Ante una reducida audiencia (menos de 200 espectadores), se montó el viernes pasado la obra “Intimidad indecente”, en el Teatro Verdi.
Con los únicos protagónicos de Arnaldo André -a la sazón, también director de la pieza- y Marta González, se desarrolló una pieza corta y dinámica que versaba sobre los clásicos, dramáticos y pintorescos avatares que surfean cotidianamente sobre la tensa marea de un matrimonio de larga duración. La confesión de una infidelidad por parte de Mariano (André), parteaguas dentro de una pareja aparentemente consolidada, con hijos y nietos por venir. La pieza, de allí, saltará hacia el futuro en tres cuadros cronológicos donde los transporta hacia diferentes situaciones sentimentales: Roberta (González) atravesará un período lésbico con su expsicóloga y él padecerá el engaño reiterado de jovencitas hasta que regresa para intentar retomar aquel viejo amor, su único amor. El último pasaje, destinado a recrear los últimos años de vida de ambos, es el mejor de todos, dado que demuestra los celebrados visos cómicos del actor paraguayo y una magistral performance de González, acurrucada, con temblequeos propios de la edad y envuelta en tiernos desvaríos.
J.R.S.