El virus del papiloma humano (HPV), es un organismo pequeño que forma parte de una gran familia (papovaviridae), donde más de 150 han sido tipificados y clasificados. De ellos 40 afectan los tejidos ano-genitales (piel y mucosas) de hombres y mujeres.
Presentan predilección por las superficies epiteliales cutáneas y mucosas del cuello uterino, vagina y vulva, pene, región perianal e intraanal.
Se clasifican en dos grandes grupos:
Bajo riesgo oncogénico: relacionados con la producción de verrugas en genitales externos y alteraciones del cuello uterino de bajo grado. Los más importantes son el 6 y el 11 relacionados con las verrugas genitales que se manifiestan como crecimientos de tejido parecido a una verruga pero más irregular que puede picar o no.
Alto riesgo oncogénico: de los cuales el 16 y 18 son los responsables de alrededor del 70% de los carcinomas cervicales del mundo. Existen otros cofactores que ayudan como el tabaquismo, el inicio precoz de las relaciones sexuales, número de parejas sexuales y ausencia de protección adecuada.
También están el 31-33-35-45-51-52-53-56-58-59-68-73.82.
El HPV penetra en el epitelio a través de microfisuras hasta que alcanza a las células más profundas de la capa basal del cuello uterino, si se trata de un virus de alto riesgo entra a la célula normal, penetra en su genoma y estas células infectadas comienzan a diferenciarse o cambiar y a dividirse lentamente hasta terminar en una réplica del virus que la infectó, un verdadero clon. Una vez instalado el virus dentro de la célula, comienza su período de división celular que es el tiempo de latencia de la afección, o sea el tiempo en que está y no se ve que es variable y en general dura aproximadamente de 6 a 8 semanas. Cabe destacar que la infección puede ser de un tipo o de varios tipos de virus.
La célula infectada engaña a la no infectada y así se replica, el virus incorporado dentro de la célula es desconocido por nuestro sistema inmune y en este preciso momento las células comienzan a diferenciarse y aquí ya podemos detectar la afección a través del Papanicolau y la colposcopía, herramientas mundialmente válidas para el diagnóstico precoz de la enfermedad.
Tener una afección viral de ninguna manera significa tener cáncer, pero sí obliga al seguimiento adecuado y tratamiento oportuno para que no ocurra. La población debe conocer que aún infectada en la mayoría de los casos y a veces sin tratamiento su sistema inmune la hace evolucionar a la curación.
Informar es desdramatizar este tema instalado en la población, explicando que tener un Papanicolau con presencia de células virales o una colposcopía con una manchita blanca tenue no transforma a las mujeres en portadoras de cáncer sino que las posiciona en diagnóstico y tratamiento oportuno para que el mismo no se produzca.
Aquellas pacientes de más riesgo por disminución de su inmunidad -como las trasplantadas, medicadas con corticoides en forma crónica, que se encuentran bajo quimioterapia o radioterapia- son terreno fértil para que el virus desarrolle algo particular en su especie que es la multicentricidad. Esto quiere decir que una afección de cuello uterino puede coexistir con otras lesiones de vagina, vulva o ano en la misma paciente.
No quiero dejar de recordar de que HPV 16 y 18, son responsables de un 47,3% de cáncer de pene; del 80% a 95% de cáncer de ano, del 6% de cáncer de vulva, del 24% de tumor de laringe y de un 35,6% de tumores de oro-faringe.
A su vez las verrugas genitales típicas por su forma de coliflor altamente contagiosas son la enfermedad de transmisión sexual más frecuente en el mundo.
Diagnóstico
En el caso de la verruga genital es la paciente que concurre a la consulta por hallazgo de las mismas en ella o su pareja. El tratamiento depende del número y tamaño y varía desde la aplicación de una crema específica hasta la extirpación de las mismas si son muy grandes. En esta consulta debemos indicar que el cónyuge también debe ser evaluado por un especialista.
Con respecto al cuello uterino debe ser evaluado con Papanicolau y colposcopía con ácido acético. El Papanicolau es el método por el cual las células obtenidas del cuello uterino pueden ser examinadas bajo un microscopio y la colposcopía es la visualización ampliada del cuello uterino que puede ayudar al diagnóstico de lesiones premalignas.
Actualmente se dispone de pruebas de biología molecular una de ellas es la PCR que tiene 100% de especificidad cuando la tomografía se realizó en forma adecuada, otra es la captura híbrida. Es de destacar que existen provincias en Argentina, como Jujuy y Misiones, donde estas pruebas ya están implementadas por programa nacional dependiente del Instituto Nacional del Cáncer.
Prevención primaria
Hay dos vacunas aprobadas para prevenir la infección por HPV seguras y efectivas:
Una bivalente para virus 16 y 18
Otra cuadrivalente para virus 6-11-16 y 18
Ambas de excelente eficacia, la cuadrivalente tiene una eficacia superior al 95% en la prevención de lesiones de alto grado.
El mejor momento para aplicarlas es en hombres y mujeres previo al inicio de las relaciones sexuales; pueden aplicarse desde los 9 años; incluir a los hombres es ventajoso porque disminuye el contagio a sus parejas, previene el cáncer de pene y ano, además de cubrirlos o protegerlos para las verrugas genitales o condilomas acuminados.
Ambas se colocan en tres dosis con un promedio de vacunación desde los 11 años hasta los 26 años. Tanto en varones como mujeres, la indicación es de tres dosis espaciadas desde un mes, otra al segundo mes y la última dosis el sexto mes
Las mujeres que ya tuvieron HPV pueden beneficiarse con la colocación de la vacuna porque si bien no protege para lesiones preexistentes sí lo hace para futuras infecciones por el mismo tipo u otro tipo de HPV.
¿Cómo puede prevenirse? Papanicolau y colposcopía combinados con la vacunación son la mejor prevención.
Dra. Adriana Samuel de Esparza
Especialista en Ginecología