberá poseer: marca del producto; nombre de la empresa responsable y dirección; número de habilitación del establecimiento (RNE/RPE); número de certificado (RNPA/RPPA); fecha de elaboración y de vencimiento del producto.
No consumir choripanes en puestos no habilitados. La venta callejera de estos alimentos está prohibida.
En el hogar las recomendaciones son: cocinar completamente la carne de cerdo, la temperatura debe superar en el centro de la pieza los 77 C. Al corte la carne de cerdo bien cocido es de color “blanco”, cualquier rastro de color rosa debe volver a cocción. El microondas no mata todas las triquinas enquistadas, ya que la carne no se caliente uniformemente. Si se utiliza la parrilla, evitar que el alimento quede jugoso o crudo. Los procesos de salado y ahumado, así como la congelación no destruyen el parásito.
Los criadores de cerdos no deben alimentar los animales con restos de faena, desperdicios domiciliarios o de basurales (foto). El alimento debe almacenarse en lugares que no permitan el ingreso de roedores y evitar la proliferación de ellos.
Al realizar la faena de un animal, incluso si se efectúa en forma domiciliaria, es importante pedir al veterinario el análisis de una muestra de cada res a fin de confirmar la ausencia del parásito. Es sencillo y de bajo costo. Si se encuentra el parásito se eliminará la res completa. Se examinarán todos los animales sacrificados, ya que todos son portadores potenciales.
En cuanto a los animales salvajes, Senasa recomienda a los cazadores no abandonar las carcasas de los animales que capturan, ya que serán alimento de otros que podrían enfermar y diseminar la enfermedad, como fue el caso en la zona de San Martín de los Andes donde once jabalíes y un puma dieron positivo a la enfermedad.
Esta enfermedad según la Ley N° 3.959 de Policía Sanitaria es de denuncia obligatoria ante el Senasa.
En Córdoba se emitió un alerta desde el Ministerio de Salud por 10 casos de triquinosis en marzo de este año, el origen del foco fue una piara de Villa Concepción del Tío, la mercadería fue decomisada y se sacrificaron los cerdos que estaban contaminados.
La desinformación y, en muchos casos, la negligencia de quienes comercializan sin los recaudos sanitarios que corresponden es la causante de los brotes de esta enfermedad, por lo que se debe tomar conciencia de la importancia que tiene sobre la Salud Pública cumpliendo cada uno su rol en la cadena alimenticia de manera conjunta para poder evitarla: el consumidor no adquiriendo productos sin rótulo o sin la inspección correspondiente, el criador alimentando a sus animales con alimentos seguros y no con desperdicios de comida o de basurales y el elaborador cumpliendo las normas de higiene, los controles sanitarios y exigiéndolos si aún no los tiene. Cada vez que exigimos como consumidores estamos defendiendo nuestro derecho a la salud y es la única garantía que tenemos para que se cumpla.
Dra. Gabriela Demilta
Médica Veterinaria
MP: 3619